Viernes, 27 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Juan Carlos I, el ausente


La Casa Real respondió a la invitación con un quiebro digno de un caballo de rejones, mientras esbozaba algo parecido a un «¿Rey? ¿Qué Rey? ¿Cerro? ¿Qué cerro? Ah, sí, pues no va a poder ser». Con un giro y una cabriola, le dijeron que el rey no iba a ir.

por José Antonio Méndez

Dios mediante, este domingo se renovará en el Cerro de los Ángeles la consagración que hace 90 años llevó a efecto el Rey de España, Alfonso XIII. Un gesto que la masonería jamás le perdonó y que, junto a sus propios errores (que no fueron pocos) le costaron la Corona. Casi un siglo después, en medio de una situación histórica y política que guarda similitudes preocupantes con la España del 19, Su Católica Majestad el rey Juan Carlos I, Jefe del Estado, brillará por su ausencia en el Cerro de los Ángeles. ¿Dónde estará, ay, este domingo, Juan Carlos I, el ausente? Hace meses, cuando el obispo de Getafe, monseñor López de Andujar, cursó a la Casa Real la pertinente invitación para que el nieto de Alfonso XIII renovase la consagración de España al Corazón de Jesús que hizo su abuelo, la Casa Real le respondió con un quiebro digno de un caballo de rejones, mientras esbozaba algo parecido a un «¿Rey? ¿Qué Rey? ¿Cerro? ¿Qué cerro? Ah, sí, pues no va a poder ser». Con un giro y una cabriola, le dijeron que el rey, ir, lo que se dice ir, no iba a ir, pero que ya mandaría a alguna de sus hermanas, que a estas cosas siempre van encantadas. A lo que monseñor le respondió, con gran acierto, que, o iba el que tenía que ir, o no iba nadie, que para ver un paripé que sonase a cachondeo, invitaban a Buenafuente. La consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús va a ser uno de los mayores acontecimientos en la vida nuestro país, aunque muchos ni se lo huelan. Como Jefe del Estado, como nieto de Alfonso XIII, como símbolo de la tradición que une al pueblo, ¿por qué carajo Juan Carlos I, el ausente, ni va ni manda a su hijo, el Heredero Felipe? Quizá teme que hordas descontroladas quemen su foto en Las Ramblas al grito de ¡República! ¡República!, o que algún líder político grite ¡Muerte al Borbón! Aunque si esto ya ocurre desde hace años, ¿por qué carajo Juan Carlos I, el ausente, ni va él, ni manda a su hijo, el Heredero Felipe, a un acto que hizo su abuelo, tan Borbón y tan Rey de España como él mismo? ¿Quién cree que defendió la Corona cuando hubo que defenderla, sino aquellos que aman la tradición y la fe de España? Más aún, ¿quién cree que la defenderá para su hijo, o para su nieta, cuando, dentro de unos años –quizá no tantos–, los españoles sopesemos en Referéndum las bondades de la República? Ándese, Majestad, con tonterías, con giros y con cabriolas. Ponga de fondo el Belén en el mensaje de Nochebuena, y siga ausente en actos como este. Dentro de unos años, tal vez tenga que pedir perdón a sus descendientes por no haberle echado los redaños que le echó su abuelo. Por no haber respetado la tradición en la que se sostiene su corona. Por pensar que la Monarquía puede vivir de las rentas. Por no haber puesto a su pueblo en las únicas manos que pueden sacarle de la crisis económica y moral. Pero entretanto, por favor: díganos dónde estará, ay, este domingo, Juan Carlos I, el ausente.
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