Defensa de la enseñanza separada

Un colegio de Santander perteneciente a Fomento de Centros de Enseñanza, red educativa promovida y gestionada por personas vinculadas al Opus Dei, ha sido sancionado, o apercibido, o no se qué, porque no lo sé con exactitud ni me importa el detalle sino el fondo de la cuestión, ha sido, repito, lo que haya sido por el “gobiernito” de Cantabria, debido a que el colegio en cuestión, cuyo nombre ni siquiera recuerdo, imparte enseñanza diferenciada, esto es, las chicas por un lado y los chicos por otro, como aconseja la pedagogía más realista y eficiente. La sanción consistiría, si no he leído mal, en perder la subvención que perciben por su condición de colegio concertado, si no retornan a la “senda del bien” de todos juntos y revueltos, como si los fondos públicos fueran de propiedad particular de los gobernantes, aunque haya por ahí alguna norma que les permita hacer mangas y capirotes con el dinero de todos, o los padres afectados no pagaran impuestos como todo hijo de vecino. La enseñanza mixta o conjunta es una aberración pedagógica, al menos en los niveles primario y secundario, impuesta por la obsesión igualitarista de los nuevos inquisidores progres. Esa mezcolanza o batiburrillo perjudica, sobre todo a las chicas, sin beneficiar en absoluto a los chicos, sino, con frecuencia, lo contrario. Como es sabido, las muchachas maduran, en términos generales, de dos a tres años antes que los mocitos, tanto en el aspecto fisiológico como en el psicológico y emotivo. Frenar el desarrollo intelectual de las alumnas para que no vayan más aprisa de lo que pueden hacerlo sus compañeros, es aplicar el método jíbaro a la enseñanza. En todo caso, la distinta naturaleza de hombre y mujer aconseja, si realmente preocupan más las personas que las ideologías, aplicar procesos educativos diferenciados, ya que alumnos y alumnas se sienten más estimulados en el aprendizaje si las enseñanzas se acomodan mejor a su sicología de género. Creo que alguna virtud tendrán esos colegios de aulas separadas cuando su fracaso escolar es de los más bajos, o tal vez el más bajo de España, a menos que se admita que la moral católica que en ellos se enseña sea decisiva a la hora de esforzarse y aprender, que posiblemente algo de ello puede haber. En la Universidad importa menos los distintos niveles de madurez individual e intelectual, o nadie los tiene en cuenta, porque sean unos u otros, los catedráticos y profesores se limitan a soltar su rollo, y allá se las arreglen los alumnos/as para captar lo que puedan. Claro, así está la Universidad española, sobre todo la pública. Estos progres de nuestros afectos, tan republicanos ellos, añorantes de la Segunda República, ignoran que los grupos escolares de España entera, promovidos por el maestro nacional y ministro de Instrucción Pública en el primer año del bienio azañista, el tortosino Marcelino Domingo Sanjuán, solían tener dos plantas, en la de abajo estaban las aulas masculinas, y en la de arriba, las femeninas, con entradas distintas y hasta patios de recreo diferentes. Yo me digo que algo sabría el jefe del partido radical-socialista de estas cosas dada su profesión, para diseñar los grupos como lo hizo. Qué en tres cuartos de siglo las ciencias de la Educación, como las del cantar de la zarzuela, han avanzado una barbaridad, una bestialidad, una brutalidad, será así. Pero me temo que igual que el cangrejo, hacia atrás, porque el fracaso escolar está alcanzando niveles de terror. En último término, ¿quién es el Estado y los gobiernitos autonómicos para imponer ningún modelo rígido y excluyente de enseñanza? ¿Acaso todos los alumnos son hijos de los gobernantes? Si estos dictadores de nueva planta quieren tener carne de cañón educativa, que monten sus propias granjas humanas al modo de los falansterios de Fourier, pero que dejen de manipular y en paz a los hijos del resto de los españolitos. Si creyeran en la libertad, que es lo último en lo que creen a juzgar por los hechos, establecerían un sistema escolar libre, donde nada impediría la oferta escolar de todo aquel que tuviera un proyecto educativo aceptado por la demanda, y en virtud de ello, financiado por el Erario público a todos los cetros por igual, tato oficiales como privados, hasta el nivel que permitieran los recursos estatales. En conclusión, establecer el cheque escolar, único método que puede garantizar la libertad, la eficiencia y la equidad educativas, y acabar de una vez por todas con las nefastas e interminables guerras escolares. Claro que, por ello mismo, porque es la solución definitiva al problema educativo, no lo establecerán jamás los nuevos inquisidores, porque les impediría manipular, adoctrinar y descomponer a los hijos de otros, incluso contra la voluntad de sus padres. Vicente Alejandro Guillamón