Viernes, 22 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Escuela diferenciada


La ley anunciada parece del todo superflua; salvo que... su intención no sea otra que construir una sociedad a la medida de la ideología de género.

por Juan Manuel de Prada

Opinión

Se nos anunciaba hace poco el proyecto gubernativo de impulsar una Ley Integral de Igualdad de Trato y No Discriminación (las mayúsculas que no falten) cuyos propósitos últimos aún no conocemos, pero podemos intuir. Siendo la igualdad y la prohibición de toda discriminación principios rectores de nuestro ordenamiento, la ley anunciada parece del todo superflua; salvo que... su intención no sea otra que construir una sociedad a la medida de la ideología de género, que es el santo y seña de nuestros gobernantes, y el único empeño en el que no han titubeado jamás, así llovieran crisis económicas o sapos del cielo.

Como a nadie se le escapa, uno de los objetivos primordiales de esta ley de intención puramente ideológica es la escuela diferenciada, a la que el pensamiento dominante juzga nefasta, por postular que hombres y mujeres somos diferentes, algo que pone de los nervios a los ideólogos de género, que propugnan que la diferencia sexual entre el varón y la mujer no es una realidad innata propia del ser humano; y que sólo existen géneros: es decir, roles sociales optativos en la conducta sexual del individuo. Pero la naturaleza evidencia que la fisiología de hombres y mujeres es distinta, como distintas también lo son nuestras psicologías. El sexo no presupone una capacidad intelectiva mayor o menor; pero configura nuestros métodos de aprendizaje. Y ese "camino" del aprendizaje es distinto en hombres y mujeres; esto es lo que la educación diferenciada constata. En aquellos países donde existe una tradición arraigada de escuela diferenciada, los colegios donde se alcanzan mayores logros educativos, donde el índice de fracaso escolar es menor y la preparación intelectual y humana de los alumnos más esmerada, son invariablemente colegios de educación diferenciada. He aquí un hecho incontrovertible que sólo desde el prejuicio ideológico se puede negar.

La ideología de género pretende que la escuela diferenciada atenta contra la "igualdad" de hombre y mujeres; imbecilidad que igualmente podrían predicarse de los torneos de tenis o de los retretes públicos. Atentaría contra la igualdad si en las escuelas de niñas se impartiese un programa distinto al que se imparte en las escuelas de niños; si se enfocase el futuro profesional de niños y niñas de forma divergente. Pero si los planes de estudio en las escuelas de niñas y de niños son los mismos, ¿cómo puede sostenerse seriamente tal patraña? La escuela diferenciada, simplemente, se opone a la ingeniería social que trata de negar la diferencia sexual como realidad inscrita en la naturaleza humana. Y es que la ideología de género es, antes que cualquier otra cosa, una maquinaria al servicio de la destrucción de la naturaleza humana. Esta, y no otra, es la razón por la que se ha propuesto acabar con la escuela diferenciada.

Revista Misión

www.juanmanueldeprada.com
 

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