Antonelli, un santo
He tenido el honor y el privilegio de colaborar con el cardenal Antonelli, como consultor del Pontificio Consejo para la Familia, que él ha presidido en los últimos años hasta que le ha sido aceptada la renuncia al cargo de presidente de dicho Pontificio Consejo por motivos de edad.
En este tiempo he tenido continuamente la certeza de que estaba junto a un santo. Muchas veces me he dicho a mí mismo: “Así debería ser Juan XXIII”, pues no encontraba otra imagen próxima que se le pareciera más. No está bien decir estas cosas de alguien que está vivo –y que deseo que esté vivo muchos años-, pero, de alguna manera, su jubilación convierte en un deber de justicia hacer una pequeña semblanza suya.
Aparte de sus cualidades morales, Antonelli quiso dar un giro a la línea de actuación del Pontificio Consejo para la Familia. Su predecesor, el difunto cardenal López Trujillo –del que también tuve el honor de ser amigo- hizo de ese Dicasterio vaticano un foro de debate de alto nivel acerca de los problemas que afectaban a la familia y a la vida; era lo que hacía falta en ese momento. El cardenal Antonelli, en cambio, ha querido poner el acento en la cuestión pastoral, no porque no hiciera falta salir al paso de los nuevos ataques contra la familia con argumentos contundentes, sino porque eso lo podían hacer otros Dicasterios, como el Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia por ejemplo. En esta línea pastoral ha trabajado estos años y su culmen ha sido la reciente celebración en Milán de la Jornada Mundial de la Familia, que no sólo ha reflexionado sobre el trabajo y la fiesta en su relación con la vida familiar, sino que ha servido para presentar un nuevo modelo de vigilia de testimonios, más ágil, más capaz de conectar con el gran público.
Ahora le toca a su sucesor, monseñor Vincenzo Paglia, coger el testigo y darle al Pontificio Consejo el nuevo rumbo que el momento presente requiera, siempre en sintonía con aquello que el Santo Padre intuye como lo más necesario para la vida de la Iglesia. El hecho de que el cambio se produzco en la antesala del Año de la Fe, seguramente tendrá un valor significativo. A él mis oraciones para que tenga éxito en su nueva tarea. Y al cardenal Antonelli mi agradecimiento por haberme permitido colaborar con él, aprender de él y tener el privilegio de sentirme y ser su amigo.
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