¿Será este el gran avivamiento del que hablaban los evangélicos en los 90?
Mientras unos callan, pendientes de mantener un status quo en base a sonrisas, apaciguamientos institucionales, progresismos de salón, monolinguismo impuesto, espiritualidad oenegista de baja calidad, etc, otros van y predican en la lengua del inmigrante un evangelio directo.
Durante mis ocho años largos como cristiano evangélico, tipo pentecostal moderado, una de las constantes que me encontré en el ambiente en que me movía era la del anuncio “profético” de un gran avivamiento en España. Sería muy prolijo explicar en un artículo como este en qué han consistido los “grandes avivamientos” (the great awakenings) en el protestantismo evangélico anglosajón desde el primero que se reconoce como tal, en la tercera década del siglo XVIII, hasta ahora. Baste decir que suponen una especie de “revival” del sentimiento y práctica religiosa, fruto de conversiones en masa al cristianismo (los famosos “born again") producidas por predicaciones “ungidas". El caso es que en nuestro país, por razones históricas y sociales prolijas de explicar, el protestantismo evangélico ha contado con una presencia mínima en la sociedad, dándose la paradoja de que nuestro país tenía menos porcentaje de evangélicos “nativos” (o sea, españoles) que muchos países musulmanes donde la predicación del evangelio está penado con la cárcel e incluso la muerte. La llegada de la democracia y la libertad religiosa no supuso el cambio radical que algunos de los grandes “dinosaurios” del protestantismo español pensaban. Sin embargo, la llegada masiva de inmigrantes de Hispanoamérica está cambiando, y no poco, las cosas. Entre los que ya vienen siendo evangélicos y los que acaban dejando el catolicismo para integrarse en congregaciones evangélicas, en su mayor parte de corte pentecostal, el número de protestantes en este país se está disparando. De tal manera que, como informa hoy el Abc y recoge Religión en Libertad, en Barcelona ya hay casi más templos evangélicos que parroquias católicas. Algunos barrios de la Ciudad Condal cuentan ya con más lugares de culto protestantes que católicos. Habrá quien piense en Cataluña aquello de “éramos pocos y parió la abuela". Yo más bien pienso que se cumple aquello de “os digo que, si ellos callasen, gritarían las piedras” (Luc 19,40). Mientras unos callan, pendientes de mantener un status quo en base a sonrisas, apaciguamientos institucionales, progresismos de salón, monolinguismo impuesto, espiritualidad oenegista de baja calidad, etc, otros van y predican en la lengua del inmigrante un evangelio directo, que busca la conversión rápida y que ofrece un calor humano ausente en gran parte de las parroquias católicas. Lo fácil, lo cómodo, lo irresponsable es acudir a la vieja excusa de llamar sectas a los “hermanos separados” que hacen lo que los católicos no hacen. No diré que no haya sectarios en grupos pentecostales extremos, pero la inmensa mayoría son, simple y llanamente, protestantes evangélicos de moral conservadora. Y, por lo que yo sé, sólo kikos y carismáticos se ocupan de buscar de forma directa y masiva la conversión de aquellos católicos que han abandonado la fe del bautismo o la siguen de forma muy superficial. Pero en Cataluña no abundan ni kikos ni carismáticos. Siempre he dicho que prefiero un evangélico practicante a un católico bautizado alejado completamente de la Iglesia. El primero es cristiano por convicción. El segundo no lo es, o lo es en un sentido muy laxo. Más que ante un gran avivamiento evangélico en Barcelona, y quizás pronto en el resto de España, estamos ante un gran decaimiento del catolicismo en Cataluña. La llegada de savia episcopal nueva a algunas diócesis puede parar la sangría a medio-largo plazo. Pero precisamente esa savia nueva es la que no existe al frente de la diócesis catalana más importante. Y aun así, nadie se olvide de que los buenos obispos pueden hacer muy poco por sí solos si los fieles no se conciencian de que tienen que ser verdadera luz del mundo y sal de la tierra. Luis Fernando Pérez Bustamante Director de Religión en Libertad
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