Tiempo de reflexión
La experiencia, lo sabemos, no es haber vivido mucho sino haber pensado mucho sobre lo que se ha vivido. Quizá, por eso, este tiempo, este momento de la historia, amenazado y amenazante por tan negros nubarrones, que a todos nos golpean hasta zaherirnos en lo más vivo del cuerpo y del alma, se impone una sincera reflexión para saber, aprender y grabar en le memoria y en la conducta "lo que pasa, por qué pasa lo que pasa y por qué no pasa lo que tiene que pasar".
Vargas Llosa, en su último libro La civilización del espectáculo, ahonda con profusión y realismo en nuestro sistema de economía libre, señalando sus luces y sus sombras. Entre las luces, subraya que, a este sistema se debe que buena parte de la humanidad se librara de lo que Karl Marx llamaba "el cretinismo de la vida rural", que progresara la medicina en particular y las ciencias en general y se elevaran los niveles de vida de una manera vertiginosa en todas las sociedades abiertas, en tanto que las cautivas languidecían en el régimen patrimonialista y mercantilista que conducía a la pobreza, la escasez y la miseria para la mayoría de la población y al lujo y la opulencia para la cúpula.
A continuación, el escritor denuncia las sombras del sistema de economía libre, sin que le tiemble el pulso: "acentúa las diferencias económicas y alienta el materialismo, el apetito consumista, la posesión de riquezas y una actitud agresiva, beligerante y egoísta que, si no encuentra freno alguno, puede llegar a provocar trastornos profundos y traumáticos en la sociedad". Y hace este diagnóstico clarividente: "la reciente crisis financiera internacional tiene como origen la codicia desenfrenada de banqueros, inversores y financistas que, cegados por la sed de multiplicar sus ingresos, violentaron las reglas de juego del mercado, engañaron, estafaron y precipitaron un cataclismo económico que ha arruinado a millones de gentes en el mundo". Aquí lo tenemos. Aquí está el mal y el daño. Reflexionemos todos. Actuemos todos. Será bueno adentrarnos en nuestros pensamientos y actitudes y acaso detectar la parte que nos corresponde en la tragedia colectiva. Es importante buscar primero la culpa o la causa, allá donde podemos encontrarla, antes de señalar y condenar a los causantes y a los culpables.
Vargas Llosa, en su último libro La civilización del espectáculo, ahonda con profusión y realismo en nuestro sistema de economía libre, señalando sus luces y sus sombras. Entre las luces, subraya que, a este sistema se debe que buena parte de la humanidad se librara de lo que Karl Marx llamaba "el cretinismo de la vida rural", que progresara la medicina en particular y las ciencias en general y se elevaran los niveles de vida de una manera vertiginosa en todas las sociedades abiertas, en tanto que las cautivas languidecían en el régimen patrimonialista y mercantilista que conducía a la pobreza, la escasez y la miseria para la mayoría de la población y al lujo y la opulencia para la cúpula.
A continuación, el escritor denuncia las sombras del sistema de economía libre, sin que le tiemble el pulso: "acentúa las diferencias económicas y alienta el materialismo, el apetito consumista, la posesión de riquezas y una actitud agresiva, beligerante y egoísta que, si no encuentra freno alguno, puede llegar a provocar trastornos profundos y traumáticos en la sociedad". Y hace este diagnóstico clarividente: "la reciente crisis financiera internacional tiene como origen la codicia desenfrenada de banqueros, inversores y financistas que, cegados por la sed de multiplicar sus ingresos, violentaron las reglas de juego del mercado, engañaron, estafaron y precipitaron un cataclismo económico que ha arruinado a millones de gentes en el mundo". Aquí lo tenemos. Aquí está el mal y el daño. Reflexionemos todos. Actuemos todos. Será bueno adentrarnos en nuestros pensamientos y actitudes y acaso detectar la parte que nos corresponde en la tragedia colectiva. Es importante buscar primero la culpa o la causa, allá donde podemos encontrarla, antes de señalar y condenar a los causantes y a los culpables.
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