Ahora quieren controlar la Inteligencia Artificial
Esto acaba de empezar y a los gobernantes del mundo occidental sólo se les ocurre lo de siempre: controlar.
Cuando comenzó Internet, enseguida aparecieron los que consideraron que podía ser una amenaza para la humanidad e intentaron regular los contenidos de Internet. No fue posible y hoy Internet forma parte de nuestras vidas y de nuestro actuar diario con sus luces y sus sombras. Con ella llegó el acceso a la información en un clic.
Luego vinieron las redes sociales y lo que era en un principio una moda divertida se convirtió en un problema al que se buscó la solución: hay que regular las redes sociales. Las reglas son muy sencillas: se elimina a los que no siguen a la mayoría. Con este paso se consiguió que la juventud, y no solo la juventud, viviesen más atentos de la imagen que proyectan en las redes sociales que de su mismo ser. Ya no importa lo que uno es, sino cómo te ven en las redes. Un nuevo dominio del fuerte sobre el débil. El resultado es la globalización de la imagen y la pérdida de la personalidad. Los influencers como sustitutos de los sabios y el aumento de los suicidios de los jóvenes, ante el rechazo de la tribu.
La bomba atómica hizo estragos en Hiroshima y Nagasaki, pero cerró la segunda guerra mundial. La humanidad hizo entonces el propósito de mejorar. Como el pueblo judío en el Sinaí hace más de 3200 años.
¿Ha mejorado la humanidad en este período? ¿Es la humanidad actual más feliz que la del siglo XX? El siglo XX, según algunos historiadores, fue uno de las más sangrientos de la historia. ¿Será el siglo XXI el siglo de la paz?
La IA [Inteligencia Artificial] es una bomba de conocimiento que podrá ayudar a la humanidad a conocer más y mejor el universo, tanto que quizás sea la solución a todos los problemas de la humanidad al dominar el universo. Es tan potente que superará a todos los raciocinios de todos los humanos, en otras palabras, será el referente de toda la ciencia. Nos promete que ya no habrá tanta enfermedad, ni hambrunas, nos desplazaremos a otros planetas y tendremos más información de todo lo que pasa en este pequeño planeta y en todo el universo en un solo clic. Seremos más felices en la tierra. Y quizás nos olvidemos de Dios, al ser “como dioses”.
Una cosa es cierta: la IA ha venido para quedarse. El cambio es tan brusco que muchos lo llaman cambio de era; paso de la era digital a la era de la lectura digital. O como dice Luis Cardona en un artículo, “la revolución digital es mucho más que una revolución industrial. Se trata de una revolución sapiencial, como supuso el descubrimiento de la escritura”.
Muchas cosas se esperan de la IA para que se cumplan estos augurios. Porque, en definitiva, lo único que es en realidad la IA es una obra de la razón humana y sólo de ella, sin mezcla alguna. ¿Quizás aquella misma capaz de destruir a la propia humanidad como culmen de su idolatría? Me recuerda a la antigua torre de Babel.
Lo que la IA no puede hacer es que seamos mejores personas. La mejora de las personas sólo se logra si cada uno de nosotros crece en libertad, entendida ésta como un crecimiento en la verdad y en el bien, o lo que es lo mismo, estableciendo relaciones personales con nuestro Creador.
Los humanos solemos poner reglas para convivir entre nosotros, pero no podemos cambiar las reglas del universo. Lo podemos intentar a costa de destruirnos a nosotros mismos renunciando a la libertad y siendo esclavos del universo. El “seréis como dioses” siempre acaba en la esclavitud más degradante y eso lo lleva intentando la humanidad durante muchos años; demasiados.
La inteligencia humana pertenece a la esencia del hombre y es tabula rasa en su comienzo, pero ilimitada en su desarrollo. Es por lo que en la actualidad tenemos un mayor desarrollo del conocimiento racional al partir de la experiencia adquirida y, con la que nos puede suministrar la IA, las perspectivas mejoran hasta ¿el¿infinito? “Seréis como dioses”.
Con la IA se harán nuevos negocios, la humanidad seguirá empeñada en conocer la “ciencia del bien y del mal” y, cuando vengan los problemas, nuestros gobernantes pondrán la solución: poner límites a la IA.
Poner límites al conocimiento racional es una tarea ardua y, sobre todo, imposible si se utiliza la misma razón para poner límites a la razón misma. Otra vez se quiere poner puertas al campo.
Desconozco si este será el último intento de la humanidad para destruirse a sí misma o si habrá otro “diluvio” que la lleve a comportarse como un administrador del universo. A comportarse como un niño que descubre poco a poco lo que va viendo con su Padre y que escuchando a su Padre vuelve a preguntarle un ¿por qué?
Lo que es indudable es que estamos ante un cambio de era. No necesariamente la última, pero no ciertamente la penúltima. La inteligencia humana no es sólo la inteligencia objetivante o razón, sino que también es capaz de un conocimiento habitual de sabiduría, con el que está llamado a conocer las realidades que están fuera del universo, como es conocer a otras personas: a los ángeles y a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo. Realidades para las que fue creada la persona y para las que está llamada a disfrutar por toda la eternidad. So pena de que libremente escoja su sola razón como diosa.
Conviene preguntarse cómo se va a motivar a un alumno si con un solo clic ya tiene una respuesta más brillante que con todas las horas de estudio que puede dedicar a esa materia. Y así también podremos imaginar vivir con un ciborg, para que nos anime en las horas bajas o nos ponga retos en las horas de actividad.
La paz es lo que ansía toda la humanidad, pero el camino no es la posesión sino la donación. La inteligencia y la voluntad son necesitantes y por lo tanto pugnan por tener: poder y medios. La sabiduría y la libertad pugnan por ser: libertad, conocer y amar.
Para este cambio es necesario que los que tenemos un sentido trascendental de la vida nos activemos como verdaderos agentes del cambio, porque conviene recordar que los redimidos por Cristo somos "la sal de la tierra“ y disponemos de los medios necesarios para cambiar el mundo. También es necesario que cambiemos nuestros modelos: educación, relaciones personales y relaciones profesionales, so pena de que las siguientes generaciones sean pasto del modelo de humano que dicte la IA.
El futuro depende exclusivamente de la elección que hagamos cada uno de nosotros del modelo como personas: libres o esclavos.
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