Hitos de una conversión (Edith Stein)
La conversión es un instante decisivo donde se ve la evidencia de Dios en la propia vida y al reconocerlo se entrega uno a Él como lo más cierto y verdadero que puede hacer en la vida. Es la fascinación del descubrimiento: "¡¡estabas ahí y no te veía!!"
Y, en el fondo, lo que estamos describiendo fueron los elementos que Dios entretejió en la experiencia de Edith Stein hasta su conversión y la ruptura de todo lo que la retenía y caminar libre hacia Dios en el Carmelo descalzo y en el martirio.
Pero ese reconocimiento que lleva a la entrega sin resistencias, y que marca para siempre la vida, ha estado precedido por toques de atención del Señor, pequeños hitos, jalones, que fueron rompiendo la cerrazón y la ceguera, suscitando un deseo de búsqueda que al principio fue imperceptible y luego irresistible.
Dios llama trabajando con un pequeño cincel pero de manera constante, a golpes cortos, va esculpiendo y haciendo saltar las lascas de lo que sobra.
Unas veces es una insatisfacción intelectual de quien no alcanza la Verdad y lo desea; otras veces es la sed interior, el deseo de una Presencia que llene el corazón inquieto; en ocasiones, una lectura, un libro, que rompe los esquemas hechos y crea interrogantes; el testimonio de personas profundamente creyentes, o la vida misma de la Iglesia descubierta en su verdad, son otros diversos momentos que Dios puede emplear para llamar a la conversión.
Y, en el fondo, lo que estamos describiendo fueron los elementos que Dios entretejió en la experiencia de Edith Stein hasta su conversión y la ruptura de todo lo que la retenía y caminar libre hacia Dios en el Carmelo descalzo y en el martirio.
Dios se ganó así a Edith, y nosotros también salimos beneficiados con la santidad de Teresa Benedicta de la Cruz (¡lástima que sea poco conocida, poco leída!).
Los elementos de su conversión los describió ella misma. En una carta a su amigo, el filósofo Roman Ingarden, le dice:
"Parece como si tuviera usted que llegar por caminos racionales hasta los confines de la ratio [la razón] y, por tanto, hasta las puertas del misterio. Quizá pueda ayudarle en eso Newman, aunque su punto de partida sea completamente distinto... Habrá quedado claro que yo no le conté mi propio camino pensando que fuera el camino. Estoy firmemente convencida de que hay tantos caminos a Roma como cabezas... y corazones. Quizá haya dejado lo intelectual en mal lugar en la representación de mi camino. En los largos años de preparación, seguro que influyó mucho. Pero conscientemente fue decisivo el suceder real -no el ´sentimiento´- de la mano de la imagen concreta del cristianismo en testigos elocuentes: Agustín, Francisco, Teresa. ¿Cómo describirle en pocas palabras el cuadro de ese ´suceder real´? En un mundo infinito completamente nuevo que se abre al empezar a vivir hacia dentro en lugar de hacia fuera. Todas las realidades con las que se tenía que ver hasta el momento se hacen transparentes, y se hacen perceptibles las fuerzas que llevan y mueven auténticamente. ¡Qué irrelevantes se ven los conflictos en los que se estaba metido antes! ¡Y qué plenitud de vida, con dolores y dichas que el mundo terreno no conoce y no puede concebir; abarca un solo día, aparentemente vacío, de la insignificante existencia humana! Y qué raro se siente uno viviendo como una de ellas entre personas que sólo ven la superficie, sin que noten ni se imaginen que uno lleva todo eso otro consigo. ¿Está pensando ahora que estoy loca con estas cosas tan misteriosas? No lo tome a mal; si quiere, volveré con mucho gusto a pisar el suelo de la ratio, en donde usted se siente más en casa. No se me ha olvidado del todo cómo se usa, incluso la aprecio -con sus limitaciones- mucho más que antes" (Carta 8-noviembre1927).
Y en la carta del 20-noviembre1927 sigue mostrándose Edith:
"No hace falta dar, en el curso de la vida, con una justificación de la experiencia religiosa. Pero sí que hace falta decidirse por Dios o contra Él. Esto es lo que se nos exige: decidirnos sin certificado de garantía. Esta es la gran osadía de la fe. El itinerario que va de la fe a la visión, no al revés. Quien es demasiado orgulloso para pasar por esa portezuela no entra. Pero el que pasa, consigue ya en esta vida una claridad cada vez mayor y experimenta lo justificado del credo ut intelligam [creo para entender]. También yo creo que en esto hay poco que hacer con construcciones o fantasías: donde se carece de experiencia propia hay que atenerse al testimonio de homines religiosi [hombres religiosos]. Ahí sí que no hay carencias. Para mi manera de sentir, los más impresionantes son los místicos españoles, Teresa y Juan de la Cruz".
Buen y claro testimonio el de Edith.
Hoy en su día natalicio para la vida eterna, ella nos acompañe.
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