La Iglesia y la pederastia (en 300 palabras)

            Ante el peliagudo asunto de la pederastia dentro del colectivo clerical, la Iglesia ha optado por una estrategia que cabe definir así: la Iglesia da ejemplo y por lo tanto, la represión de la pederastia en su seno ha de ser ejemplar, lo que en roman paladín se traduce en que todo aquel sacerdote, obispo o cardenal acusado de pederastia adquiere ad initium una presunción de culpabilidad, tanto fuera como dentro de la Iglesia, y ha de demostrar su inocencia, con las múltiples consecuencias que ello tiene a todos los niveles y particularmente a nivel mediático.

             Esto es intolerable: la Iglesia, por muy inspirada que esté por el Espíritu Santo y por muy cerca que esté o pretenda estar de Dios, en esto como en todo, ha de atenerse a la ley humana, con todos sus inconvenientes, pero también con todas sus ventajas.

             Lo que significa que toda persona acusada de pederastia, aunque lleve sotana, es inocente, se presume su inocencia y se defiende su inocencia, y eso lo hacen todos, fuera de la Iglesia y también dentro, y es el que acusa el que tiene que demostrar la culpabilidad. Y si después de todo lo que resplandece es la culpa, nadie debe sentirse avergonzado de haber defendido al acusado mientras ése fue el momento procesal y su obligación legal, porque tal es el principio básico del derecho penal y del derecho procesal, pilares básicos del estado de derecho que tantos milenios ha llevado conseguir. Y todo esto es así por muy ensotanado que sea el acusado.

             En otras palabras, nunca más un Cardenal Pell. Lo ocurrido no habla mal del Cardenal, habla mal de cuantos no le han defendido habiendo debido hacerlo, habla mal de los medios de comunicación y deteriora la imagen y el funcionamiento del sistema judicial.

             Que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos.

            ^©L.A.

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