Viernes, 27 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Un pequeño gran libro para el nuevo curso


La Palabra de Dios es clave para la nueva evangelización, en la que estamos inmersos, y para la renovación espiritual y pastoral de todas las comunidades cristianas. La Biblia y, más en concreto, los Evangelios, son el libro de referencia de todo bautizado.

por Monseñor Francisco Gil Hellín

Opinión

En su novela Los hermanos Karamazov, Dostoievski pone en labios del monje Zósimo estas palabras: “Lee la Sagrada Escritura, léesela a la gente, no expongas grandes teorías, grandes palabras acerca de ella. Deja siempre que sea la palabra misma, con pocas aclaraciones, la que penetre en sus corazones y no temas que la gente no pueda entenderla. El corazón creyente lo entiende todo”.

Aunque estas palabras fueron escritas hace mucho tiempo, su fuerza y verdad tienen gran actualidad. Cada día me convenzo más de que la Palabra de Dios es clave para la nueva evangelización, en la que estamos inmersos, y para la renovación espiritual y pastoral de todas las comunidades cristianas. La Biblia y, más en concreto, los Evangelios, son el libro de referencia de todo bautizado. Ciertamente, el Catecismo es muy importante, pero es el “segundo libro”. El “primero” es la Palabra de Dios.

De todos es conocido que personas no cristianas, incluso abiertamente hostiles al cristianismo, han sentido fascinación por el Evangelio. Es el caso, por ejemplo, del director de cine italiano, Pasolini. Un día estaba en una sala de espera, aguardando ser recibido por una persona. Entre las lecturas que se ofrecían al visitante se encontraban los cuatro Evangelios. Pasolini no los había leído nunca, pero decidió coger “ese libro” para curiosear y matar el tiempo. Al abrirlo se topó con el evangelio de san Mateo. Y fue tal el impacto que le produjo que, después de la visita a su anfitrión, no sólo terminó de leerlo sino que decidió llevarlo a las pantallas del cine. Así nació su película Il vangelo di san Mateo.

Ghandi no era cristiano pero sentía respeto y aprecio hacia el cristianismo. Un día alguien puso en sus manos los Evangelios. Comenzó a leerlos y ya no dejó de hacerlo en los siguientes veinticinco años de vida hasta su muerte. Estos testimonios son sólo una pequeña muestra. Quien lee el Evangelio da un paso de gigante hacia su encuentro con Jesucristo.

Porque de esto se trata. La lectura del Evangelio no tiene, ante todo, carácter informativo o doctrinal. Su centro es la Persona de Jesucristo: su vida, su doctrina, su pasión, muerte y resurrección, su amor incondicional por todos los hombres y por cada uno en particular. Por eso, no hace falta ser un erudito ni un gran profesor de Sagrada Escritura o tener muchos estudios para comprender el Evangelio. Jesucristo no habló ni obró para los intelectuales, sino para la gente sencilla.

Además, el Evangelio es ante todo un testimonio de fe. Lo más importante es dejar hablar a los Evangelios, tal y como se encuentra ahí, tal y como la Iglesia nos los ha regalado con la ayuda y el sostén del Espíritu Santo. La “fe de los sencillos” les hace acertar con el sentido exacto de un texto bíblico, aunque no posean un conocimiento muy amplio de la historia, geografía y ambiente en que fueron escritos. No se trata de minusvalorar y, menos aún, despreciar los estudios científicos. Pero lo más importante es no perder de vista que los Evangelios son testimonios de fe y para la fe, y que quienes más han penetrado en ellos han sido los santos.

Durante los últimos meses, el papa Francisco ha recomendado a los fieles que estaban presentes en las audiencias de los miércoles que compraran, si no los tenían, unos Evangelios, que los llevaran en el bolso y que los leyeran cada día unos minutos. Incluso aprovechando los desplazamientos en el metro o el autobús.

Por mi parte, me adhiero a esta iniciativa y la propongo para todos los cristianos y para cuantas personas quieran conocer la figura entrañable de Jesucristo. Caminar con los Evangelios a lo largo de los meses del año académico y pastoral que ahora estamos comenzando, me parece una propuesta que está al alcance de todos y que a todos nos vendrá bien ponerla en práctica.
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