Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Nueve consejos

por Ni un pelo de tontos

Es la coletilla de septiembre: tras las vacaciones, se rompen más matrimonios. Los días de mayor acercamiento ponen de manifiesto las desavenencias entre los cónyuges; aunque también la vuelta a la rutina se cobra su peaje: sin el incentivo del tiempo libre, la tensión y el egoísmo ganan terreno a la generosidad y al buen humor. Sin embargo, enfrentar un nuevo curso en familia y salir, no sólo sin desgaste, sino más fortalecido, es posible. Basta pararse, para impedir que la rutina nos absorba, y planificar el curso en familia, igual que preparamos las vacaciones. Lo que está en juego es más importante que unos días en la playa. Aquí van unos cuantos consejos, que la semana pasada publicó Alfa y Omega:


1º) Primero, el matrimonio. El primer paso está en fortalecer el matrimonio. «Comprobar que el cariño entre sus padres es auténtico y nunca decae constituye para el niño una fuente de alegría y serenidad. Lo importante es renovar el amor, que con el paso de los años ha de mantenerse vivo», explica el pediatra Gianni Astrei en Los errores de papá y mamá. Una buena ayuda es formarse con libros (1, 2, 3, 4), escuelas de padres, y en Centros de Orientación Familiar (COF).

2º) Facilidad. Charo González, terapeuta familiar y miembro del Instituto Pontificio Juan Pablo II, explica que hay que intentar hacer la vida más fácil a los nuestros y a uno mismo: «No tiene sentido ir cada día al límite, metiendo todo en el horario con calzador. Esto supone saber elegir y, por tanto, renunciar. Saber renunciar es vivir mejor». Haga una lista de todas sus actividades para este curso: ¿cuántas cosas hace, que podría delegar en otros, o no hacerlas, y dedicar ese tiempo a los suyos?

3º) Orden en los horarios. La rutina no tiene por qué ser mala: «Que vuestras rutinas -dice González- os construyan, no os destruyan. Piensa tres cosas concretas para incluir en vuestra rutina, y recobrar el tiempo, el sentido ¡y a los que queremos! Incorpora cosas que os gusten: salidas, juegos...» Por ejemplo: leer cada noche un cuento a los niños; buscar momentos de intimidad en el matrimonio; ir al cine tal día al mes...

4º) Ora. Individualmente y en familia: «Pon los asuntos personales y familiares en manos de Dios. Él ha formado tu familia y es quien ayuda a solventar los problemas y potencia las alegrías», explica González. Un ejemplo: rezar el Rosario con misterios vinculados a la vida de uno mismo y de la familia.

5º) Marca límites. Con los hijos, y en la pareja. «Límites que sean conocidos por todos, excepcionalmente flexibles y muy reales: A partir de tal hora no cogemos el teléfono; comemos sin tele; estudiamos a esta hora...», dice González.

6º) Libera tensiones. «A veces pensamos que es mejor no hacerlo, para no cargar al otro, pero eso nos sobrecarga por dentro y es peor para todos. Eso sí, hay que aprender a descargarnos bien: hablar compartiendo, no culpando; mostrarnos apenados, no agresivos; conversar, no regañar. Y ¡descargad todos, no sólo uno!», recuerda la terapeuta.

7º) Habla y escucha. «Hablad no sólo cuando haya problemas, porque si no, la comunicación nunca será relajada, distendida o divertida. Dialogad con respeto sobre lo que uno hace, siente y piensa. Escucha, deja que hable el otro: tu pareja o tus hijos no se agotan en lo que pienses de ellos. Y no escatiméis en sentido del humor, sin frivolizar», dice González. Dos trucos: «Uno: pasead en familia, y que los esposos lo hagan solos con frecuencia. Dos: quedar a comer entre semana, mientras los hijos están en el cole, ahorra la canguro».

8º) Perdona. «Perdona sin almacenar reproches; buscad soluciones, sin pasar por alto lo que deteriora la relación y os daña, y enfrentadlo para ser más felices juntos». ¿Hace cuánto que no pide perdón a su cónyuge, o a sus hijos?

9º) Busca ayuda. «Si piensas que todo está mal y nada te satisface, es que eres tú quien está mal. Por tanto, busca una ayuda que te devuelva a los tuyos, no gente que te dé la razón», explica González. Los COF ayudan a no tirar la toalla, sino a luchar por el proyecto más importante de tu vida: la familia.

La mejor forma de terminar esta lista es, también, con un consejo práctico: imprima este post, guárdelo y consúltelo cada mes. Su familia, como la mía, merece que, al inicio del curso y el resto del año, usted le dedique lo mejor de sí mismo.


José Antonio Méndez

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