Del Sagrado Corazón de Jesús que acabamos de celebrar: una breve reseña histórica
por En cuerpo y alma
Santa Gertrudis |
Como quiera que sea, Santa Matilde (m.1298) o Santa Gertrudis (12561302) demuestran en sus escritos conocer ya la devoción. Precisamente la visión de ésta última durante la fiesta de San Juan Evangelista, relatada en las “Revelationes Gertrudianae”, constituye un hito en la historia de la tradición. Según el texto citado, habiendo recostado la santa su cabeza en el costado herido de Jesús, pudo escuchar los latidos de su corazón. Preguntando al apóstol y evangelista Juan si al reposar él la cabeza sobre el pecho de Cristo durante la Última Cena (Jn. 13, 25) también experimentó tal sensación, éste habría respondido que sí, y al inquirir por qué no hablaba de ello en su Evangelio, habría respondido que tal revelación estaba reservada para tiempos posteriores.
Parece ser que es en el siglo XVI que la devoción se extiende, cosa que sabemos gracias a los escritos del cartujo Lanspergius de Colonia (m.1539) y del benedictino Lois de Blois (n.1566). A su culto se incorporan importantes personalidades de la vida del cristianismo. Así el reciente doctor de la Iglesia San Juan de Ávila (m.1569), San Francisco de Sales, la beata española Marina de Escobar (m.1633), las carmelitas francesas Magdalena de San José y Margarita del Santísimo Sacramento, la beata María de la Encarnación (m.1672)… Y sobre todo muchos jesuitas, que tintarán la tradición de un recio sabor a Compañía de Jesús. Así, Álvarez de Paz, Luis de la Puente, San Francisco de Borja, San Pedro Canisio, San Luis Gonzaga, San Alfonso Rodríguez... Junto a ellos no faltan tratados especializados como el opúsculo del Padre Druzbicki, “Meta Cordium, Cor Jesu”. A San Juan Eudes (16021680) corresponde la primera celebración del Sagrado Corazón en el Seminario de Rennes el 31 de agosto de 1670.
Santa María de Alacoque |
Margarita María informa de todo al Padre De la Colombière, superior de la pequeña casa jesuita en Paray, quien ordena a la visitandina escribir los detalles de las apariciones. La narración del Padre Croiset de la vida de Margarita en el apéndice de su libro “De la devotion au Sacre Coeur” en 1691 contribuye grandemente a la devoción. En 1693, Roma concede indulgencias a las cofradías del Sagrado Corazón, y en 1697 otorga a la visitandinas licencia para celebrar la fiesta junto con la de las Cinco Llagas.
Tumba de Margarita de Alacoque en el monasterio de Paray (Francia) |
A partir de ahí se van a producir dos procesos en paralelo. Por un lado, la canonización de Margarita María de Alacoque, cuyo cuerpo yace incorrupto en el monasterio de Paray en Francia: en 1824, León XII la proclama venerable; en 1864, Pío IX la beatifica; y el 13 de mayo de 1920, Benedicto XV la canoniza.
Por otro lado, la exaltación de la festividad. Quizás la primera consagración solemne y pública al Sagrado Corazón se produce con ocasión de la plaga de Marsella de 1720. Otras ciudades del meridión francés seguirán el ejemplo de Marsella. En 1765, a petición de la Reina de Francia, la polaca María Leszczynska, Roma concede la fiesta. De todas partes llueven solicitudes para adherirse. Pío IX por último, la extiende a toda la Iglesia bajo la modalidad de rito doble mayor, ampliada en 1889 por León XIII, autor de la encíclica “Annum Sacrum” a rito doble de primera clase.
A partir de 1850, grupos, congregaciones y hasta naciones enteras se consagran al Sagrado Corazón. El 11 de junio de 1899, León XIII consagra la entera humanidad al Sagrado Corazón: la idea de hacerlo le era sugerida por la religiosa del Buen Pastor de Oporto, María del Divino Corazón, quien afirmó haberla recibido directamente de Cristo. Quiso la providencia que la monja viniera a morir un día del Sagrado Corazón, justo dos días antes de la consagración que realizaría el Papa el domingo siguiente.
A partir de ese momento, el tema es recurrente en la literatura pontificia. En 1928, Pío XI escribe la encíclica “Miserentissimus Redemptor”. Pío XII le dedica hasta tres: la “Summi Pontificatus” (1939), la “Mystici Corporis” (1943), y la “Haurietis Aquas” (1956), ésta última con una exposición integral del culto y la devoción. El Concilio Vaticano II (19621965), hará varias referencias al tema, y Juan Pablo II lo incluye en el Catecismo de la Iglesia Católica (1992).
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús es una más de las festividades móviles del calendario dependientes del Domingo de Resurrección, y en consecuencia, de la luna llena de Semana Santa, esto es la primera luna llena posterior al equinoccio de primavera, pues se celebra el viernes posterior al segundo domingo de Pentecostés. Este año, como es conocido, cayó el pasado 15 de junio de 2012.
Y si hoy hemos hablado de la gestación de la hermosa devoción del Sagrado Corazón de Jesús, mañana hablaremos de la importante tradición que en torno a ella se va a producir en España. Pero eso como le digo, amigo lector, queda para mañana, que por hoy, o mucho me equivoco, o ya hemos tenido bastante.
©L.A.
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