Sexo, mentiras y cintas de video
Dalila sedujo a Sansón y provocó su ruina, David cometió adulterio con Betsabeth, la esposa del faraón intentó seducir a José y cuando la rechazó, levantó falso testimonio y provocó su
encarcelamiento, la adúltera fue salvada de la lapidación, in extremis, por Jesús.
Susana rechazó el acoso de los ancianos lujuriosos y éstos, levantaron también falso testimonio...sexo, lujuria, montajes, mentiras, gente sin escrúpulos, injurias, difamaciones...nada nuevo bajo el sol.
La única diferencia después de tantos siglos es, la televisión. Ahora podemos pasar cuatro horas por la mañana, otras cuatro horas por la tarde y otras cuatro por la noche, los fines de semana, enfrente de la televisión, viendo el circo mediático que provoca cualquier personaje sin mérito ninguno, excepto acostarse con unas u otros. Montajes, mentiras, juicios morales...todo apoyado con documentos sonoros y cintas de vídeo.
En estos pensamientos estaba inmerso cuando hoy una voz que llegaba desde un rincón del jardín, hacia la derecha:
-En aquel embrollo quedaron claras varias cosas: cualquier persona está expuesta a la difamación. Si es bella, rica o famosa, tiene más probabilidades de ser perseguida y acosada por la opinión pública, provoca irrefrenables envidias. La masa siempre está predispuesta a la crítica destructiva, ciertas expresiones, estaban en boca de todos: “cuando el río suena...”, “tan perfectita no podía ser...”, “en todos sitios cuecen habas...”, “mírala, la que iba de santita...”.
Avancé intrigado, bajo las enredaderas y el olor embriagador de las flores.
-Suscitó una gran expectación, no hay nada más morboso que una historia de lujuria y adulterio y más si, como en este caso, se trataba de una auténtica belleza, de buena familia y con prestigio y posición. Susana era un blanco fácil.
Llegué al lugar de donde procedía la voz. Una fuente natural de agua caía por la roca y una figura humana se inclinaba para atrapar unas gotas en las manos y sorberlas. El gran profeta Daniel se giró y me sonrió ofreciéndome beber de la fuente. Después de un gesto de cortesía me acerqué y me refresqué.
-Los ancianos se dejaron pervertir por sus impulsos sexuales y quisieron forzarla, pero ella se puso a gritar y saltó el escándalo. Para salvar el pellejo se inventaron lo del adulterio.
Comenzamos a pasear por aquel jardín persa de ensueño.
-Los ancianos eran respetables y afamados y guiaron a la muchedumbre fácilmente a su conveniencia, sentenciando a Susana a muerte.
De nuevo pensé en el constante espectáculo televisivo, donde desfilan mentirosos, montajistas, famosos y famosillos, presentados por gurus de la comunicación que provocan y favorecen el juicio moral, el chismorreo, la vulgaridad y el esperpento, disfrazado de banalidad, alegría e ironía inocente. No sería preocupante si no fuera porque son programas líderes de audiencia, auténticos tribunales éticos donde se juzga y se condena. A todas horas tenemos un referente moral, que enseña la irresponsabilidad personal ante la vida ajena. Es lamentable que la mayoría de nuestros jóvenes emulen orgullosos el último giro lingüístico de la famosilla de turno, pero sean de los estudiantes más atrasados de Europa. El nivel moral y cultural de este país se mide por el volumen de ordinarieces y sandeces que somos capaces de tragarnos sin anestesia a través de la caja tonta.
-Entonces interviniste tú, para deshacer el entuerto.
-Si. No fue difícil atraparles en la mentira.
-¿Qué pensó la gente cuando comprendió que habían estado apunto de acabar con la vida de una inocente?
-Hubo un sentimiento general de estupor, responsabilidad y respeto...disculpas y silencio.
Coloquios banales, juicios, murmuraciones, difamaciones, falsos testimonios en los que participamos todos. Tuvimos una oportunidad de debatir y reflexionar seriamente sobre el tema, cuándo ésta vorágine devorafamas, provocó la muerte de aquella querida y desgraciada princesa de Gales. Pero duró dos días. La maquinaria de los flashes y el negocio fácil, no paró nunca y se auto alimentó para proseguir más fuerte que nunca. El problema no es que existan este tipo de entretenimientos, lo peor es que haya tantos y tan malos. No nos damos cuenta, pero la llovizna constante hace su efecto. El ambiente es grosero, ordinario, superficial, inquisitivo, irresponsable e irrespetuoso. Cualquiera se cree con derecho a juzgar y condenar a cualquiera que aparezca en la pantalla. Y si es mujer, bella y rica...está lista. El papel de la mujer es denigrante, zafio y barato.
“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?” (Mt 7, 1)
-El pueblo siempre está ávido de noticias morbosas de la gente que pueda ver, juzgar y valorar desde la barrera. Sentirse vivos a través de la vida de otros, es la condición de la raza humana. Entretenimiento, fácil y divertido que les hace olvidar la mediocridad o la dureza de sus vidas. -Daniel me pasó el brazo por el hombro en señal de comprensión. -tranquilo, confía en que todo cambiará, esto no dejan de ser modas y momentos pasajeros. Piensa que no hay otra cosa...no hay liderazgo de calidad.
-¿Liderazgo? ¿Te refieres a líderes que atraigan y convenzan, profesionales que oferten algo diferente al parloteo y el chismorreo? No hay, ni se les espera. Desde luego es mejor perderte en el universo anestésico del famoseo liviano, que sufrir a esta clase política de medio pelo, incapaces de dar un discurso sencillo y eficaz. Políticos sin clase, sin carisma, rojos y azules que parecen estar a punto un éxtasis de colores, cada vez que hablan desde el púlpito de su vanidad. Talante de perfil bajo, muy bajo, es lo que respiramos en nuestra sociedad a todos los niveles.
Llegamos a una puerta enrejada que marcaba el final de mi paseo con Daniel. Hizo un ademán de irse, pero antes me miró con afecto y... esperanza. Desapareció tras un recodo del jardín y me dejó solo con sensaciones positivas, a pesar de mi pesimismo. En el horizonte, al final de la calle asfaltada por la que comencé a caminar, identifiqué el ruido de un motor, se acercaba un Cadillac blanco descapotable en mi dirección. Esperé inquieto su llegada...
encarcelamiento, la adúltera fue salvada de la lapidación, in extremis, por Jesús.
Susana rechazó el acoso de los ancianos lujuriosos y éstos, levantaron también falso testimonio...sexo, lujuria, montajes, mentiras, gente sin escrúpulos, injurias, difamaciones...nada nuevo bajo el sol.
La única diferencia después de tantos siglos es, la televisión. Ahora podemos pasar cuatro horas por la mañana, otras cuatro horas por la tarde y otras cuatro por la noche, los fines de semana, enfrente de la televisión, viendo el circo mediático que provoca cualquier personaje sin mérito ninguno, excepto acostarse con unas u otros. Montajes, mentiras, juicios morales...todo apoyado con documentos sonoros y cintas de vídeo.
En estos pensamientos estaba inmerso cuando hoy una voz que llegaba desde un rincón del jardín, hacia la derecha:
-En aquel embrollo quedaron claras varias cosas: cualquier persona está expuesta a la difamación. Si es bella, rica o famosa, tiene más probabilidades de ser perseguida y acosada por la opinión pública, provoca irrefrenables envidias. La masa siempre está predispuesta a la crítica destructiva, ciertas expresiones, estaban en boca de todos: “cuando el río suena...”, “tan perfectita no podía ser...”, “en todos sitios cuecen habas...”, “mírala, la que iba de santita...”.
Avancé intrigado, bajo las enredaderas y el olor embriagador de las flores.
-Suscitó una gran expectación, no hay nada más morboso que una historia de lujuria y adulterio y más si, como en este caso, se trataba de una auténtica belleza, de buena familia y con prestigio y posición. Susana era un blanco fácil.
Llegué al lugar de donde procedía la voz. Una fuente natural de agua caía por la roca y una figura humana se inclinaba para atrapar unas gotas en las manos y sorberlas. El gran profeta Daniel se giró y me sonrió ofreciéndome beber de la fuente. Después de un gesto de cortesía me acerqué y me refresqué.
-Los ancianos se dejaron pervertir por sus impulsos sexuales y quisieron forzarla, pero ella se puso a gritar y saltó el escándalo. Para salvar el pellejo se inventaron lo del adulterio.
Comenzamos a pasear por aquel jardín persa de ensueño.
-Los ancianos eran respetables y afamados y guiaron a la muchedumbre fácilmente a su conveniencia, sentenciando a Susana a muerte.
De nuevo pensé en el constante espectáculo televisivo, donde desfilan mentirosos, montajistas, famosos y famosillos, presentados por gurus de la comunicación que provocan y favorecen el juicio moral, el chismorreo, la vulgaridad y el esperpento, disfrazado de banalidad, alegría e ironía inocente. No sería preocupante si no fuera porque son programas líderes de audiencia, auténticos tribunales éticos donde se juzga y se condena. A todas horas tenemos un referente moral, que enseña la irresponsabilidad personal ante la vida ajena. Es lamentable que la mayoría de nuestros jóvenes emulen orgullosos el último giro lingüístico de la famosilla de turno, pero sean de los estudiantes más atrasados de Europa. El nivel moral y cultural de este país se mide por el volumen de ordinarieces y sandeces que somos capaces de tragarnos sin anestesia a través de la caja tonta.
-Entonces interviniste tú, para deshacer el entuerto.
-Si. No fue difícil atraparles en la mentira.
-¿Qué pensó la gente cuando comprendió que habían estado apunto de acabar con la vida de una inocente?
-Hubo un sentimiento general de estupor, responsabilidad y respeto...disculpas y silencio.
Coloquios banales, juicios, murmuraciones, difamaciones, falsos testimonios en los que participamos todos. Tuvimos una oportunidad de debatir y reflexionar seriamente sobre el tema, cuándo ésta vorágine devorafamas, provocó la muerte de aquella querida y desgraciada princesa de Gales. Pero duró dos días. La maquinaria de los flashes y el negocio fácil, no paró nunca y se auto alimentó para proseguir más fuerte que nunca. El problema no es que existan este tipo de entretenimientos, lo peor es que haya tantos y tan malos. No nos damos cuenta, pero la llovizna constante hace su efecto. El ambiente es grosero, ordinario, superficial, inquisitivo, irresponsable e irrespetuoso. Cualquiera se cree con derecho a juzgar y condenar a cualquiera que aparezca en la pantalla. Y si es mujer, bella y rica...está lista. El papel de la mujer es denigrante, zafio y barato.
“No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que midáis se os medirá. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?” (Mt 7, 1)
-El pueblo siempre está ávido de noticias morbosas de la gente que pueda ver, juzgar y valorar desde la barrera. Sentirse vivos a través de la vida de otros, es la condición de la raza humana. Entretenimiento, fácil y divertido que les hace olvidar la mediocridad o la dureza de sus vidas. -Daniel me pasó el brazo por el hombro en señal de comprensión. -tranquilo, confía en que todo cambiará, esto no dejan de ser modas y momentos pasajeros. Piensa que no hay otra cosa...no hay liderazgo de calidad.
-¿Liderazgo? ¿Te refieres a líderes que atraigan y convenzan, profesionales que oferten algo diferente al parloteo y el chismorreo? No hay, ni se les espera. Desde luego es mejor perderte en el universo anestésico del famoseo liviano, que sufrir a esta clase política de medio pelo, incapaces de dar un discurso sencillo y eficaz. Políticos sin clase, sin carisma, rojos y azules que parecen estar a punto un éxtasis de colores, cada vez que hablan desde el púlpito de su vanidad. Talante de perfil bajo, muy bajo, es lo que respiramos en nuestra sociedad a todos los niveles.
Llegamos a una puerta enrejada que marcaba el final de mi paseo con Daniel. Hizo un ademán de irse, pero antes me miró con afecto y... esperanza. Desapareció tras un recodo del jardín y me dejó solo con sensaciones positivas, a pesar de mi pesimismo. En el horizonte, al final de la calle asfaltada por la que comencé a caminar, identifiqué el ruido de un motor, se acercaba un Cadillac blanco descapotable en mi dirección. Esperé inquieto su llegada...
“Feliz el hombre que no se ha deslizado con su boca, ni sufre tormento por la tristeza del pecado. Feliz aquel a quien su conciencia no reprocha, y que no queda corrido en su esperanza.” (Eclo 17)
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