El verdadero rostro del PP

Si algún católico fiel al Papa (¿se puede ser católico de otra manera?) tenía alguna duda sobre la verdadera naturaleza del Partido Popular, hoy ha sido un buen día para despejar cualquier atisbo de incertidumbre. Dos diputados populares han votado en contra de la moción de ICV para reprobar al Papa por sus declaraciones sobre el preservativo en África, y otros dos, en este caso "otras", han votado a favor. ¿Puede ser de confianza para un católico un partido que se divide a la hora de seguirle el juego a la izquierda anticlerical en su campaña contra el Papa? He de decir que de Celia Villalobos me espero eso y cualquier otra barbaridad. De Ana Pastor no, pero da lo mismo. El problema no está en ellas sino en el partido principal de la derecha de este país, que en su camino al extremo-centrismo está dispuesto a pasar por encima de sus votantes católicos. Parecen muy seguros de obtener el voto cautivo de una derecha social deseosa de acabar con la era de Zapatero. Pero las próximas elecciones al parlamento europeo son las ideales para no caer en la trampa del voto útil. Por mucho que el PP gane, el gobierno de Zapatero va a seguir adelante. Es hora, pues, de que la derecha social, al menos la que se considera católica, le dé un escarmiento de los que hacen época al partido de Rajoy. Y es que los partidos no entienden otro lenguaje ni otro castigo que el que les llega desde las urnas. Por mucho que la censura mediática le haga al Partido Popular el trabajo sucio de enterrar a las opciones políticas con un programa más cercano a los valores de la derecha social, es cuestión de tiempo que unos cuantos centenares de miles de católicos se den cuenta de que entregar el voto a los populares es algo propio de émulos de Pilatos, por no decir de Judas Iscariote. Mientras nuestros valores no estén representados en las instituciones, el peso real del cristianismo en este país será nulo. Decía Chesterton que el mundo de la política estaba dividido entre progresistas y conservadores. Los progresistas no paran de cometer errores y los conservadores no cejan en el empeño de no corregir dichos errores. Eso en España es tan claro que no admite discusión. Cuando Zapatero abandone el gobierno, el PP no cambiará ni una sola de las leyes de ingeniería social del actual presidente. Para conseguir que eso cambie, será necesario que en el parlamento español haya una fuerza política que le obligue a llevar a cabo esos cambios. Es necesario que esa fuerza política empiece a asomar la cabeza. En junio tendremos oportunidad de dar un paso en esa dirección. Luis Fernando Pérez Bustamante Director Religión en Libertad