Reflexionando sobre el Evangelio
Hablaba de Él a todos los que esperaban la redención
El Evangelio de hoy muestra y demuestra que todos los escritos evangélicos son Evangelio desde la primera letra hasta la última. ¿Por qué lo digo? Porque el Evangelio de hoy puede parecernos intrascendente, pero guarda varios tesoros ocultos que merecen ser mostrados. San Bernardo nos indica qué hay detrás de la actitud de Ana la profetisa, hija de Fanuel.
En aquel tiempo, Jesús se escondía ante los que se creían sabios y prudentes y se revelaba a los sencillos. A los pastores, el ángel les dijo: “Esto os servirá de señal.” Es para vosotros, los humildes, los obedientes, para vosotros que no os vanagloriáis de ciencia orgullosa sino que veláis en la noche, meditando la ley de Dios ¡Aquí tenéis la señal! Aquel que prometieron los ángeles, aquel que reclamaban los pueblos, aquel que habían anunciado los profetas, ahora, Dios os lo manifiesta....
Aquí tenéis, pues, vuestra señal ¿señal de qué? De perdón, de gracia de paz, de una paz que no tiene fin. “Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” Dios está con Él para reconciliar al mundo consigo... Es el beso de Dios, el mediador entre Dios y los hombres, Jesús, hombre y Cristo vivo, rey de los siglos. (San Bernardo. Segunda homilía sobre el Cantar de los Cantares, 8)
Ana la profetisa “hablaba de Él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” (Lc 2, 38) porque era necesario señalar a Cristo a todos los que necesitaban ser redimidos. Ana no buscaba a sabios llenos de soberbia, sino a quienes necesitaban escuchar el Evangelio: “Dios ha nacido entre nosotros. Él da sentido a todo y a todos”. Ana la profetisa evangelizaba de forma más inteligente posible: llevar a quienes necesitan de Cristo ante él. No utilizó marketing o liderazgo alguno para su misión. Tampoco pidió permiso ni se ajustó a lo que era correcto en su tiempo.
Hoy en día los templos se vacían y cada vez hay menos católicos que hablen de Cristo y señalen a la Verdad hecha carne. Hacer esto resulta insoportable para los poderes humanos de dentro y fuera de la Iglesia. El ecumenismo se va convirtiendo en sincretismo. Esto es un terrible problema para la evangelización en plena postmodernidad. Se ve muy mal señalar a Cristo como la Piedra Angular que sostiene nuestro ser y entendimiento. ¿Qué hacer? Nos debatimos entre el requerimiento de obediencia humana y la misión evangelizadora que da sentido. La obediencia humana conlleva premios humanos considerables. La misión evangelizadora conlleva actualmente indiferencia, repulsa y en algunos casos, maltrato. Ya nos cuestionamos hasta santiguarnos en público, ya que esto se valora negativamente por muchos de nosotros.
Los planes de Dios no tienen que ajustarse a los planes del mundo. Aunque la evangelización sea reprendida, estoy seguro que hay miles de católicos que evangelizan sin esperar palmaditas en la espalda ni reconocimiento público alguno. No hace falta instagram, youtube o twitter para acercarse a quien sufre y señalar a Cristo. Evangelizar en la penumbra social, que es precisamente donde es más necesaria. Evangelizar es sustancial al cristiano, no podemos dejar de hacerlo porque dejaremos de ser verdaderamente cristianos.