Domingo, 24 de noviembre de 2024

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Sin la Eucaristía no podemos vivir

por Palabaras para vivir

Se está celebrando en Dublín el Congreso Eucarístico Internacional. Aparte de datos coyunturales, como la renovada y necesaria petición de perdón a las víctimas de la pederastia, lo esencial del Congreso es actualizar la fe de la Iglesia en la Eucaristía y la importancia que para su vida tiene este sacramento.
 La Iglesia celebra periódicamente actos multitudinarios con el objetivo de dar un testimonio público de su fe o de su compromiso por varias causas o grupos de personas. Así, hace tan solo unos días, tuvo lugar en Milán la Jornada Mundial de la Familia. El año pasado se celebró en Madrid la de la Juventud. Pero los Congresos Eucarísticos, no tan masivos como los dos eventos citados, son, de alguna manera, el alma de todo lo demás. Son como la raíz a las hojas y a los frutos. Si la Iglesia puede hacer obras sociales, si puede defender la familia, si puede estar con los jóvenes, es porque primero está con Dios, porque vive alimentada por la gracia y la fuerza de Dios.
En estos días me he acordado mucho de algo que ocurrió en una pequeña población del norte de África hace muchos años, en Abitene. Era el año 304 y la persecución del sangriento emperador Diocleciano arreciaba y sembraba el Imperio de mártires. En esa población la policía imperial sorprendió a 49 cristianos celebrando la Santa Misa. Cuando les ofrecieron perdonarles la vida a cambio de que no lo hicieran más, la respuesta fue: “Sine dominico non possumus” (Sin el domingo no podemos vivir). Así era y así sigue siendo. Sin el domingo, sin la Eucaristía, sin comulgar, sin recibir la fuerza y el consuelo que Jesús nos da, no podemos vivir. ¿De dónde vamos a sacar la energía para seguir luchando? ¿De dónde la fuerza para continuar llevando la cruz de cada día?
Sin la Eucaristía no podemos vivir. No queremos vivir. Y como la Eucaristía nos la da la Iglesia y sólo la Iglesia, pase lo que pase diremos lo que Pedro le contestó a Jesús cuando éste preguntó a los apóstoles: “¿También vosotros queréis marcharos?”. La respuesta fue: “¿A dónde iremos, Señor, si sólo tú tienes palabras de vida eterna?”. Pedro dijo entonces “palabras” porque aún no había llegado el Jueves Santo y el Señor no había instituido el sacramento eucarístico. Nosotros hoy decimos eso y añadimos que sólo él tiene la comida que nos da la vida eterna. ¿A dónde iremos sin la Eucaristía? Decididamente, como los mártires de Abitene, tenemos que proclamar: “Sin ella no podemos vivir”.

http://www.magnificat.tv/es/node/1329/2
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