«El milagro del padre Stu»: más que recomendable
He tenido la suerte de acudir con mi esposa a un pase privado de la película El milagro del padre Stu, invitados por la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales de la Conferencia Episcopal Española. Dirigida por Rosalind Ross y protagonizada por Mark Wahlberg y Mel Gibson, la película se estrenará D.m. este viernes 13 de mayo. En ella se cuenta una historia real, la del presbítero católico Stuart Long, un boxeador convertido en sacerdote que, como suele ocurrir en estos casos, inspiró a innumerables personas durante su viaje desde la autodestrucción hasta la redención.
Desde un punto de vista estrictamente cinematográfico no tengo mucho que decir porque no entiendo gran cosa, pero, vamos, la película me gustó bastante, como suelen gustarme las películas de Mark Wahlberg y Mel Gibson, dos grandes actores que, en numerosas ocasiones se han declarado católicos, lo que me da pie a decir que se puede ser un gran actor y además católico, aunque no haya muchos.
De la fe del primero se puede saber algo más, algo como lo que declaró en entrevista a la revista Time: “Me paso una gran parte de mi día dando gracias a Dios por todas las bendiciones que me ha concedido” responde a una de las preguntas de los lectores y afirma que “todo lo bueno que ha sucedido en mi vida ha sido a causa de mi fe”. En cuanto a Mel Gibson, director de La Pasión, se sabe desde hace tiempo que no aspira precisamente a ser el guardián de la ortodoxia. Sin ir más lejos, su matrimonio fallido y la actual relación sentimental que le vincula a la directora de la película, Rosalind Ross, es sólo una muestra de su modo de vivir el catolicismo, modo cuando menos controvertido, aunque no por ello él deje de adscribirse a dicha religión.
En la peli hubo momentos en los que me reí, y momentos en los que lloré. Las interpretaciones de los actores son geniales. Tal vez la imagen que el espectador percibe en cuanto al modo de vivir el catolicismo de los personajes, o al funcionamiento de un seminario, sea puntualmente difícil de identificar para un católico practicante español, pero lo cierto es que el resultado es más que satisfactorio en su conjunto.
Podemos contar con los dedos de una oreja películas con contenidos católicos en las que no se presenten de manera insultante. Lamentablemente en España siguen sin hacerse grandes producciones de estas características. Desde un punto de vista espiritual, como hijo que he sido y como padre y abuelo que soy, la película emana esperanza, porque el mismo Dios que no ha dejado a su Hijo en la tumba -algo que estamos celebrando todos los días en esta maravillosa cincuentena Pascual- no dejó a Stuart Long abandonado a su destino, si no que metió su amor en su corazón, un amor capaz de sostenerle en medio de las adversidades que en su vida se encontró.
Definitivamente, los caminos del Señor no son nuestros caminos, a nivel de personas, a nivel de sociedades… Dios sigue siendo Señor de la historia. Se puede ver con claridad cómo Dios no da a nadie por perdido, y como la fe de los hijos construye la de los padres, algo de lo que también yo doy testimonio.
La película es más que recomendable para cualquiera, pero especialmente para los católicos, que no tenemos oportunidad de apoyar proyectos cinematográficos de este tipo. Sólo añadir que en Semana Santa se puso entre las cinco más taquilleras en Estados Unidos, y que se mantiene en más que dignas posiciones todavía en la actualidad. Solo añadir mi agradecimiento a la invitación: me ha merecido mucho la pena corresponder. Hacedme caso: id a verla.
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