La cuestión crucial
por Cerca de ti
La cuestión crucial
El Dr. Guzmán Carriquiry Lecour, uruguayo (Montevideo, 1944), es el laico con mayor responsabilidad en el Vaticano: Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina (PCAL). Aquí se sintetiza la ponencia que presentó con ocasión de una jornada de reflexión acerca de la Nueva Evangelización organizada por la PCAL el 11 de noviembre de 2011 en el Vaticano.
El despertar
La expresión “nueva evangelización” apareció por vez primera en el documento conclusivo de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Puebla de los Ángeles, México, en febrero de 1979: “Situaciones nuevas que nacen de cambios socio-culturales y requieren de una nueva Evangelización” (nº 366). Casi treinta años más tarde maduraría la respuesta en el seno mismo del episcopado del continente, esta vez reunido en Aparecida, Brasil, en 2007, manifestado en el deseo de “despertar la Iglesia en América Latina y el Caribe para un gran impulso misionero”, de “salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo […] No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos” (nº 548).
Esta misión continental, que aguarda su amanecer, es el nombre para América Latina de la nueva evangelización, la cual, de por sí, “presupone una primera evangelización”, aclara el autor, aquélla que, en palabras de Benedicto XVI, “ha animado su vida y cultura […] por más de cinco siglos”, y ha conferido al continente su patrimonio más valioso, su originalidad, su identidad. No obstante, “este valioso patrimonio –dice Carriquiry- está sujeto a un proceso de profunda erosión”.
La erosión
El avance de la secularización especialmente en los centros urbanos y metrópolis, “la migración de muchos bautizados en la Iglesia Católica hacia otras comunidades cristianas y sectas”, la asombrosa ignorancia religiosa entre los jóvenes, el debilitamiento de la influencia de la fe sobre la vida, “la difusión de la cultura dominante, a nivel mundial, de impronta relativista y hedonista” que tiende a propagar estilos y comportamientos hostiles a la vida y tradición cristianas, “los desiertos de la indiferencia”, las creencias a la carta sin referencias objetivas –ya sea al Credo o al Catecismo de la Iglesia Católica-, los problemas hacia el interior de la Iglesia advertidos por Juan Pablo II en la Redemptoris Missio, como “la falta de fervor, que se manifiesta en la fatiga y desilusión, en la acomodación al ambiente y en el desinterés, y sobre todo en la falta de alegría y de esperanza”, y en la grave “tentación de reducir el cristianismo a una sabiduría meramente humana”, en cualquiera de sus diversas presentaciones: ideológica, moral o sentimental.
Hay que añadir el fracaso generalizado en la formación cristiana, testimoniada una y otra vez por la deserción impactante de aquellos que reciben los sacramentos de entrada a la vida de la Iglesia: “Hay que repensar a fondo los procesos de iniciación cristiana, de catequesis mistagógica, del catecumenado de adultos, de la formación cristiana en general para llegar a forjar personalidades maduras en la fe”.
“No se puede dejar dilapidar y desperdigar la preciosa herencia católica […] ¡Se requiere, sin duda, una ´nueva evangelización´!”, exclama el Prof. Guzmán Carriquiry, quien recuerda una frase que el cardenal Ratzinger profirió durante una conferencia pronunciada ante los presidentes de las Conferencias Episcopales de América Latina en Guadalajara, México, en el año 1996, recogida luego por los obispos en el documento de Aparecida, una de esas tantas frases suyas, antiguas o presentes, que se han tornado célebres. Los obispos incluyeron esa cita para expresar lo que consideran la mayor amenaza:
“es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad” (nº 12). |
¡Él!
Éste que vivimos es un tiempo para poner la mirada y el corazón en el centro de la fe: Jesucristo. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da nuevo horizonte a la vida, y con ello una orientación decisiva”, ha dicho Benedicto XVI (Deus caritas est, nº1). Es lo que el Dr. Carriquiry llama “la cuestión crucial”: “Sólo gracias a este encuentro y seguimiento […] nos convertimos en sus testigos, reflejos de Su Presencia, a pesar de la opacidad de nuestros límites e incoherencias, de nuestro pecado.” Es el encuentro con Él que nos va cambiando, nos va comunicando una vida que atraviesa los vínculos familiares, laborales, el tiempo libre… “Todo lo abraza con la potencia de un amor transfigurador, unificador, vivificante: todo lo convierte en más humano, más verdadero, más feliz.”
Es el encuentro con Él que impulsa a compartir, proponer, entregar la totalidad de lo que está aconteciendo entre nosotros, a anunciar “el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios” (Pablo VI, Evangeli Nuntiandi nº 22), a forjar comunidades en cuyo espacio descubierto Cristo pueda fascinar otra vez. “El cristianismo no se transmite por proselitismo, sino por la fuerza de ´atracción´: como Cristo ´atrae a todos hacia sí´ […] también sus discípulos, unidos a Él, movidos por su gracia, dan testimonio de una vida nueva, más humana, que ha de despertar en aquellos que los encuentran, la curiosidad, el presentimiento, la pregunta sobre ese esplendor de verdad y promesa de felicidad, que aspiran también para su vida…”. El anuncio de la fe es una propuesta de libertad, de belleza, de verdad.
Fe por contagio
La evangelización es una cuestión “de persona a persona, de experiencia en experiencia”, no de más “declaraciones de principios”, ni de “teorías elaboradas con astucia”, ni de “multiplicación de proyectos y estrategias y menos aún con operaciones de fachada al estilo ´marketing´ para hacer más vendible el producto”.
“Es interesante recordar –decía el cardenal Ratzinger en 1989- que la Iglesia primitiva, después de la muerte del último apóstol, llevó a cabo una actividad misionera relativamente modesta, sin una estrategia propia para el anuncio de la fe a los paganos. No obstante ello, ella tuvo en aquel período el éxito misionero más grande de su historia. La conversión al cristianismo del mundo pagano no fue el resultado de una acción eclesial planificada sino el fruto de la fe vivida no sólo por cada uno de los cristianos sino también por toda la Iglesia. Humanamente hablando, la fuerza misionera de la Iglesia primitiva consistió solamente en la invitación concreta de ir de experiencia en experiencia. La comunidad de vida de la Iglesia invitaba a compartir aquella vida en la que se hacía accesible la verdad que está en su origen.”
Desde la Iglesia
Pero este recomenzar desde Cristo –la cuestión crucial- comporta una radical inserción en la Iglesia, un arraigo sacramental, un redescubrimiento de los fundamentos de la fe contenidos en el Catecismo de la Iglesia Católica, y una promoción de comunidades que sean tangibles “ámbitos de vida nueva”, llenas de alegría y misericordia. “La fragilidad de la experiencia cristiana en muchos latinoamericanos es proporcional a la ausencia de este sentido y experiencia de pertenencia a la Iglesia”.
El Dr. Carriquiry alienta una renovación profunda de todos los miembros de la Iglesia latinoamericana: de los sacerdotes, a veces cansados, frustrados o aislados de todo ánimo; de las comunidades religiosas “en las que se vayan dejando atrás persistentes recaídas en la secularización”; y, particularmente, de las instituciones católicas de enseñanza, cuyo dossier “hay que reabrir a fondo”. Parecería que en la educación católica los frutos cristianos no están de acuerdo con los grandes recursos invertidos en ella: “cabe esperar de muchas escuelas, colegios y universidades católicas una seria revisión a la luz de la actuación fiel, inteligente y fecunda de la propia identidad cristiana”.
FUENTE:
Guzmán Carriquiry Lecour, La nueva evangelización hoy en América Latina: Desafíos y Prioridades, en Pontificia Comisión para América Latina, Reflexiones sobre la nueva evangelización en América Latina, Ciudad del Vaticano 2012, páginas 67 a 94.