San Julián Alfredo, ruega por nosotros
Entre los cientos de recortes que conservo de aquí y de allí, ayer me encontré con un artículo de El Mensajero Seráfico de los PP. Capuchinos. Lo firma el padre Isaac de la Varga y habla de uno de los santos cuya fiesta se celebra hoy, 9 de octubre, y que pertenece a los llamados Mártires de Turón: San Cirilo Bertrán y ocho compañeros, religiosos del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, e Inocencio de la Inmaculada, presbítero, de la Congregación de la Pasión de Jesucristo, mártires. Fueron beatificados por san Juan Pablo II el 29 de abril de 1990 y canonizados el 21 de noviembre de 1999.
Este es el artículo que transcribo:
¿Un nuevo santo leonés?
La parroquia de Cifuentes de Rueda, provincia y diócesis de León, prepara grandes festejos para celebrar el acto de la solemne beatificación de uno de sus hijos, martirizado el 9 de octubre de 1934 en Turón (Asturias).
Vilfrido Fernández Zapico, que así se llamaba el Hno. Julián Alfredo, pertenecía a las Escuelas Cristianas (de La Salle), pero antes había permanecido por tres años (de 1919 a 1922) en nuestros conventos de León, Salamanca, El Pardo y Bilbao, en calidad de aspirante a Hermano, sin llegar a ingresar definitivamente en nuestra Orden, debido a la enfermedad que le obligó a regresar a su casa, donde permaneció por espacio de tres años. En esos tres años supo impregnarse de tal manera en la espiritualidad franciscana, que su Congregación no ha dudado en calificarle de “un educador de espíritu franciscano”.
Ante la imposibilidad de ingresar en nuestra Orden como eran sus aspiraciones, a los veintitrés años ingresó en el Instituto de las Escuelas Cristianas, donde se destacó grandemente como excelente profesor de religión.
Dicen de él sus hermanos de Congregación que era un excelente educador. Sabía llegar a los jóvenes y ayudarles a crecer como personas y como creyentes. Destacan en él el espíritu de oración, el servicio, la entrega sin límites, el amor a su vocación y la responsabilidad y seriedad en todo momento.
En una de sus cartas encontramos este testimonio:
“Veo que lejos de desanimarse con la frialdad de los tiempos, en que estamos viviendo, por lo contrario, crece en el espíritu religioso. Lo mismo me parece que me ocurre a mí. Si he de decirle la verdad, la persecución sólo ha conseguido unirme más a Dios siendo exigente con sus compromisos. Las cosas de la tierra no son las definitivas. Sí las de arriba, las del Cielo”.
El Hermano Julián Alfredo fue un gran educador. Y un excelente educador de la fe. Un hombre serio con la opción que había tomado. Por estas razones su nombre pasó de la lista al Libro de la Vida, donde ninguna revolución podrá ya borrarlo.
Era primo segundo de nuestro hermano en religión padre Olegario de Cifuentes, misionero en Venezuela, y tío segundo del también hermano nuestro padre Ignacio Carpintero de Cifuentes, profesor durante muchos años en nuestro seminario de El Pardo (Madrid) y primo segundo de sor Inmaculada, religiosa clarisa descalza en León.
Más información en:
http://www.religionenlibertad.com/octubre-de1934-22805.htm
Y al final del mismo, otra serie de artículos que ya publicamos.
Hermanos de La Salle en la parroquia de San Julián Alfredo de León, creada recientemente.
Este es el artículo que transcribo:
¿Un nuevo santo leonés?
La parroquia de Cifuentes de Rueda, provincia y diócesis de León, prepara grandes festejos para celebrar el acto de la solemne beatificación de uno de sus hijos, martirizado el 9 de octubre de 1934 en Turón (Asturias).
Vilfrido Fernández Zapico, que así se llamaba el Hno. Julián Alfredo, pertenecía a las Escuelas Cristianas (de La Salle), pero antes había permanecido por tres años (de 1919 a 1922) en nuestros conventos de León, Salamanca, El Pardo y Bilbao, en calidad de aspirante a Hermano, sin llegar a ingresar definitivamente en nuestra Orden, debido a la enfermedad que le obligó a regresar a su casa, donde permaneció por espacio de tres años. En esos tres años supo impregnarse de tal manera en la espiritualidad franciscana, que su Congregación no ha dudado en calificarle de “un educador de espíritu franciscano”.
Ante la imposibilidad de ingresar en nuestra Orden como eran sus aspiraciones, a los veintitrés años ingresó en el Instituto de las Escuelas Cristianas, donde se destacó grandemente como excelente profesor de religión.
Dicen de él sus hermanos de Congregación que era un excelente educador. Sabía llegar a los jóvenes y ayudarles a crecer como personas y como creyentes. Destacan en él el espíritu de oración, el servicio, la entrega sin límites, el amor a su vocación y la responsabilidad y seriedad en todo momento.
En una de sus cartas encontramos este testimonio:
“Veo que lejos de desanimarse con la frialdad de los tiempos, en que estamos viviendo, por lo contrario, crece en el espíritu religioso. Lo mismo me parece que me ocurre a mí. Si he de decirle la verdad, la persecución sólo ha conseguido unirme más a Dios siendo exigente con sus compromisos. Las cosas de la tierra no son las definitivas. Sí las de arriba, las del Cielo”.
El Hermano Julián Alfredo fue un gran educador. Y un excelente educador de la fe. Un hombre serio con la opción que había tomado. Por estas razones su nombre pasó de la lista al Libro de la Vida, donde ninguna revolución podrá ya borrarlo.
Era primo segundo de nuestro hermano en religión padre Olegario de Cifuentes, misionero en Venezuela, y tío segundo del también hermano nuestro padre Ignacio Carpintero de Cifuentes, profesor durante muchos años en nuestro seminario de El Pardo (Madrid) y primo segundo de sor Inmaculada, religiosa clarisa descalza en León.
Más información en:
http://www.religionenlibertad.com/octubre-de1934-22805.htm
Y al final del mismo, otra serie de artículos que ya publicamos.
Hermanos de La Salle en la parroquia de San Julián Alfredo de León, creada recientemente.
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