Sábado, 21 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

12.000 civiles muertos, 600 eran niños; cientos de miles de soldados muertos

Mil días de guerra en Ucrania: la Iglesia pide la paz, persevera con las víctimas y reconstruye

Voluntarios de Caritas-Spes, la Caritas de rito latino en Ucrania, entre las ruinas y destrozos de los bombardeos
Voluntarios de Caritas-Spes, la Caritas de rito latino en Ucrania, entre las ruinas y destrozos de los bombardeos

Pablo J. Ginés

Se cumplen 1.000 días desde la invasión rusa con tanques y aviones en Ucrania del 24 de febrero de 2022, lo que en Rusia aún llaman "operación militar especial". En este tiempo, han fallecido en territorio ucraniano, por disparos y explosiones, al menos 12.162 civiles, de los que 659 eran niños. Son 16 niños muertos o heridos cada semana, recuerda Unicef. Además, casi 27.000 civiles más han resultado heridos.

Las cifras las da Naciones Unidas y son "a la baja". No se dan cifras de los civiles heridos o muertos en Rusia (por ejemplo, en el territorio de Kursk donde hay combates) porque Rusia no permite trabajar y acudir a los observadores de Naciones Unidas.

Entre las bajas militares, se calcula que han muerto unos 60.000 ucranianos, más unos 300.000 heridos (cálculo de UALosses, noviembre 20024); y que han muerto unos 150.000 militares rusos, con otros 500.000 heridos (estimaciones de BBC News y Mediazone en noviembre).

Unicef, al acercarse los mil días de guerra, da más datos:

- los niños de la región de Dombás en realidad han vivido diez años de conflicto;
- desde agosto de 2024, otras 170.000 personas han huido de su casa en el este del país; se suman a 3,6 millones de desplazados internos y a 6,7 millones de refugiados repartidos por toda Europa (el 90% son mujeres con niños);
- en las regiones cerca del frente, 3 millones de personas necesitan calefacción, agua segura y atención sanitaria;
- escuelas y hospitales siguen siendo blanco de ataques: casi 1.500 centros educativos y 660 centros sanitarios en Ucrania han sufrido daños por disparos y explosiones, o directamente han sido destruidos;
- 1,7 millones de niños no tienen acceso a agua segura; 3,4 millones no tienen acceso a agua corriente.

Reconstruir con los vecinos y desplazados

En estos mil días de guerra, los católicos, de rito griego o latino, se han esforzado por ayudar a sus vecinos, atendiendo desplazados, reparando destrozos, acogiendo a los heridos y traumatizados, alejando a los niños del frente, canalizando las ayudas en parroquias y asociaciones, y rezando por la paz.

De cada 10 ucranianos, 7 declaran ser cristianos ortodoxos, mientras que los católicos son un 10% del país. La mayoría de los católicos (unos 5 millones) son de rito bizantino: es la mayor comunidad católica de rito oriental. Otros 500.000 ucranianos son católicos de rito latino.

Vitaliy Skomarovskyi, presidente de los obispos ucranianos de rito latino, comenta con VaticanNews los bombardeos rusos que han dañado civiles e infraestructuras en las últimas semanas. "Vemos que los ataques brutales y mortíferos no cesan. Personas inocentes, civiles y niños están siendo asesinados. Rezamos para que, además de expresar su preocupación, los políticos del mundo reciban el don del valor y la fortaleza. Hay que poner fin a esta guerra cruel y sin sentido", exhorta.

"Nuestros sacerdotes intentan apoyar a nuestro pueblo, estar a su lado y ayudarle en estos tiempos difíciles. Lo más duro es la pérdida de seres queridos. Para nosotros, el mes de noviembre se asocia con rezar por los muertos, vamos a los cementerios a rezar por ellos. Vemos esas banderas en las tumbas de nuestros soldados caídos, en algunos cementerios son como un bosque, y eso despierta una gran tristeza".

El obispo de Lutsk en el cementerio en noviembre, mes de orar por difuntos

El obispo de Lutsk en el cementerio en noviembre, mes de orar por difuntos.

Skomarovskyi es obispo de Lutsk, donde hay unos 30.000 católicos latinos en unas 30 parroquias. En su centro diocesano recogen a viudas e hijos de los caídos. "Invitamos a psicólogos para que les den apoyo o simplemente acogemos a estas mujeres y niños para que puedan pasar algún tiempo en una comunidad y tener algún tipo de rehabilitación y ayuda. Es muy importante que una persona no se quede sola con su dolor, sino que esté rodeada de personas que han experimentado una pérdida similar. Se trata de apoyo mutuo. Además, también hay un componente espiritual, a saber, la oportunidad de rezar, de participar en la Santa Misa".

En todo el país, explica, las parroquias, religiosas y sacerdotes se están formando para acompañar en el duelo a las viudas y huérfanos de guerra, explica.

La fe ayuda en la pérdida, y todo el mundo ve que es así. "Podemos ver durante los funerales, cuando hablamos con la familia y los amigos, lo importante que es la fe para una persona, siempre es un gran apoyo en estos momentos difíciles. Ojalá todas las personas pudieran encontrar este apoyo, tenerlo y descubrirlo en sus vidas", dice el obispo.

Shevchuk: el discurso de los mil días

El arzobispo mayor Sviatoslav Shevchuk, pastor de los 5 millones de grecocatólicos ucranianos, también ha comentado el triste aniversario.

"Podemos decir que durante 1.000 días el enemigo intentó matar, destruir y destruir sin descanso. Pero al mismo tiempo fue un período de gran esperanza para el pueblo ucraniano. Mil días de esperanza", afirmó el primado grecocatólico en su alocución en vídeo.

"Experimentamos que Jesucristo, Dios que se hizo hombre, está presente en el cuerpo del sufriente pueblo ucraniano. Una vez más es condenado a muerte, torturado y asesinado. Se deja encarcelar. Es Él quien va en cautiverio con el ejército ucraniano. Él está entre los que han desaparecido. Fue Él quien fue herido. Sin embargo, ¡Él venció el mal, el pecado y la muerte y resucitó de entre los muertos! Por tanto, la gran guerra son mil días de experiencia de la presencia del poder de Cristo resucitado en el cuerpo de los ucranianos. Hoy ya palpita en nuestras venas la resurrección, cuya plenitud esperamos", predica Shevchuk en su vídeo.

"Somos un pueblo que confía en el poder del Salvador resucitado y experimentamos este poder todos los días en nuestra historia personal. Por lo tanto, ahora declaramos al mundo entero: ¡Ucrania está de pie, lucha y reza! ¡Ucrania espera la fuerza de Dios, que se revela también en nuestras heridas, lágrimas y dolor! ¡Ucrania ya ha resucitado hoy en nuestro Salvador resucitado!".

Los católicos de rito griego esta semana han empezado ya sus ayunos de Adviento, que duran 40 días. "Dediquemos el ayuno de Navidad a la oración y el ayuno por la victoria de nuestro pueblo sobre las tinieblas de la guerra" Oremos por nuestro ejército, por todos aquellos que hoy lloran, lloran, sufren y tienen gran necesidad de la tan esperada venida del Salvador, que traerá consigo la paz celestial", pidió.

Parolin: para un alto el fuego, basta que uno (Rusia) quiera

Desde Roma, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano y máxima autoridad diplomática vaticana, comenta el aniversario con el periodista Andrea Tornielli. "Ucrania es un país agredido y martirizado, que asiste al sacrificio de generaciones enteras de hombres, jóvenes y no tan jóvenes, arrancados del estudio, del trabajo y de la familia para ser enviados al frente; que vive el drama de quienes ven morir a sus seres queridos bajo las bombas o bajo los golpes de los drones; que asiste al sufrimiento de quienes han perdido sus hogares o viven en condiciones extremadamente precarias a causa de la guerra", va enumerando el cardenal.

Anima a perseverar en la oración. "Rogar a Dios que convierta los corazones de los señores de la guerra. Debemos seguir pidiendo la intercesión de María, una Madre especialmente venerada en aquellas tierras que recibieron el bautismo hace muchos siglos. En segundo lugar, podemos esforzarnos por no faltar nunca a nuestra solidaridad con los que sufren, los que necesitan cuidados, los que padecen frío, los que lo necesitan todo. La Iglesia en Ucrania hace mucho por la población compartiendo día tras día el destino de un país en guerra. En tercer lugar, podemos hacer oír nuestra voz, como comunidad, como pueblo, para pedir la paz", exhorta.

Parolin distingue entre un "alto el fuego" (que ya sería una cosa muy buena) y una paz justa.

"Negociar una paz justa lleva tiempo, mientras que un alto el fuego compartido por todas las partes -en primer lugar hecho posible por Rusia, que inició el conflicto y se supone que debe detener la agresión- podría tener lugar incluso en el espacio de unas pocas horas, si sólo uno lo quisiera. Como repite a menudo el Santo Padre, necesitamos hombres que apuesten por la paz y no por la guerra, hombres que se den cuenta de la enorme responsabilidad que representa continuar un conflicto con resultados siniestros no sólo para Ucrania, sino para toda Europa y el mundo entero. Una guerra que corre el riesgo de arrastrarnos a un enfrentamiento nuclear, es decir, al abismo".

Después, comenta el esfuerzo diplomático de la Santa Sede, que "intenta hacer todo lo posible, mantener canales de diálogo con todos, pero uno tiene la sensación de haber dado marcha atrás al reloj de la historia. La acción diplomática, la paciencia del diálogo, la creatividad de la negociación parecen haber desaparecido, herencias del pasado. Y son las víctimas inocentes las que pagan el precio".

E insiste: "Negociar no es un signo de debilidad, sino de valentía". 

La creatividad de los católicos

Un repaso a la sección de noticias de Caritas.ua, la Cáritas gregocatólica (más grande que su hermana latina) muestra la gran movilización social por restañar heridas de la guerra.

En la ciudad de Dnipro, donde hay cientos de miles de desplazados de guerra, Cáritas acaba de abrir un centro médico. A lo largo del último año abrió otros seis (en Brody, Drohobych, Kolomyia, Nadvirna, Jmelnytskyi y Chortkiv) y está preparando otro en Ivano-Frankivsk, lejos del frente. Ofrecen atención psicológica, telemedicina, atención primaria y secundaria. En Dnipro quieren ofrecer también cuidados paliativos y rehabilitación de heridos y amputados. El exarca de Donetsk, el obispo Stepan Menyok, consagró el local y bendijo a los médicos que trabajarán en él. Cáritas también está potenciando mucho los servicios de telemedicina en todo el país.

El obispo grecocatólico Stepan Menyok en Dnipro bendice médicos del nuevo centro sanitario de Cáritas:

Obispo Stepan Menyok en Dnipro bendice médicos del nuevo centro sanitario de Cáritas

En Pidkamin, una zona agrícola y pobre de la región de Lvov (Leópolis) Cáritas ofrece el único centro de rehabilitación y acogida de niños. Cuenta con el apoyo de Cáritas Eslovenia, y el embajador esloveno ha visitado el centro. Acoge niños de familias desplazadas, hijos de militares, de familias pobres y también a 35 niños con discapacidad auditiva. En general, todos son niños a los que les cuesta estudiar, y más en guerra.

El equipo de Cáritas Pidkamin, con el párroco, voluntarios y profesionales:

El equipo de Cáritas Pidkamin, con el párroco, voluntarios y profesionales

Aquí cuentan con apoyos psicosociales de profesionales, psicólogos y pedagogos, también con lengua de signos. Mantener un vehículo y su combustible ayuda a sostener el proyecto. Los locales los ha impulsado el párroco, el padre Mykhailo Bakai, construyendo un edificio nuevo en los terrenos parroquiales con la ayuda de voluntarios.

También hay un intenso trabajo con las chicas explotadas sexualmente (con la guerra y sus desplazamientos hay más que nunca).

Técnica de Cáritas Ucrania y Caritas Dinamarca supervisa el reparto de leña a abuelas pobres en la guerra

Y, al acercarse el durísimo invierno ucraniano, con la entrega de leña a personas pobres. Abundan los ancianos como la señora Marina del pueblo de Rakove, con una pensión de 2.700 grivnas (62 euros al mes) con la que no puede pagar ni leña ni calefacción. En otros sitios, no funciona la electricidad y calefacción por los destrozos de la guerra. Cáritas Dinamarca colabora especialmente con Cáritas Ucrania para aportar combustible y madera a estos hogares en Mikolayev y Jersón.

Para ayudar a las víctimas de la guerra en Ucrania, Cáritas Española ha abierto esta web y la cuenta Caixabank ES31 2100 5731 7502 0026 6218 .

En el vídeo (en inglés) explican cómo Cáritas de Ucrania, Noruega (donde los católicos son pocos) y Holanda colaboran en llevar agua y saneamientos a las zonas cerca del frente:

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