El Mono Sapiens
En cierta ocasión me contaron una historieta que alguien anónimo había colgado en el tablón de anuncios de su empresa. Se trataba de una pequeña fabula que decía:
Dios creó al burro y le dijo: Serás burro, trabajarás incesantemente de sol a sol, cargando bolsas en el lomo, comerás pasto, no tendrás inteligencia y vivirás 50 años. El burro contestó: Seré burro pero vivir 50 años es demasiado para mi, dame solo 20 años. Y Dios se lo concedió.
Creó Dios al perro y le dijo: Serás perro, cuidarás de la casa del hombre, serás su mejor amigo, comerás los huesos que él te dé y vivirás 30 años. El perro contestó: Señor, seré perro pero vivir 30 años es demasiado para mi, dame 15 años. Y Dios se lo concedió.
Dios creó al mono y le dijo: Serás mono, saltarás de rama en rama haciendo payasadas, serás divertido y vivirás 20 años. El mono contestó: Señor, seré mono pero vivir 20 años es demasiado para mi, dame 10 años. Y Dios se lo concedió.
Finalmente Dios creó al hombre y le dijo: Serás hombre, el único ser racional sobre la tierra, usarás tu inteligencia para destacar sobre los animales, dominarás el mundo y vivirás 20 años.
El hombre respondió : Señor, seré hombre, pero vivir solo 20 años es muy poco para mi. Dame los 30 años que el burro rehusó, los 15 que el perro no quiso y los 10 que el mono rechazó.
Y así se lo concedió Dios.
… Y desde entonces el hombre vive: veinte años como hombre. Luego se casa y pasa treinta años trabajando como un burro. Después, cuando los hijos se marchan, vive quince como perro cuidando y “guardando” la casa para luego llegar a viejo y vivir diez años como mono, saltando de casa en casa y haciendo payasadas para divertir a los nietos.
Así acaba la fábula y recordarla en ocasiones, me ha servido siempre de advertencia para pararme y recordar que, como se lee en el Génesis, estamos llamados y nos merecemos una vida acorde con el propósito de nuestro Creador:
“Creó, pues, Dios al ser humano a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó”
Porthos
PD.- Claro que siempre habrá quien, al leer esta aleccionadora fábula, prefiera decir que no se trata más que una burda exageración, una vulgar caricatura o una historieta banal, incrementando, a mi juicio, de esta manera su “fauna” particular con una nueva actitud … la del loro.