Sentido y sensibilidad
Eran los últimos momentos que compartiría con Jonh F. Kennedy. En el tintero se quedaban cuestiones personales como su continuo adulterio y su eterna precaria salud. Pero en el ánimo me quedaba una sensación de que sus tres años de mandato supusieron un freno para la guerra y una prórroga que Dios concedía a la humanidad; si en esos días alguien más beligerante, hubiera ocupado la Casa Blanca, posiblemente, hoy no lo contaríamos. Cuando Lyndon B. Jonson asumió el poder, tras su asesinato, metió a su país en la inacabable guerra del Vietnam y demostró que Kennedy fue un pacificador destinado a lidiar en esos días de tensión…el peligro de hecatombe mundial ya había pasado.
No en vano fue premiado póstumamente con el Premio Pacem in Terris. Este premio fue instituido en honor a la encíclica de 1963 del Papa Juan XXIII, en la cual llama a todas las personas de buena voluntad a asegurar la paz entre todas las naciones
Paseábamos por Washington, del obelisco a la enorme estatua de Lincoln, otro de los grandes de la historia de Estados Unidos y de la humanidad, que ya nos esperaba allí. Los presidentes se saludaron cordialmente. Ambos lucharon por el derecho de los negros: En 1863, Lincoln, liberó a los esclavos, mediante una proclamación de emancipación. Fue saludado en Gettisburgh, como un héroe conquistador por esclavos liberados, cuyos sentimientos fueron ejemplarizados así por un admirador: «Sé que soy libre, porque he visto la cara de Padre Abraham y lo he sentido».
Y en 1963, cien años después, Kennedy, intervino cuando el Gobernador de Alabama, George Wallace, bloqueó la puerta de la Universidad de para impedir matricularse a dos estudiantes afro-estadounidenses. Wallace sólo cedió y se apartó cuando fue requerido por los alguaciles federales, el Fiscal y la Guardia Nacional de Alabama. Esa tarde, Kennedy dio su famoso discurso sobre los derechos civiles por radio y televisión. En el discurso instó a los congresistas para que legislaran seriamente sobre el tema y que de ese modo se alcanzaran las metas propuestas por Lincoln hacía más de 100 años. Esta propuesta se convertiría en la Ley de Derechos Civiles de 1964.
El espigado y desgarbado Lincoln dijo con firmeza y elegancia:
—Para mí, era imposible conseguir la unión del país con esas diferencias, abusos e injusticia social de los propios integrantes de la nación.
Kennedy usó su turno:
—Para mi era insostenible promover la democracia y la igualdad por el extranjero y mantener esa herida abierta en el corazón de la sociedad americana.
Dos presidentes incomparables, dos hombres de fe, que lucharon hasta las últimas consecuencias por la igualdad, la unión de las personas de su país, dos hombres que compartieron destino: el martirio.
— ¿La culminación de su lucha se sella con la presidencia de Obama? — pregunté a ambos y Kennedy respondió:
—Sin duda que es el fin de un ciclo, el fin de una lucha que se llevó mucho dolor y sangre. Pero esto no ha acabado. Sigue habiendo discriminación de razas, religión, sexo e ideas, en América y en el mundo entero.
— ¿Porqué un hombre esclaviza a otro?
—Por poder, sin duda—contestó enérgico Lincoln—, la mano de obra negra suponía la gran riqueza de los magnates del sur. No se desharían de su tesoro tan fácil y nos llevarían irremediablemente a la guerra, por mucho que intenté evitarla.
—Conseguir otorgarles sus derechos civiles, hace tan sólo cuatro días, también costó muertes y revueltas.
Kennedy enarcó las cejas en señal de resignación.
—El reverendo Martin Luther King, sin ir más lejos, unos años después de mí.
—Intolerancia, racismo, fanatismo, injusticia, posiciones inflexibles. En 2010 lo peor que te pueden llamar es intolerante, extremista y radical. En la zona cero, en el corazón de Occidente, se construirá una mezquita en defensa de la libertad de religión, pero ¿los terroristas no habrán ganado, no habrán contribuido a la propagación del Islam?
—Se siente culpable...Occidente busca la redención. Está en deuda con el mundo musulmán por la injusticia de la guerra de Irak. Manipulación de datos, error en los objetivos, y sed de venganza, son las culpas que hay que redimir. Podremos negar a Dios y eliminar el concepto de pecado, pero no podemos huir del sentido de la responsabilidad y consecuencias de nuestros actos.. América se equivocó. Occidente se equivocó. Fue a una guerra basada en la mentira y la manipulación. Todos contribuyeron; los políticos, los medios de comunicación, los poderosos, el pueblo. El alma de la sociedad está dañada por aquella invasión. No quisieron aceptar la cruz, no quisieron ser mártires y respondieron. Ahora la justificación moral la tiene el Islam. La tiene palestina porque Israel responde a los ataques terroristas. Occidente pierde la guerra mediática y moral, porque responde con violencia al violento. Ahora la consigna es tolerar, abrir la mente, ser flexible. El mundo se ha equivocado tantas veces…el nazismo, el comunismo, las dictaduras, el racismo, la discriminación, el abuso…ha provocado tanto sufrimiento. Pero no olvidemos que en el Islam el estado y la religión son uno. Y en este caso, además, el mundo musulmán tiene petróleo...y tiene el fundamentalismo.
—Pero el Islam no atacó las torres, fue Al Quaeda.
—En vuestro país una cosa es ETA y otra son los vascos, pero a ningún español se le ocurriría quemar públicamente una ikurriña.
—¿Pero entonces estamos a merced de la culpa de nuestras acciones, la dependencia del dinero y la persuasión del miedo?
—Habrá una mezquita en la zona cero, no lo dudes. En occidente se venderá como una conquista de la libertad de religión y nos sentiremos más buenos y más satisfechos con el grado de convivencia alcanzada....Pero el Islam habrá perdido una oportunidad única de mostrar al mundo su sensibilidad, nula al no respetar el dolor universal de las víctimas; a nadie se le ocurrió edificar nada de nada en Austchwitz, diez años después de apagarse el humo del infierno. El islam es la religión de la Fe, no la del amor.
—“Haz el amor y no la guerra”, “prohibido prohibir”, “vive y deja vivir” y ahora...”respeta o te pego, te insulto, te manipulo, te miento, me impongo”.¿Seguimos sin encontrar el camino del sentido del respeto al otro?
No me contestaron. Nos paramos frente al imponente Capitolio, el corazón del gobierno de Occidente. Lincoln tomó la palabra:
—Verás, la esclavitud oficial se acabó con la guerra, el final de la discriminación social de los negros se generó con la aportación de John, las instituciones y gobiernos deben velar por la libertad y los derechos humanos, pero la verdadera libertad no viene de afuera, la verdadera libertad está en el interior del hombre, que es esclavo de sus pasiones. Cuando los confederados perdieron la guerra, su sentimiento de rabia y rencor les llevó a legislar leyes discriminatorias hacia los negros que duraron hasta ayer. El problema, es un problema del interior del hombre. El problema no es ser blanco, negro, indio, judío, gitano. El problema está en el interior del hombre.
“Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.” (Mc 7, 20)
"Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Ga 3, 26)
No en vano fue premiado póstumamente con el Premio Pacem in Terris. Este premio fue instituido en honor a la encíclica de 1963 del Papa Juan XXIII, en la cual llama a todas las personas de buena voluntad a asegurar la paz entre todas las naciones
Paseábamos por Washington, del obelisco a la enorme estatua de Lincoln, otro de los grandes de la historia de Estados Unidos y de la humanidad, que ya nos esperaba allí. Los presidentes se saludaron cordialmente. Ambos lucharon por el derecho de los negros: En 1863, Lincoln, liberó a los esclavos, mediante una proclamación de emancipación. Fue saludado en Gettisburgh, como un héroe conquistador por esclavos liberados, cuyos sentimientos fueron ejemplarizados así por un admirador: «Sé que soy libre, porque he visto la cara de Padre Abraham y lo he sentido».
Y en 1963, cien años después, Kennedy, intervino cuando el Gobernador de Alabama, George Wallace, bloqueó la puerta de la Universidad de para impedir matricularse a dos estudiantes afro-estadounidenses. Wallace sólo cedió y se apartó cuando fue requerido por los alguaciles federales, el Fiscal y la Guardia Nacional de Alabama. Esa tarde, Kennedy dio su famoso discurso sobre los derechos civiles por radio y televisión. En el discurso instó a los congresistas para que legislaran seriamente sobre el tema y que de ese modo se alcanzaran las metas propuestas por Lincoln hacía más de 100 años. Esta propuesta se convertiría en la Ley de Derechos Civiles de 1964.
El espigado y desgarbado Lincoln dijo con firmeza y elegancia:
—Para mí, era imposible conseguir la unión del país con esas diferencias, abusos e injusticia social de los propios integrantes de la nación.
Kennedy usó su turno:
—Para mi era insostenible promover la democracia y la igualdad por el extranjero y mantener esa herida abierta en el corazón de la sociedad americana.
Dos presidentes incomparables, dos hombres de fe, que lucharon hasta las últimas consecuencias por la igualdad, la unión de las personas de su país, dos hombres que compartieron destino: el martirio.
— ¿La culminación de su lucha se sella con la presidencia de Obama? — pregunté a ambos y Kennedy respondió:
—Sin duda que es el fin de un ciclo, el fin de una lucha que se llevó mucho dolor y sangre. Pero esto no ha acabado. Sigue habiendo discriminación de razas, religión, sexo e ideas, en América y en el mundo entero.
— ¿Porqué un hombre esclaviza a otro?
—Por poder, sin duda—contestó enérgico Lincoln—, la mano de obra negra suponía la gran riqueza de los magnates del sur. No se desharían de su tesoro tan fácil y nos llevarían irremediablemente a la guerra, por mucho que intenté evitarla.
—Conseguir otorgarles sus derechos civiles, hace tan sólo cuatro días, también costó muertes y revueltas.
Kennedy enarcó las cejas en señal de resignación.
—El reverendo Martin Luther King, sin ir más lejos, unos años después de mí.
—Intolerancia, racismo, fanatismo, injusticia, posiciones inflexibles. En 2010 lo peor que te pueden llamar es intolerante, extremista y radical. En la zona cero, en el corazón de Occidente, se construirá una mezquita en defensa de la libertad de religión, pero ¿los terroristas no habrán ganado, no habrán contribuido a la propagación del Islam?
—Se siente culpable...Occidente busca la redención. Está en deuda con el mundo musulmán por la injusticia de la guerra de Irak. Manipulación de datos, error en los objetivos, y sed de venganza, son las culpas que hay que redimir. Podremos negar a Dios y eliminar el concepto de pecado, pero no podemos huir del sentido de la responsabilidad y consecuencias de nuestros actos.. América se equivocó. Occidente se equivocó. Fue a una guerra basada en la mentira y la manipulación. Todos contribuyeron; los políticos, los medios de comunicación, los poderosos, el pueblo. El alma de la sociedad está dañada por aquella invasión. No quisieron aceptar la cruz, no quisieron ser mártires y respondieron. Ahora la justificación moral la tiene el Islam. La tiene palestina porque Israel responde a los ataques terroristas. Occidente pierde la guerra mediática y moral, porque responde con violencia al violento. Ahora la consigna es tolerar, abrir la mente, ser flexible. El mundo se ha equivocado tantas veces…el nazismo, el comunismo, las dictaduras, el racismo, la discriminación, el abuso…ha provocado tanto sufrimiento. Pero no olvidemos que en el Islam el estado y la religión son uno. Y en este caso, además, el mundo musulmán tiene petróleo...y tiene el fundamentalismo.
—Pero el Islam no atacó las torres, fue Al Quaeda.
—En vuestro país una cosa es ETA y otra son los vascos, pero a ningún español se le ocurriría quemar públicamente una ikurriña.
—¿Pero entonces estamos a merced de la culpa de nuestras acciones, la dependencia del dinero y la persuasión del miedo?
—Habrá una mezquita en la zona cero, no lo dudes. En occidente se venderá como una conquista de la libertad de religión y nos sentiremos más buenos y más satisfechos con el grado de convivencia alcanzada....Pero el Islam habrá perdido una oportunidad única de mostrar al mundo su sensibilidad, nula al no respetar el dolor universal de las víctimas; a nadie se le ocurrió edificar nada de nada en Austchwitz, diez años después de apagarse el humo del infierno. El islam es la religión de la Fe, no la del amor.
—“Haz el amor y no la guerra”, “prohibido prohibir”, “vive y deja vivir” y ahora...”respeta o te pego, te insulto, te manipulo, te miento, me impongo”.¿Seguimos sin encontrar el camino del sentido del respeto al otro?
No me contestaron. Nos paramos frente al imponente Capitolio, el corazón del gobierno de Occidente. Lincoln tomó la palabra:
—Verás, la esclavitud oficial se acabó con la guerra, el final de la discriminación social de los negros se generó con la aportación de John, las instituciones y gobiernos deben velar por la libertad y los derechos humanos, pero la verdadera libertad no viene de afuera, la verdadera libertad está en el interior del hombre, que es esclavo de sus pasiones. Cuando los confederados perdieron la guerra, su sentimiento de rabia y rencor les llevó a legislar leyes discriminatorias hacia los negros que duraron hasta ayer. El problema, es un problema del interior del hombre. El problema no es ser blanco, negro, indio, judío, gitano. El problema está en el interior del hombre.
“Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.” (Mc 7, 20)
"Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Ga 3, 26)
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