Sábado, 02 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Hillsong United


¿Entonces, qué pasa aquí? ¿Es atribuible a la acción del Espíritu Santo este impacto emocional? ¿Actúa realmente la gracia por caminos insospechados, alejados incluso de la devoción mariana? ¿Se renueva la faz de la tierra por métodos heterodoxos?

por J.C. García de Polavieja

Opinión

El quinto continente, Oceanía, ocupa relativamente poco la atención, quizá debido a su lejanía geográfica. Con motivo de las últimas JJ.MM. de la Juventud tuvimos sin embargo una visión impactante de la vitalidad espiritual de Australia y del segmento católico de su juventud. Pudimos apreciar también el kerigma de sus pastores, ejemplificado en el cardenal Pell, de quien hoy se dice que presidirá en breve la congregación vaticana para los Obispos.
 
La actividad del maligno en y desde Australia también está acreditada en el ciberespacio, aunque estas líneas no estén dedicadas, afortunadamente, a ella, sino al impacto, sociológicamente llamativo, del movimiento religioso, no católico pero sí cristiano, formado por el matrimonio de Brian y Bobbie Houston: Ambos fundaron la iglesia Hillsong en 1983, la cual desde entonces no ha cesado de crecer, empujada por una actividad innovadora. Sus máximas con pie en las Sagradas Escrituras, de seductora sencillez, y el empleo afortunado de la música han encontrado un eco digno de atención en la juventud: Un carisma práctico y carente de complejos que conviene analizar con detenimiento:
 
La voz de una solista, morena poco sofisticada con aspecto de estudiante de biológicas, se eleva en agudos melodiosos, de intensidad creciente, que arrastran a la multitud juvenil en su cadencia. Los brazos elevados, las palmas y las cinturas oscilando recrean un trigal movido por el viento, subyugador y al tiempo muy distante de los habituales escenarios del metal, uncidos al abismo. Se percibe una intensidad estética distinta, con un inconfundible aroma carismático. El Hosannah coreado por el conjunto gana una sonoridad arrolladora, vibrante, convirtiendo al auditorio juvenil en deslumbradora liturgia: Una imagen entre las muchas que explican la capacidad de arrastre de Hillsong United, porque la música y el ritmo son reclamos infalibles para la gente joven – por fortuna – y obligan a meditar, a la vista de varios fenómenos similares aparecidos en el campo católico y en otras confesiones protestantes - si estamos realmente ante una brecha abierta en un territorio cultural que el enemigo había acotado y explotado con fines corruptores. Y que pudo frustrar en occidente la maduración de varias generaciones.
 
Nada que ver con el cántico de estos jóvenes australianos. La mayor suspicacia analítica buscará en vano, con lupa, signos de histeria, de enajenación química o de promiscuidad en las imágenes. Las miradas son limpias, los rostros resplandecen y las palmas tienen un eco rotundo, en las antípodas – nunca mejor dicho – de los estertores sincopados del concierto satánico.
 
¿Entonces, qué pasa aquí? ¿Es atribuible a la acción del Espíritu Santo este impacto emocional? ¿Actúa realmente la gracia por caminos insospechados, alejados incluso de la devoción mariana? ¿Se renueva la faz de la tierra por métodos heterodoxos? ¿Aparecen signos de primavera en medio de la crudeza invernal? ¿Hay gentes que cantan y danzan en honor de Jesucristo fuera de su Iglesia, en el momento mismo en que Ella se ve empujada al pretorio?
 
Son preguntas que requieren y merecen respuestas reflexivas y rigurosas dentro de lo posible. El horno no está para bollos. Nuestra juventud, cuando proliferan los falsos profetas, ni merece ni puede permitirse ser engañada de nuevo por cánticos de sirenas.
 
Sin embargo, Hillsong United - y cuanto HU representa - tampoco merece una valoración mezquinamente negativa. La compleja realidad de nuestro tiempo y de su dinámica espiritual hace imprescindibles distinciones y matizaciones. Su testimonio cristiano, aunque separado del tronco eclesial, es verdadero testimonio mientras los cánticos de ¡Señor, Señor! no se conviertan en pretexto para el rechazo de la Ley (cf. Mt 7,21). La afectación anticrística y seudo-profética se muestra únicamente cuando la proclamación blasfema de Jesús se utiliza para rechazar la voluntad del Padre. Pero tal aberración no puede achacársele en principio a este movimiento austral. No hay por qué dudar de lo evidente mientras no se demuestre lo contrario... Puede aplicarse a este caso la respuesta del Señor a los discípulos suspicaces: «No hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y luego hable mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está por nosotros» (Mc 9, 39-40).
 
La valoración de Hillsong United entronca pues con la que podría hacerse hoy de una confesión protestante. No tiene por qué ser una secta. Su religiosidad se vuelca en la música, con marketing exitoso y con potente gancho para a los jóvenes, pero eso no la convierte en sospechosa. Juan Pablo II decía que quien canta reza dos veces y quien baila tres... Sería magnífico que, en la verdadera y única Iglesia de Cristo, Católica, Apostólica y Romana, algunos movimientos contasen hoy con una directora musical de la categoría de Darlene Zschech. Pero en ese terreno específico tenemos mucho que aprender. Creo - y el tiempo dirá la última palabra – que el peligro de Hillsong es el mismo que corren todas las corrientes de espiritualidad pentecostales, animadas por un libre examen de las Sagradas Escrituras desprovisto de la guía segura de la Tradición y de la autoridad jerárquica de los sucesores de los apóstoles. El mismo que corren todos los que pretenden caminar hoy hacia Dios lejos del Vicario de Cristo: Que su exaltación maravillosa de los espíritus acabe desinflándose tras unos años de intenso crecimiento, cuando sea puesta a prueba en sus fundamentos: Una correcta lectura de los signos de los tiempos podría ayudarles, como ayuda, por ejemplo, a los neocatecumenales católicos, para evitar las trampas que inevitablemente se tenderán ante ellos en estos tiempos decisivos. Su valoración del silencio interior, de la esperanza, de la responsabilidad, así como su rechazo de la negatividad, no garantizan por sí solas la perseverancia en el seguimiento de Jesucristo. Los tiempos son recios y todas estas pautas pueden ser vaciadas de sentido y desviadas hacia la idolatría del hombre y el enfriamiento de la Fe. Tal ha sido la suerte histórica de todos los pietismos protestantes en los últimos siglos.
 
Hillsong United podría ser quizá la excepción, si consiguiese, a fuerza de embelesar a los ángeles con su música, persuadir al Espíritu Santo de que haga un milagro y disipe sus recelos hacia Roma. ¿Por qué no? Para Dios no hay nada imposible. Jesucristo tiene hoy un Vicario que ha demostrado estar dispuesto a abrir los brazos a todos los hombres de buena voluntad: Hasta el límite mismo donde sea legítimo hacerlo.
      
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