Domingo, 24 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

El Papa, contra «nacionalismos agresivos y el individualismo radical»: Mensaje del Día del Migrante

Francisco en 2019, junto al Monumento al Migrante que bendijo ese año
Francisco en 2019, junto al Monumento al Migrante que bendijo ese año

ReL

La Santa Sede ha divulgado el mensaje del Papa Francisco para la 107ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, una fecha que la Iglesia estableció en 1914, al empezar la Primera Guerra Mundial con sus horrores y desplazados. Se celebra el 26 de septiembre pero el mensaje se divulga ya para facilitar su uso en actividades, formación, catequesis, asociaciones...

El Papa critica en su mensaje que "los nacionalismos cerrados y agresivos y el individualismo radical desmoronan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como en la Iglesia".

El Pontífice propone a la Iglesia fomentar el diálogo ecuménico e interreligioso y que el mundo se "enriquezca con la diversidad y las relaciones interculturales".

Francisco advierte de un peligro: "una vez pasada la crisis sanitaria, la peor reacción sería caer aún más en un consumismo febril y en nuevas formas de autoprotección egoísta".

Insistiendo en temas que ya desarrolló en su encíclica Fratelli tutti, el Papa titula su documento así: "Hacia un nosotros cada vez más grande".

Por eso, advierte, "los nacionalismos cerrados y agresivos y el individualismo radical desmoronan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como dentro de la Iglesia".

"El precio más alto lo pagan los que más fácilmente pueden convertirse en los otros: los extranjeros, los migrantes, los marginados, los que habitan las periferias existenciales", avisa el Pontífice.

En realidad, "estamos todos en el mismo barco", reiteró el Papa, que pide "que no haya más muros que nos separen, no haya más otros, sino un solo nosotros, tan grande como toda la humanidad".

A los obispos, el Papa les recuerda "la catolicidad de la Iglesia, su universalidad". El Espíritu del Señor Jesús, añade, "nos hace capaces de abrazar a todos para hacer comunión en la diversidad, armonizando las diferencias sin imponer nunca una uniformidad que despersonalice".

Recuerda que "dondequiera que se encuentre, todo bautizado es de derecho miembro de la comunidad eclesial local, miembro de la única Iglesia, habitante de la única casa, miembro de la única familia".

Así, la Iglesia debe salir "para curar a los heridos y buscar a los perdidos, sin prejuicios ni miedos, sin proselitismo, pero dispuesta a ensanchar su tienda para acoger a todos". Y enumera la necesidad de ayudar "a muchos emigrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata, a los que el Señor quiere que se manifieste su amor y se anuncie su salvación".

"Los encuentros con migrantes y refugiados de otras confesiones y religiones son terreno fértil para el desarrollo de un diálogo ecuménico e interreligioso sincero y enriquecedor", añade.

En esta perspectiva, "las migraciones contemporáneas nos ofrecen la oportunidad de superar nuestros miedos para dejarnos enriquecer por la diversidad del don de cada uno".

También anima, al crear ese "nosotros" más amplio, a buscar "un desarrollo más sostenible, equilibrado e inclusivo", una búsqueda que "no hace distinción entre nativos y extranjeros, entre residentes y huéspedes, porque es un tesoro común, de cuyo cuidado, así como de cuyos beneficios nadie debe ser excluido."

El Santo Padre concluye su Mensaje con una oración:

Padre santo y amado,
tu Hijo Jesús nos enseñó
que hay una gran alegría en el cielo
cuando alguien que estaba perdido
es encontrado,
cuando alguien que había sido excluido, rechazado o descartado
es acogido de nuevo en nuestro nosotros,
que se vuelve así cada vez más grande.
Te rogamos que concedas a todos los discípulos de Jesús
y a todas las personas de buena voluntad
la gracia de cumplir tu voluntad en el mundo.
Bendice cada gesto de acogida y de asistencia
que sitúa nuevamente a quien está en el exilio
en el nosotros de la comunidad y de la Iglesia,
para que nuestra tierra pueda ser,
tal y como Tú la creaste,
la casa común de todos los hermanos y hermanas.
Amén.

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