Ciegos de vista y entendimiento

Cristo no hizo milagros ante las personas que le reducían a ser el “hijo del carpintero”. Dios tiene compasión de nosotros haciendo milagros o no haciéndolos. ¿Por qué? Leamos lo que indica Teofilacto:

"Y no podía hacer allí ningún milagro", etc. Las palabras no podía, deben traducirse por no quería; y no quería, no porque no pudiera, sino porque ellos eran incrédulos. Por tanto, no hace milagros allí por compasión hacia ellos, a fin de que no se hicieran dignos de mayor pena no creyendo los milagros que viesen. O de otro modo: en los milagros es necesario el poder del que los hace y la fe de los que son objeto de ellos, lo cual faltaba allí; por lo que no aceptó el Señor el hacer allí milagros. "Y admirábase -prosigue- de la incredulidad de aquellas gentes". (Teofilacto. Tomado de la Catena Aurea Mc 6, 1-6)

Hacer milagros no sirve para convertir a nadie que desconfía. Todo lo contrario, le da opción de indicar que todo es mentira. Hacer milagros delante de quien no tiene fe es hacer más daño que dejarle seguir su vida. Ya llegará el momento de conversión y confianza. ¿Qué hace que actualmente Dios parezca ausente de nuestra sociedad? Sin duda la desconfianza que nuestra sociedad nos enseña desde que nacemos.

Recordemos el pasaje de Sodoma y Gomorra. Dios espera pacientemente a que algunas personas sean merecedoras de su compasión. Job intenta que Dios se compadezca de esas personas, pero las personas no confían ni dejan espacio a Dios. Cuando eso sucede, la sociedad se hunde y los pueblos desaparecen engullidos por su propia desconfianza.

Hoy en día sólo confiamos en la sociedad y hasta nos enfadamos cuando vemos que tiene tantos fallos como los humanos que la conformamos. Creemos que cambiando a quien gobierna o a quien manda, se logrará llegar a Dios. Pero ese nos es camino para alcanzar a Dios. Para llegar a Él es necesario darse cuenta que la presencia de Cristo es el mayor milagro de todos. Pero estamos ciegos de vista y entendimiento.