Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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Estamos sufriendo abuso de poder y una manipulación de la conciencia

por Cuestión de vida

Estoy leyendo y trabajando un libro sobre acompañamiento psicoespiritual de abusos sexuales («Ya no te llamarán 'abandonada'», de Luis Alfonso Zamorano) y me encuentro con una descripción de cómo es una comunidad o grupo donde hay abuso de autoridad y manipulación de conciencia. Estos comportamientos son abusivos y suponen un maltrato psicológico y emocional y un caldo de cultivo para cualquier otro tipo de abusos.

Lo cierto es que quedé sorprendida porque muchas de las características que define, comunidades en las que se vive este ambiente de abuso de autoridad y manipulación de conciencia, se parecen mucho a cómo está evolucionando la sociedad, especialmente la española que, obviamente es la que más conozco, y la descripción de abusador coincide sospechosamente con nuestros líderes. Recopilo algunas porque sería largo ponerlas todas y juzguen qué les parece:

- Las decisiones se imponen sin explicitar las razones y motivaciones.

- Excesiva cantidad de normas.

- A veces, está prohibido, incluso por norma, cuestionar y hablar mal (criticar) del líder.

- La disensión se siente como falta de fidelidad o traición. La gente tiene miedo de pensar y opinar distinto de quien ostenta la autoridad.

- Excesiva concentración de poderes

- Los seguidores del líder suelen ser personas poco críticas, inseguras, fascinadas con su líder, No se atreven a disentir y sienten que los que están fuera de su grupo están siempre equivocados.

- Se margina, aísla y discrimina a quien es crítico y no tan dócil con la autoridad: maltrato verbal, calumnias y difamaciones.

Ahora vamos con el perfil del abusador, aquí sí que acierta completamente en todo:

- Altivez, endiosamiento de su persona, rasgos narcisistas

- Necesitan mandar o se sienten perdidos

- Pueden ser personas con don de gentes, con un carácter que hipnotiza a quienes le sigue.

- No permiten que nadie les haga sombra.

- Invade ámbitos que corresponden a la sana autonomía, se infantiliza a la población.

- Suelen ser amantes de la buena vida y del lujo.

«El autoritarismo genera comunidades cerradas y enfermizas y dejan un rastro de sufrimiento y de personas heridas a lo largo del camino» concluye el autor.

Estoy de acuerdo. Estamos en una sociedad enferma en la que el Estado y los medios de comunicación al servicio del mismo están abusando de su poder y creando un clima verdaderamente irrespirable, de falta de libertad y de opresión constante. Todo está regulado, no se puede disentir, el que disiente es inmediatamente aislado, ridiculizado y muerto civilmente; el miedo se fomenta día a día y hay un permanente estado de alerta ante terribles calamidades que cada día nos acechan (por otra parte, las mismas que han existido desde el principio de los tiempos, la enfermedad, el clima...)

El problema es que todo esto genera muchas víctimas, mucho sufrimiento, mucho dolor, heridas profundas. Las personas podemos sobreponernos a las adversidades, pero no a la falta de esperanza, a la falta de futuro.

Qué decir de la descripción del líder abusador... no le falta ni un detalle.

¿Qué nos mantiene en este estado de sumisión a la autoridad? Creo que el miedo a las consecuencias, a sentirnos marginados, a las represalias, a perder lo poco o mucho que tenemos, como los adeptos a una secta, renunciamos a nuestra libertad, a nuestra forma de pensar, a nuestra autonomía, incluso a nuestra fe por ese miedo.

Pero resulta que tenemos la forma de salir de ese miedo, en Cristo que nos da la libertad, y que nos invita a no tener miedo. Parece ser que se dice 365 veces en las escrituras «no tengáis miedo», no sé si esto es o no cierto o es una forma de hacerlo coincidir con los días del año, pero parece claro que Dios nos advierte una y otra vez de la necesidad imperiosa de no dejarnos vencer por el miedo que nos esclaviza.

Sin embargo, hay algo a lo que sí debemos tener miedo: a los que matan el alma. Pues bien, el infierno existe y es eterno. Tendremos que elegir a qué tenemos miedo y de quién nos podemos fiar, si de Dios o del Estado. Yo ya me he decidido, sé de quién me he fiado.

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