Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Dios desciende, envuelve y remueve

por Sólo Dios basta

Dios habla de muchas maneras al corazón del hombre. Es Dios y lo puede todo por eso mismo, porque es Dios, nuestro Creador, Sanador y Salvador. A Dios cuanto más se le conoce más se le ama y más actúa en la persona. Es la base de la vida cristiana y de eso dan testimonio todos aquellos que le seguimos de un modo u otro en la Iglesia, donde todos buscamos la santidad de vida dentro de la ingente variedad de realidades que ayudan a vivir un encuentro personal con Él.

Prueba de ello es lo que ha pasado esta mañana al ir a misa después de tener ayer un encuentro con unas amigas de la Renovación carismática. Empiezo por la tarde de ayer. Había quedado con estas chicas que forman parte de esta realidad tan viva de la Iglesia como es la Renovación carismática para plantear una propuesta de ayuda espiritual a los jóvenes de La Rioja. Voy al grano. Los cuatro que allí estábamos teníamos en el corazón desde hacía tiempo un deseo para nuestra tierra riojana: hacer un Seminario de vida en el Espíritu para que los jóvenes puedan conocer esta vivencia eclesial y se dejen llenar del fuego del amor de Dios y que lleve sus vidas a lo más grande, al encuentro con Cristo que cambia la existencia de aquellos que se abandonan en el Padre a la luz del Espíritu Santo. Y es que el Espíritu Santo, de modos muy distintos en estos últimos días, había inspirado esta invitación de modo directo a los que nos juntamos en torno a una mesa para dar cuerpo a esta realidad. Pedimos la presencia del Espíritu Santo y alabamos al Padre en unión a su Hijo amado Jesucristo. Luego nos ponemos manos a la obra: buscar posibles fechas, hermanos de provincias cercanas que nos ayuden, sacerdotes que nos acompañen, casa para reunirnos durante el fin de semana que se desarrolle el encuentro, temario, etc. y por supuesto una lista de jóvenes que pueden llenarse de Dios y cambiar sus vidas si participan de este Seminario que se gesta en estos momentos.

Parece que todo marcha bien, y mejora de repente, cuando una de las hermanas propone preparar un escrito para que la gente de La Rioja, y sobre todo los jóvenes, conozcan un poco más qué es la Renovación carismática y los Seminarios de vida en el Espíritu para que se animen a venir al encuentro con Cristo; por otro lado también para que los que lo lean, sea en el lugar que sea, oren por esta causa para que dé frutos de gracia, de vida, de cambio de caminos para mayor bien de los que participen. Es un deseo que se hace realidad y lo acogemos con mucha alegría.

Y ahora vuelvo a lo vivido esta mañana cuando acudo a celebrar la eucaristía en las madres carmelitas descalzas de Calahorra. Voy en oración con todo lo vivido la tarde anterior y me doy cuenta que Dios ha empezado su obra. Algo hay que escribir; me lo ofrece el Espíritu Santo que toca mi corazón cuando cruzo el puente sobre el río Cidacos que separa el convento del Carmen del monasterio de las carmelitas descalzas.

Hay niebla, mucha niebla, y ayer teníamos sol. Me paro en el puente, miro hacia delante y no veo ni siquiera la catedral y mira que es grande y está cerca. Lo mismo sucede si dirijo la mirada a mi espalda, donde se encuentra mi querido convento del Carmen, tampoco lo veo. Solo hay niebla, y el río que lleva un hilo de agua y demuestra que hay vida y paso de Dios. Me quedo inmerso en la niebla. En esta densa niebla descubro la presencia viva de Dios. Sí, ahí está Dios, mi Dios, el Dios vivo que reina en cada corazón y que en la Renovación es alabado y adorado con poder, unción y alegría desbordante. Ayer pedíamos la presencia del Espíritu en esta tarea y ahora lo uno todo. Ayer oramos al buen Dios de la historia que salva y hoy ese mismo Dios se hace presente con esta intensa niebla que cubre Calahorra en la mañana del nuevo día. Veo muy claro en medio de la niebla que el Dios vivo desciende, envuelve y remueve. ¡Sí! ¡Gloria a Dios! Me lleno de ti, Dios mío, y me dejo llevar por ti para ver como todo lo haces nuevo cuando nos abrimos a tu inmenso amor.

Dios desciende, sí, Dios Espíritu Santo ha venido de los cielos, ayer pedíamos su presencia, su ayuda, su luz y ahora ha venido con todo su poder para decir que el cielo viene a la tierra con su presencia y por eso hay esta niebla tan densa en este nuevo día. Sí, Espíritu Santo, has descendido, has venido, has tomado a los que salen hoy a la calle. Eso es orar al Espíritu Santo, pedir que venga sobre su Iglesia y la renueve, le dé vida, la fortalezca y la ilumine para que vaya por el camino de la vida, de la alegría, de la paz. ¡Ven Espíritu Santo!

Pero no es que sólo Dios desciende en el Espíritu Santo, sino que además envuelve. Lo que vivo por fuera con la niebla que envuelve todo el lugar y mi persona es lo mismo que veo en el interior de mi ser. El amor de Dios Padre me envuelve, me rodea, me abraza con un amor que nunca falla, nunca se acaba, nunca me va a dejar. Cuando la Iglesia se abre a este amor todo cambia; cambia porque el amor inmenso y misericordioso del Padre de la gloria penetra en cada corazón y lo abre a una vida nueva: la vida que ofrece a cada uno en su Hijo Jesucristo. ¡Bendito sea Dios!

Y queda lo mejor, que Dios remueve el corazón, ¿cómo? ¡En el Hijo! Cuando nos encontramos con Él en persona al celebrar la eucaristía, al adorarle en la custodia, al dejarnos perdonar por Él en cada confesión, al hablar con Él a solas, al dejar que nos muestre el camino al Padre a la luz del Espíritu Santo. Eso va a pasar cuando voy hacia las carmelitas a celebrar la misa. Dios Hijo entra en el corazón y remueve todo para que te des cuenta que es lo más grande que tiene lugar en tu día a día cuando vas a misa y el mismo Dios hecho carne en el Hijo entra en tu ser. ¡Es real! ¡Dios entra en ti! ¡Te ama, te habla, te remueve! Todo esto para que cambies, para que te des cuenta que Dios quiere lo mejor para ti, para su Iglesia, que tengamos la cercanía y presencia del Dios vivo que nos da todo para vivir de verdad. ¡Alabado eres, Señor!

Ahora viene lo bueno, si se puede sumar algo a esta experiencia de Dios. Y es que después de misa, a la vuelta, cuando vuelvo a cruzar el puente, me detengo de nuevo y me doy cuenta de que lo vivido antes de la misa es lo que nos puede ayudar para entender lo que es un Seminario de vida en el Espíritu. Os lo explico: es un proceso, un camino, un encuentro vivo con Dios. Es algo más que un retiro. Un retiro queda en eso, en un retiro, pero un Seminario de vida en el Espíritu es un momento especial de la vida de aquel que se dispone a dejar que Dios entre de modo especial en lo más íntimo de la persona y lo cambie del todo, lo haga nuevo, lo abra a la acción de Dios para que cumpla con toda la fuerza, la alegría y la esperanza la misión que Dios pide para él en la Iglesia. Es abrir el corazón a Dios y dejar que hable, que sane, que rompa ataduras que no dejan seguirle como Él quiere. A la vez tiene lugar un proceso de aprendizaje y conocimiento con enseñanzas que ayudan a descubrir el amor de Dios, el pecado, la salvación en Cristo, la vida de fe, la conversión, el señorío de Cristo, la vida en el Espíritu Santo y sus dones y la comunidad como temas centrales. A esto se suma que Dios está presente en la custodia esperando a que vayas a estar con Él a solas y con todo el grupo, hay sacerdotes para confesarte o para acompañarte, hay eucaristía y hay una presencia viva del Espíritu que recoge todo el Seminario de vida en el Espíritu Santo para demostrar de modo vivo que Dios entra en ti y tú le dejas entrar hasta lo más íntimo de tu ser. En resumen es experimentar en primera persona cómo el Espíritu Santo desciende sobre ti, el Padre te envuelve en su amor y el Hijo te remueve el corazón.

Esto es a grandes rasgos un Seminario de vida en el Espíritu; por otro lado y unido íntimamente a ello, tenemos la Renovación carismática, que es una realidad eclesial que pretende vivir esta experiencia del Seminario de una forma permanente con la presencia viva del Espíritu Santo al que se abre para renovar la Iglesia. Hay grupos que nacen después de los Seminarios o que ya existen y se suman los que hacen un Seminario y se reúnen cada semana para orar a Dios, para formarse con enseñanzas, para interceder por algún motivo y sobre todo tomar fuerza para ser testigos del Espíritu Santo allí donde se encuentren a lo largo de la semana hasta que llega un nuevo encuentro y todos se unen a la luz de Dios Espíritu Santo y dejan que Dios sea Dios. Esto se hace en grupo ya sea en el que se reúne cada semana, o unidos en los retiros de grupos por zonas geográficas, o lo que es más, en la asamblea nacional en Madrid o en los encuentros de jóvenes antes de Navidad y en verano. Da igual el momento, lo que la Renovación carismática busca y tiene como centro de su ser es ayudar a todos los que quieran a renovar su vida orando unidos como hermanos a ese Dios que desciende, envuelve y remueve.

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