Hoy, 23 de septiembre, San Pío de Pietrelcina
por Georgina Trías
Hoy, fiesta de San Pío de Pietrelcina, abro la ventana a la relación que este santo sacerdote tenía con los niños. Así trabajaba afinando la conciencia de las pequeñas almas que querían amar cada día más y mejor a Jesús. Escuchad cómo confesaba a las niñas de 6 años. Lo cuenta Felicita Massa, a quien he podido conocer personalmente, oriunda de San Giovanni Rotondo, hoy ya anciana.
"El Padre Pío me preguntó si había recitado la oración de la mañana. Y yo le respondí:
A veces sí, a veces no-. Y él me preguntó:
- Y el desayuno, ¿te lo has tomado?
- Sí, el desayuno me lo tomo siempre.
- Fenómeno, el desayuno sí. En el cuerpo sí piensas, y en el alma no. Tienes que rezar todas las mañanas.
Yo se lo prometí y he intentado mantener la promesa."
Con esta sencillez hablaba esta señora de nuestro santo. El Padre Pío, sacerdote que recibió los estigmas de Nuestro Señor durante cincuenta años, era así: con pocas palabras decía mucho, y de forma definitiva, pues como veis, las palabras que le dijo a los seis años, Felicita no las ha olvidado.
Este episodio me hace reflexionar sobre un tema del que últimamente vuelve a hablarse, que es el de la edad de la primera comunión. Meditando sobre cómo hablaba el Padre Pío a una niña de seis años, cómo creía en su capacidad de formar desde muy temprano la conciencia, y uniéndolo a la reflexión que hizo el Cardenal Cañizares el pasado mes de agosto, quiero unirme desde aquí, también desde mi propia sensibilidad espiritual a este llamamiento.
Dice el Cardenal: "Todos, especialmente los niños, tenemos necesidad del pan bajado del cielo, porque también el alma debe nutrirse y no bastan nuestras conquistas, la ciencia, las cosas técnicas, por muy importantes que sean. Necesitamos a Cristo para crecer y madurar en nuestras vidas."
Verdaderamente, creo que a los siete años, los niños y las niñas ya necesitan a Cristo para crecer y madurar de forma armónica, integrarlo en la unidad de su ser, y arraigar así su persona. Un mínimo de atención a tus hijos o a cualquier niño que tengas cerca te confirma la idea de que "ellos son siempre amigos muy especiales del Señor", de que "son, por su alma limpia y abierta, los mejor dispuestos al encuentro, la amistad, la unión con Jesús." Así como a recibir su presencia y su fuerza. No les privemos, pues, como dice el Cardenal, del don de Dios. Pidámoslo a nuestros catequistas, en las parroquias, en los colegios, y se nos dará. Hagamos lo que esté en nuestra mano para dar este alimento esencial a nuestros hijos, a los niños que nos rodean. Seguro que nos sorprenderemos viendo que ellos mismos nos lo piden, pues su alma clama por ello.
“¡Habrá santos entre los niños!”, dijo San Pío X. Os invito, para concluir, a conocer la historia de Nennolina, una niña italiana que tenía tan solo seis años y medio cuando murió, y enseguida se sucedieron una catarata de conversiones y gracias. Una vida corta de intenso amor a Jesús, que hará que se convierta pronto en la santa más joven, no mártir, de la Historia de la Iglesia.