¡La mística doctora!
por Sólo Dios basta
Todos los santos tienen su octava; Santa Teresa de Jesús también y si lo decimos en Alba de Tormes, donde se encuentra su sepulcro, mucho más. Para el que no lo sepa hay que aclarar que la fiesta grande de Alba de Tormes es la octava de Santa Teresa. Todo comienza el 14 por la mañana cuando la imagen de Santa Teresa sale de la clausura del monasterio de las madres carmelitas descalzas y recorre en procesión las calles del pueblo acompañada por multitud de vecinos no sólo de la villa albense, sino de toda la comarca. Se termina en la iglesia del monasterio con una misa. El día 15, el día de la Santa, la misa solemne de la mañana y la procesión de la tarde con la imagen y el relicario con el santo brazo discurre por no pocas calles y callejuelas hasta que vuelven a la iglesia. La novena ya ha empezado y cada día un grupo del pueblo prepara y ambienta la misa. ¡Y llega el culmen!, ¡el día de la octava!, ¡el 22 de octubre!, cuando otra procesión devuelve la imagen de la Santa de Castila de nuevo a la clausura del monasterio.
Hay que estar allí para vivir momentos tan intensos y de amor a una mujer, a una santa, a una doctora de la Iglesia. Y ahí quería llegar, a Santa Teresa doctora de la Iglesia. Este año se cumplen 50 años de este nombramiento eclesial. El 27 de septiembre de 1970 en la basílica de San Pedro de Roma la Madre Teresa es proclamada doctora de la Iglesia. ¡La primera mujer en la historia! Luego vendría una de sus hijas, Santa Teresita del Niño Jesús. Pero ahora vamos a centrarnos en lo que pasa en Alba de Tormes esos días de mitad de octubre cuando en ese lugar y sus alrededores no se habla de otra cosa sino de Santa Teresa. La gente va a ver a la imagen, a hacerle la visita y rezar ante ella por todo lo que lleva en su corazón.
Las celebraciones de la novena son muestra patente del amor de todo un pueblo a su santa, a su patrona, a su mística doctora. Desde los niños hasta los jubilados, pasando por “las mozas” y también los jóvenes; así cada día una parte de la población albense lleva las riendas de la fiesta en Alba para honrar a la santa que más quieren y que más peso tiene en sus vidas.
¡Vamos a la procesión!: todo abarrotado de gente, de todas las edades, ahí no falta nadie. ¡Todos quieren ver a Santa Teresa! La imagen de la Santa con su birrete de doctora procesiona por las calles de Alba acompañada del intenso fervor popular que no para de ensalzarla a pleno pulmón: ¡Viva Santa Teresa! ¡Viva Santa Teresa! ¡Viva Santa Teresa! Eso empieza a dar muestra evidente de lo que una persona puede vivir por dentro. Gente sencilla que ha pasado toda su vida en este pueblo donde reposan los restos de la Fundadora del Carmelo Descalzo y que desde niños han ido con sus abuelos y padres a la procesión. Ahora con orgullo llevan a sus nietos cerca para que aprendan lo que es el amor, la devoción y la alegría de sentirse hijo de un pueblo que tiene el privilegio singular de ser el relicario del cuerpo de Santa Teresa de Jesús. La banda municipal suma melodías musicales a la procesión. Las miradas que siguen de cerca la imagen muestran algo único: los que no están en la calle se asoman a las ventanas y balcones para ver a su querida Santa. No faltan los sacerdotes que han ejercido en Alba y quieren hacerse presentes como pastores que son de estos pueblos o lo han sido hace años o simplemente son también hijos del pueblo. También se suman los padres reparadores que tienen su seminario menor en esta villa y algunos de esos seminaristas ayudan en la misa y llevan la cruz y ciriales en la procesión. Seguimos recorriendo calles, plazas, cuestas, sin dejar de ver gente, ¡Es impresionante! No falta el ayuntamiento por supuesto y si se me dejo alguno no será sino por descuido u olvido.
Faltan los hijos directos, los que tienen su casa justo en frente del monasterio, junto a la plaza. A un lado las monjas y a otro lado los frailes. Las hijas con el sepulcro de Santa Teresa y los hijos en el convento con la primera iglesia dedicada a San Juan de la Cruz. ¡Qué regalo poder vivir como carmelita descalzo en el mismo lugar donde está enterrada tu madre fundadora! ¿Qué más podrían pedir los jóvenes que inician sus pasos en la Orden si pudieran hacerlo como postulantes o novicios en esta casa tan importante para el Carmelo Descalzo y disfrutar de muchas horas de intimidad en la iglesia donde está el Señor en el sagrario y el sepulcro de la Santa en el camarín del retablo? ¡Cuántos frailes quisieran vivir aquí y poder celebrar la misa y rezar a diario junto a sepulcro de aquella que les ha llamado a ser hijos suyos para seguir el camino de Jesucristo como carmelitas descalzos!
Para un carmelita descalzo es una gracia inmensa. Para mí así lo fue el año escaso que estuve viviendo con toda paz en este convento de Alba de Tormes. ¡Gracias Madre Santa Teresa por tener este gran detalle conmigo! Todo lo narrado anteriormente lo digo porque he tenido la dicha de participar en estos cultos a mi madre Santa Teresa de Jesús durante ese año de vivencia intensa como hijo suyo en Alba de Tormes. Vestir el hábito pardo y la capa blanca en la procesión detrás de la imagen y rezar mientras sucede lo que acaba de relatarse es algo que queda bien grabado y no se puede olvidar cuando se acercan estas fechas de octubre.
Sólo queda por añadir lo que sucede antes de terminar la procesión. ¡La plaza llena, la imagen a la puerta, las voces preparadas y el ánimo y sentimiento a flor de piel! Entonces, en esos momentos que no sé cómo describir, a una sola voz todos los presentes entonan el himno a Santa Teresa. ¡No es para contarlo, hay que estar en esa plaza para poner nombre a lo que se experimenta! ¡Vamos a verlo en directo!
¿Qué decir ante estas imágenes? ¿Se le puede querer más a Santa Teresa? ¿Se entiende lo que significa ser carmelita descalzo y poder vivir esto cada vez que llegan las fiestas de Santa Teresa y sólo hace falta salir a la puerta del convento?
Repasemos juntos el estribillo del himno de donde podemos sacar mucho provecho:
Cantemos a Teresa,
la santa de Castilla,
que en Alba duerme y brilla
con carmelita luz.
Velemos, velemos,
velemos el sepulcro
de la monja escritora,
la mística doctora,
Teresa de Jesús.
Da igual que seas fraile, carpintero, barrendero, tengas una carnicería, una tienda, estés jubilado o estudiando, seas médico, camarero, arquitecto, sacerdote, agricultor, maestro, electricista, policía, ingeniero, abogado, etc. Si vives en Alba de Tormes esta letrilla la haces vida y descubres la grandeza que supone vivir en este lugar.
Santa Teresa escucha los cantos de sus hijos, se hace una más porque ella es de Ávila y por tanto castellana y de ahí eso de ser la Santa de Castilla. ¿Alguien conoce otra santa más querida y honrada en toda Castilla? Nadie puede discutir que allí duerme y espera la resurrección final mientras brilla en todo momento para dar luz al que a ella se acoge. Lo digo por experiencia; aunque sea bien de noche no falta el brillo que recibes de una madre que te ilumina para caminar hacia el encuentro con Jesucristo. ¡Y todo esto vivirlo junto a ella, mientras velas su sepulcro, mientras rezas en silencio sabiendo que eres escuchado y mientras tienes el privilegio de poder volver a cualquier hora del día a visitar el sepulcro de alguien muy especial que atraviesa tu corazón para decirle sí a Dios cada día!: una monja castellana, una santa de pies a cabeza, una escritora de la más exquisita doctrina y la primera mujer en la historia que ha recibido el título de doctora de la Iglesia. ¡Por algo será! ¡Es Santa Teresa de Jesús! ¡Es la Santa de Castilla! ¡Es la monja escritora! ¡Es la mística doctora!