Motivos para estar alerta
La justa distinción de Iglesia y Estado ha pasado a convertirse, por arte de magia, en un desincentivo de las creencias de un signo determinado, transmitiéndose además la idea de que los que profesan una religión, lo hacen en oposición a los ideales democráticos.
La sociedad actual, en la que habitualmente nos desenvolvemos, no suele ofrecer con mucha facilidad su cara real, lo que realmente la mueve o el rumbo que lleva, y a menos que uno se vista con el atuendo de viejo augur romano, con pieles de lobo y vara de olivo, y trate de leer en las entrañas de las palomas los signos de los tiempos, lo único que puede hacer aquel que quiera “comprender” las modas y tendencias sociales y políticas, es armarse de paciencia y observar, con varios meses, o incluso años de distancia, la evolución de determinados comportamientos o indicadores bien definidos, y así quizá, mediante un ejercicio de análisis comparativo, poder llegar a conclusiones mas o menos acertadas. Así nos hacemos la siguiente pregunta: la Libertad Religiosa con mayúsculas, entendida como un derecho fundamental que no solamente debe ser “respetado” sino también “protegido”, ¿cómo está siendo tratada hoy día? ¿hay alguna tendencia clara?, o, en otras palabras, formulando la pregunta clave ¿estamos mejor o peor, comparativamente, que hace, por ejemplo, un lustro?. En mi opinión, estamos en disposición de decir que analizando hechos y declaraciones muy concretas, desde una parte de los poderes públicos, partidos políticos y agentes sociales se ha fomentado el avance de teorías que hacen dogmas de críticas a la Iglesia Católica, a los cristianos, y por extensión a todos los que profesan una religión, a los que se quiere limitar la expresión de sus argumentos a la hora de actuar en sociedad. Y así, salvo raras excepciones, ustedes no escucharán a ningún político defender un argumento “basado en sus convicciones cristianas”, a un médico objetar en conciencia por motivos religiosos, o a un profesor impregnar sus enseñanzas de argumentos humanistas judeocristianos tan viejos como la sociedad que hemos construido. Y eso que España, según el CIS, es católica en un 80%. La justa distinción de Iglesia y Estado ha pasado a convertirse, por arte de magia, en un desincentivo de las creencias de un signo determinado, transmitiéndose además la idea de que los que profesan una religión, lo hacen en oposición a los ideales democráticos, y por lo tanto no pueden aportar nada al diálogo. Además, la libertad de expresión se confunde con el derecho de insultar, de faltar al respeto o de imponer determinados criterios culturales, y lo que es mas grave, muchas veces, y cada vez con más frecuencia, el dinero de los contribuyentes va destinado a financiar actos ofensivos contra sus propios sentimientos religiosos. Las tripas de las palomas, los astros en conjunción, pero sobre todo, las declaraciones y acciones de muchos agentes sociales nos indican que la libertad religiosa es atacada mediante una crítica sin argumentos que en su manifestación mas radical pretende identificar cualquier religión con integrismo e irracionalidad, a veces incluso con violencia. Como consecuencia de ello, la religión debe ser tolerada únicamente en la esfera última de las personas, pero jamás permitir que se apoyen en sus creencias a la hora de interactuar en sociedad. Una vez que estos mensajes hayan calado será el Estado el que deba realizar una serie de actuaciones que limiten la presencia del creyente en el mundo educativo, cultural, social y político. Por eso consideramos que hay motivos para estar alerta, y por eso es hoy más necesario que nunca un portal como este, religionenlibertad.com, que hable con claridad de estos oscuros temas sin tener que recurrir a las palomas. Marcial Cuquerella Observatorio Libertad Religiosa y de Conciencia
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