Beatus Ioannes de Palafox
10.27. Diez y veintisiete. Ésa fue la hora, grabada en el corazón de miles de cristianos sorianos, en la que el Cardenal Angelo Amato leía la Carta Apostólica mediante la cual el Papa inscribía a Palafox en el Libro de los beatos. Las campanas de la Catedral burgense repicaban jubilosas. Los fieles estallaban en un conmovedor aplauso mientras la gigantografía del nuevo beato era desplegada en la nave central de la Seo diocesana. Dios, permítaseme la expresión, abrazaba en el Cielo al “siervo bueno y fiel” (Mt 25, 23), a uno de sus íntimos, al gran Obispo cuya memoria no se había perdido (como la de tantos) en el correr de los años sino que quedaba grabada para siempre en el Corazón de Dios y en la milenaria historia de la Iglesia. 5 de junio de 2011: Juan de Palafox y Mendoza era proclamado beato.
Que Dios escribe recto con renglones torcidos es un dato incontestable para los que creemos en Él. No parecería, en principio, que la vida de un Obispo caído en desgracia a los ojos de los poderosos del mundo (civiles y eclesiásticos) pudiera ser presentada por la Iglesia como modelo de virtudes más de tres siglos después de su muerte. Pero, como bien recuerda la Escritura, “Dios derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes” (Lc 1, 52) La vida de un Obispo libremente pobre, sabio donde los haya habido, de recta conciencia y de obrar intachable, “luminosa figura de Obispo del siglo diecisiete en México y España, hombre de vasta cultura y profunda espiritualidad, gran reformador, pastor incansable y defensor de los indios”, como lo definió Benedicto XVI el día de su Beatificación desde la ciudad de Zagreb, no podía perderse entre la maleza de la Historia. No, vidas como la de Palafox impresionan a creyentes y a no creyentes, y deben ser espejo donde nos miremos para sanar las enfermedades que flagelan el corazón del hombre de hoy y la entraña de aquellas sociedades que han olvidado a Dios.
Palafox es uno de los personajes más singulares de la historia de la santidad, porque en su vida experimentó la gloria de las cargas más elevadas y la humillación de la desgracia y el aislamiento, que acogió con fe heroica y con auténtico espíritu cristiano. Personaje brillante y poliédrico, en él encontramos al Obispo preocupado del bien espiritual de los fieles, al virrey ocupado en la buena administración, al pensador político, al escritor fecundo, al mecenas de las artes.
Con motivo de la preparación de los cristianos sorianos para la Beatificación de Palafox, el Obispo de Osma-Soria, Mons. Gerardo Melgar Viciosa, sucesor de Palafox en la Sede oxomense, escribió una ilustrativa carta pastoral sobre nuestro beato como modelo de fe para el creyente del S. XXI. ¿Cuáles son -se preguntaba el Obispo- los temas de la vida y espiritualidad de Palafox que interpelan al creyente de hoy? Mons. Melgar Viciosa enumeraba, entre otros, la opción por los pobres y desheredados; el interés, la estima y la defensa de los indígenas americanos; la caridad y preocupación por los sacerdotes; su celo pastoral en conocer y satisfacer las necesidades espirituales y temporales de sus fieles; el espíritu de oración y adoración eucarística; el espíritu de mortificación y de austeridad; su amor profundo a la Virgen y al Santo Rosario.
Profundamente actual el mensaje del beato Palafox. ¿O no es actual y urgente la opción real por los pobres en una sociedad que corre el riesgo de dejar ‘tirados en la cuneta’ a aquellos que menos posibilidades económicas tienen? ¿No es necesaria la defensa de los más débiles (en su tiempo y en su Diócesis americana, los indígenas) en una sociedad que se empeña en arrebatar la vida al ser más inocente e indefenso -el no nacido- o que recurrentemente recupera el falaz debate de la eutanasia? ¿No urge la presencia de políticos ‘de talla’, de altura humana, intelectual, moral y espiritual, en una sociedad que padece el flagelo de una clase política hueca en sus palabras, falaz en sus promesas y débil en sus convicciones? ¿No necesita con urgencia la sociedad de hoy a hombres y mujeres como el beato Palafox que sean capaces de poner todas sus muchas capacidades al servicio del bien común, con humildad y profunda caridad, sin buscar puestos de privilegio ni honores, con capacidad para el sacrificio?
El beato Palafox llamó la atención de las personas de su tiempo por la claridad de sus actitudes frente a los acontecimientos que le tocó vivir y por los contrastes que se dieron en su vida: porque teniendo todas las posibilidades de vivir como un gran señor se hizo pobre con los pobres y por los pobres; porque pudiendo vivir lleno de comodidades optó por la pobreza de vida; porque siendo Obispo no utilizó nunca su cargo para rebajar a nadie sino para acercar a todos a Dios con su verbo cálido y entrañable, con su forma de ser sencilla y acogedora. Por todo esto, el beato, que fue un auténtico modelo para los hombres y mujeres de su tiempo, no es una reliquia del pasado incapaz de ser testimonio y llamada para nosotros, que vivimos en pleno S. XXI; al contrario, Palafox sigue siendo hoy un modelo de total actualidad.
El 5 de junio, día en el que celebramos el primer aniversario desde que este “coherente anunciador del Evangelio, celoso pastor al servicio de la grey encomendada, valiente defensor de la Iglesia” fuera elevado a la gloria de los altares, elevemos nuestra mirada hacia él y pidamos su intercesión para que brille en nosotros su estilo de vida, un ‘modus vivendi’ que no ha pasado de moda, que sigue siendo actual y extraordinariamente necesario, porque el Evangelio no pasa y, cuando lo vemos encarnado en alguien como el beato Palafox, adquiere una fuerza imparable.