El ciprés de la esperanza
por Antonio Gil
Dicen que el ciprés es el árbol de los cementerios, por su esbeltez, mirando y señalando a las alturas, -lo definía así Gerardo Diego, en su mítico soneto al ciprés de Silos: "Mástil de soledad, prodigio isleño, / flecha de fe, saeta de esperanza..."-, y también por su fruto que tiene forma de pequeña calavera. Nos llega con noviembre, el mes de los difuntos, la visita a los cementerios, el recuerdo de los seres queridos que llegaron a la Casa del Padre. Un mes para la reflexión personal, para mirar el horizonte de nuestras vidas, y acaso para pensar que la muerte no es la contraportada de la vida, sino que se abre en una inmensa puerta de plenitudes. Nos lo decía en unos versos preciosos, José Luis Martin Descalzo:
Morir sólo es morir.
Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva.
Y encontrar lo que tanto se buscaba.
Quisiera recordar aquella escena del dia 2 de noviembre del 2007, en la que el Papa Benedicto XVI aparecía recogido en silencio ante las tumbas de sus predecesores, junto al sepulcro del apóstol san Pedro, pronunciando estas palabras: "Confiamos a la misericordia del Padre a aquellos que tienen aqui, en estas grutas vaticanas, su sepulcro y esperan la resurrección de la carne. Y en particular, al Papa Juan Pablo II y a los demás Sumos Pontífices, que han desarrollado el servicio de pastores en la Iglesia universal, para que sean partícipes de la eterna liturgia del cielo". Y fue entonces, cuando el Papa musitó una de las más bellas plegarias que podemos colocar estos dias en nuestros labios:
Dios está siempre con nosotros.
Incluso en las noches oscuras de nuestra vida,
no nos abandona.
Incluso en los momentos difíciles está presente.
E incluso en la última noche,
en la última soledad,
en la que nadie puede acompañarnos,
en la noche de la muerte.
La bondad de Dios siempre está con nosotros".
Preciosa plegaria para el dia de los santos y para recordar a nuestros seres queridos.
Morir sólo es morir.
Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva.
Y encontrar lo que tanto se buscaba.
Quisiera recordar aquella escena del dia 2 de noviembre del 2007, en la que el Papa Benedicto XVI aparecía recogido en silencio ante las tumbas de sus predecesores, junto al sepulcro del apóstol san Pedro, pronunciando estas palabras: "Confiamos a la misericordia del Padre a aquellos que tienen aqui, en estas grutas vaticanas, su sepulcro y esperan la resurrección de la carne. Y en particular, al Papa Juan Pablo II y a los demás Sumos Pontífices, que han desarrollado el servicio de pastores en la Iglesia universal, para que sean partícipes de la eterna liturgia del cielo". Y fue entonces, cuando el Papa musitó una de las más bellas plegarias que podemos colocar estos dias en nuestros labios:
Dios está siempre con nosotros.
Incluso en las noches oscuras de nuestra vida,
no nos abandona.
Incluso en los momentos difíciles está presente.
E incluso en la última noche,
en la última soledad,
en la que nadie puede acompañarnos,
en la noche de la muerte.
La bondad de Dios siempre está con nosotros".
Preciosa plegaria para el dia de los santos y para recordar a nuestros seres queridos.
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