El triunfo de la bondad
por Antonio Gil
Cúlminó la visita del Papa a España, tras esa cadena de actos impresionantes. Alguien se pregunta, todos nos preguntamos por ese especial secreto de Benedicto XVI, que sin ser un Papa tan mediático como lo era, por ejemplo, Juan Pablo II; sin que cuente tampoco con la atracción magnética, hierática de Pio XII; sin la cercana naturalidad de Juan XXIII, el gran párroco del mundo, sin embargo, este Papa haya atraído tanto a las multitudes; haya entusiasmado a los jóvenes; haya calado con sus mensajes, con su palabra suave, en el mundo intelectual; haya levantado una verdadera ola de simpatía en todo el país; contemplando sus múltiples actividades, en una agenda apretadísima, sin apenas tiempo para el descanso.
¿Cuál puede ser el secreto de un hombre de 84 años, incansable, que ha vivido en primera línea esta Jornada Mundial de la Juventud? Sin duda, podemos encontrarlo en tres destellos que brillan especialmente sobre su persona: la bondad, la sencillez y la humildad. Ahí está la clave. Benedicto XVI, desde su llegada a España, se ha mostrado con la silueta de un hombre bueno, afable, amable, sin aspavientos, con profundo sentido de saber dónde está y de estar en lo que hace. Su sencillez, en los saludos cercanos y en las distancias, con los brazos extendidos, desde el Papamóvil, nos han mostrado a una persona humilde, emocionada por dentro, serena y feliz por fuera.
El Papa nos deja su presencia, su entrega generosa, su palabra, sus mensajes, sus vivencias religiosas, la transparencia de un sentir y un latir como Vicario de Cristo, contagiándonos la entraña misma del verdadero cristianismo. el amor de Dios a la humanidad, plasmado en la entrega de su propio Hijo.
Algunas de sus recetas prácticas son ya antológicas: a los jóvenes: "no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos, vuestra capacidad de amar y de compadecer"; a los profesores universitarios: "la Universidad ha sido y está llamada a ser siempre la casa donde se busca la verdad propia de la persona humana, los jóvenes necesitan auténticos maestros, personas abiertas a la verdad total en las diferentes ramas del saber, sabiendo escuchar y viviendo en su propio interior ese diálogo interdisciplinar"; a las religiosas: "en la sociedad actual, se constata una especie de eclipse de Dios, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo, y por eso, vuestra opción de vida cobra una especial relevancia; frente al relativismo y la mediocridad surge la necesidad de esta radicalidad que testimonia la consagración".
El aroma de la bondad, de la sencillez y de la humildad de este Papa han marcado su presencia en Madrid y han señalado, con precisión y encanto, los verdaderos caminos del Señor.
¿Cuál puede ser el secreto de un hombre de 84 años, incansable, que ha vivido en primera línea esta Jornada Mundial de la Juventud? Sin duda, podemos encontrarlo en tres destellos que brillan especialmente sobre su persona: la bondad, la sencillez y la humildad. Ahí está la clave. Benedicto XVI, desde su llegada a España, se ha mostrado con la silueta de un hombre bueno, afable, amable, sin aspavientos, con profundo sentido de saber dónde está y de estar en lo que hace. Su sencillez, en los saludos cercanos y en las distancias, con los brazos extendidos, desde el Papamóvil, nos han mostrado a una persona humilde, emocionada por dentro, serena y feliz por fuera.
El Papa nos deja su presencia, su entrega generosa, su palabra, sus mensajes, sus vivencias religiosas, la transparencia de un sentir y un latir como Vicario de Cristo, contagiándonos la entraña misma del verdadero cristianismo. el amor de Dios a la humanidad, plasmado en la entrega de su propio Hijo.
Algunas de sus recetas prácticas son ya antológicas: a los jóvenes: "no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos, vuestra capacidad de amar y de compadecer"; a los profesores universitarios: "la Universidad ha sido y está llamada a ser siempre la casa donde se busca la verdad propia de la persona humana, los jóvenes necesitan auténticos maestros, personas abiertas a la verdad total en las diferentes ramas del saber, sabiendo escuchar y viviendo en su propio interior ese diálogo interdisciplinar"; a las religiosas: "en la sociedad actual, se constata una especie de eclipse de Dios, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo, y por eso, vuestra opción de vida cobra una especial relevancia; frente al relativismo y la mediocridad surge la necesidad de esta radicalidad que testimonia la consagración".
El aroma de la bondad, de la sencillez y de la humildad de este Papa han marcado su presencia en Madrid y han señalado, con precisión y encanto, los verdaderos caminos del Señor.
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