Descubierto, por fin, el oro que se robaron los españoles en América
por En cuerpo y alma
¿Queréis ver el oro robado por los españoles en América y en todos los lugares que descubrió y pobló no sólo en América, sino también en el Pacífico, muy especialmente en Filipinas, y en tantos otros lugares del mundo? Pues venid conmigo y os diré dónde está.
Buscadlo en el millar de ciudades que fundó España por doquier a lo largo y ancho de todo el planeta, tantas de ellas entre las más bellas y pobladas del mundo.
Buscadlo en los miles de kilómetros de caminos abiertos entre ríos y montañas, atravesando los acuífero más caudalosos del planeta y superando los accidentes geográficos mas insuperables.
Buscadlo en todos los mapas trazados, que sirvieron a todos los pueblos para conocerse los unos a los otros y saber dónde se hallaban.
Buscadlo en las cartas de navegación trazadas de todos los grandes océanos del mundo, convirtiéndolos en navegables en todas sus direcciones, de este a oeste y de oeste a este.
Buscadlo en las treinta universidades abiertas en todos los rincones del mundo, en la primera universidad de América y también en la primera de Asia.
Buscadlo en las miles de escuelas construídas para evangelizar a niños y adultos, enseñarles a leer y escribir, e instruirlos en las artes y los oficios.
Buscadlo en los cientos de hospicios y hospitales abiertos por los cuatro rincones de ese imperio en el que no se ponía el sol, algunos de ellos, como el de Cortés en Méjico, entre los más importantes del mundo.
Buscadlo en todos los puertos levantados para refugio de los barcos que navegaban el 60% planeta descubierto por los navegantes españoles.
Buscadlo en las seiscientas gramáticas escritas por los españoles para salvar las lenguas autóctonas de los lugares que iban explorando y conociendo, y también en sus diccionarios, sermonarios, catecismos, y literatura de todos los géneros.
Buscadlo en las crónicas históricas escritas en las condiciones más adversas para salvar de esta manera lo que se pudo salvar de la Historia americana, hasta constituir hoy la fuente más importante, y en algunos casos la única, para el conocimiento de esa historia y de esas costumbres.
Buscadlo en todos los alimentos que trajeron los españoles del Nuevo Mundo al Viejo, pero también y no menos, de los que llevaron del Viejo al Nuevo, propiciando un mestizaje tan peculiar que hace que hoy los mejores campos de cultivo de muchos de los traídos del Nuevo Mundo se hallen en el Viejo (el cacao), y que los mejores de muchos de los llevados del Viejo Mundo se hallen en el Nuevo (el café).
Buscadlo en los millones de mercancías que pudieron atravesar el mundo por primera vez en la Historia, distribuyéndose los productos europeos en América y Asia, los americanos en Europa y Asia, y los asiáticos en Europa y América.
Buscadlo en esa raza nueva que son los diversos mestizajes propiciados por los españoles tanto en América, como en Asia, como en Africa, y hasta en Oceanía.
Buscadlo en todas las artes desplegadas en forma de pintura, escultura, música, teatro, literatura, con sabor a uva española y tabaco americano, buscadlo en el barroco americano, buscadlo en el renacimiento americano, hasta en el gótico que España consiguió llevar a América por los pelos.
Iglesia de la Compañía. Quito. Recubierta por 60 kilos de oro.
Tres veces y media más que la Custodia de Toledo.
Pero si aún os parece poco oro, y queréis verlo brillante y refulgente como no se hallaba en la tierra antes de que hombres españoles e indígenas lo encontraran, lo explotaran y lo extrajeran para bien de la Humanidad, buscadlo en las iglesias y catedrales levantadas por los españoles por doquier, buscadlo en sus retablos, buscadlo en sus imágenes, buscadlo en sus capillas… y allí lo encontraréis… iluminando los logros de la Hispanidad más genuina, que une hoy a cientos de pueblos en una lengua, en una religión, en una cultura, en una misma manera de contemplar la vida… en un mismo oro en definitiva, el de la civilización hispánica.
Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.
©Luis Antequera
Si desea ponerse en contacto con el autor, puede hacerlo en luiss.antequera@gmail.com