El Cardenal Filoni en el Congreso Eucarístico de Taiwán: «Anunciar a Jesús no es una opción»
"Este Congreso Eucarístico ayuda a la Iglesia de Taiwán a reflexionar profundamente sobre su misión y su papel en el contexto de la realidad de la que forma parte, y a contribuir, con su testimonio y fidelidad a Cristo, al bien común del pueblo de esta nación". Es la consigna expresada por el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, durante la celebración de clausura del IV Congreso Eucarístico Nacional de Taiwán que presidió como enviado especial del Santo Padre Francisco, en la tarde de ayer viernes 1 de marzo en Chiay, según explica la agencia Fides.
El cardenal Filoni explicó que "en este Congreso deseamos que Cristo también nos hable. En particular, queremos que hable a nuestras vidas: a los recién casados que no se entienden y no se aman como antes; a las madres y a los padres que tienen graves problemas con sus hijos a causa del alcohol y de la drogadicción; a los que padecen de cáncer o de una enfermedad grave; a los que, por falta de trabajo o por otros motivos, tienen problemas muy graves de pobreza. Por último, a las personas mayores o que se encuentran al final de sus vidas y a quienes todavía se les escapa el sentido de la vida.
Un Congreso Eucarístico no es "un acontecimiento extra para celebrar, sino "un gran momento de alegría por la presencia de Jesús y por el encuentro con Jesús que vive en la eucaristía. La eucaristía es el gran don que Jesús mismo dejó a su Iglesia como memorial de sí mismo, es decir, de aquella infinita ofrenda hecha eternamente al Padre", subrayó el cardenal.
El cardenal Filoni insistió en la importancia del trabajo misionero, "tan necesario en esta isla de Taiwán, donde la Iglesia es una pequeña realidad, a pesar de tantos años de evangelización y de tantas obras sociales y educativas apreciadas", subrayando que la evangelización "no puede delegarse sólo a algunos misioneros, sino que debe implicar a todos: obispos, sacerdotes, religiosos, religiosos, laicos, familias e incluso niños, misioneros a sus pares. La actividad misionera, si se nutre de la eucaristía, hace fructificar el Evangelio; de hecho, es la fuente de la misión evangelizadora. La actividad misionera, es decir, el anuncio de Jesús a todos, no es una opción, un corolario en la vida de la Iglesia, sino una parte esencial de ella, porque una Iglesia sin impulso misionero es estéril".
Tras recordar el magisterio misionero del papa Francisco, el prefecto del Departamento Misionero subrayó que "la Iglesia desea todavía hoy, más que nunca, responder al mandato de Jesús resucitado de llevar el Evangelio a todos los pueblos. Con el Evangelio y con la eucaristía nace y se desarrolla la fraternidad, cual nueva frontera del cristianismo entre los pueblos; y la Iglesia, con su mensaje y sus valores, quiere contribuir profundamente a la fraternidad entre los pueblos, como una nueva frontera, ya que conserva en sí misma y lleva todos los signos de la bendición de Dios y de la riqueza espiritual de la que es depositaria. Más allá de las fronteras existenciales y geográficas, marcadas por las lenguas y los hombres, la fraternidad se convierte en don de Dios a la humanidad".