La cruz en un mar de corazones

La Cruz de los Jóvenes ha invadido a Córdoba, a sus pueblos y aldeas; ha trazado nuevas rutas de fe y de ilusión; ha caminado, codo con codo, junto a nuestros afanes e inquietudes; se ha adentrado en las aulas, en los colegios, en los hospitales, en los asilos, en las parroquias, en los conventos, en los monasterios.

Llevada a hombros entre un mar de corazones, alzada airosamente como una columna de vida y de horizontes, procesionada por nuestras calles en hilera multicolor, la Cruz nos ha mostrado y ofrecido los brazos de Dios, el abrazo de Dios a su pueblo, su luz para nuestras sombras, su perdón para nuestras debilidades, su acogida para nuestros anhelos de felicidad. Ha sido una semana intensa, gozosa, entusiasmada.

Con la mirada puesta en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, los jóvenes cordobeses han acogido ya esa Cruz que les ofreciera el beato Juan Pablo II, cuando se inició la singladura de esos encuentros multitudinarios que han dado la vuelta al mundo.

Los jóvenes viven inmersos en una sociedad, en una cultura y en un ambiente que no les favorece en modo alguno,sino todo lo contrario. Desde el imperante relativismo, la permisividad y la libertad omnímoda y sin norte como forma de vivir y pensar que respiramos, la quiebra moral y de humanidad que padecemos, la fortísima secularización, el vivir sin Dios y como en un eclipse de Él que lleva a un vivir un ambiente cerrado y sin capacidad de futuro, las ansias de tener y poder que dominan las relaciones con el mundo y con los otros, el bienestar a toda costa y el hedonismo, las nuevas y potentes ideologías tan destructivas: todo eso pesa sobre la juventud que se encuentra inerme ante tanto desafío, sin que, con decision y responsabilidad, se le ofrezcan las ayudas que necesitan.

Los hechos son los que son. Los jóvenes necesitan hoy sentir el apoyo real, sincero y verdadero; cercanía y solidaridad afectiva y efectiva; guias que hagan el camino con ellos y les levanten el ánimo. Los jóvenes tienen hoy necesidad de voces amigas, de esa voz confidente que les dice: "Levantaos, vamos, poneos en camino, andad adelante". Porque, ciertamente, es posible, es necesario y urgente que las cosas cambien, que se reemprenda o se rehaga el camino hacia lo verdaderamente nuevo.

La Cruz de los Jóvenes ha visitado Córdoba y el domingo, 12 de junio, recibió en la catedral el homenaje entusiasmado de cuantos anhelan una vida lograda, plena, feliz, mientras resonaban en el bosque de columnas aquellas palabras de Juan Pablo II ante esta misma Cruz: "Os deseo a cada uno y a cada una de vosotros que descubráis la mirada de Cristo y que la experimentéis hasta el fondo. Al hombre le es necesartia esta mirada amorosa; le es necesario saberse amado, saberse amado eternamente. haber sido elegido desde la eternidad".