Cine religioso
Siete monjes encabezan la recaudación por taquilla y van ahora camino de ganar un Oscar
Fray Christian, fray Christoph, fray Bruno, fray Luc, fray Célestine, fray Paul, fray Michel... su martirio, tan reciente, todavía conmueve.
Acaba de llegar Visión, la historia de Hildegarda von Bingen, todavía tenemos reciente el éxito de La última cima, y ahí están, por supuesto, Bella sobre el aborto o A prueba de fuego [Fireproof] sobre el matrimonio. El cine de inspiración religiosa tiene conquistadas las taquillas con un éxito tras otro, y cuando los problemas de distribución lo impiden, el éxito llega en DVD.
Es el caso de Des hommes et des dieux [Hombres y dioses], de Xavier Beauvais, con Lambert Wilson en el papel estelar. Estrenada el pasado 8 de septiembre en Francia, en dos semanas se ha situado a la cabeza del ranking de recaudación de la cartelera gala, superando de largo el millón de espectadores.
Cuenta la historia de los siete monjes cistercienses de Tibéhirine, en Argelia, martirizados el 21 de mayo de 1996 por un grupo islamista. Fray Christian, fray Christoph, fray Bruno, fray Luc, fray Célestine, fray Paul y fray Michel tuvieron la oportunidad de abandonar el monasterio y regresar a Francia, salvando su vida, pero prefirieron quedarse. Su testimonio de fidelidad a Cristo ha perpetuado el recuerdo, que se engrandecerá aún más con esta obra, premiada en el último Festival de Cannes y que ha sido seleccionada en el país vecino para competir como mejor película extranjera en la próxima edición de los Oscar.
Los obispos están encantados con el éxito de Hombres y dioses. «Personas ateas o agnósticas de mi entorno me dicen que hay algo realmente auténtico en esta película que les ha llegado dentro», afirma el portavoz de la conferencia episcopal francesa, Bernard Podvin, quien destaca en ella que es «una obra maestra de paz y de testimonio espiritual».
El guión recoge las dudas e inquietudes de los monjes, sus reflexiones sobre lo que debían hacer, las relaciones entre ellos ante esta situación, y con la gente de la localidad, que les quería enormemente, y con los terroristas que les amenazaban con la muerte si no cerraban el convento y se iban.
Pero no es sólo la perfección formal del film lo que está logrando esta espectacular acogida: es sobre todo «la emoción viva del acontecimiento en sí mismo, porque el recuerdo de Tibéhirine ha permanecido en nuestra memoria», afirma monseñor Podvin. Y así es: a pesar de que antes y después de esa matanza los cristianos en el mundo han sufrido muchas otras, probablemente ésta sea la que más haya perdurado en el recuerdo, y tuvo además un influjo decisivo en la actitud del gobierno argelino hacia su problema islamista.
Es el caso de Des hommes et des dieux [Hombres y dioses], de Xavier Beauvais, con Lambert Wilson en el papel estelar. Estrenada el pasado 8 de septiembre en Francia, en dos semanas se ha situado a la cabeza del ranking de recaudación de la cartelera gala, superando de largo el millón de espectadores.
Cuenta la historia de los siete monjes cistercienses de Tibéhirine, en Argelia, martirizados el 21 de mayo de 1996 por un grupo islamista. Fray Christian, fray Christoph, fray Bruno, fray Luc, fray Célestine, fray Paul y fray Michel tuvieron la oportunidad de abandonar el monasterio y regresar a Francia, salvando su vida, pero prefirieron quedarse. Su testimonio de fidelidad a Cristo ha perpetuado el recuerdo, que se engrandecerá aún más con esta obra, premiada en el último Festival de Cannes y que ha sido seleccionada en el país vecino para competir como mejor película extranjera en la próxima edición de los Oscar.
Los obispos están encantados con el éxito de Hombres y dioses. «Personas ateas o agnósticas de mi entorno me dicen que hay algo realmente auténtico en esta película que les ha llegado dentro», afirma el portavoz de la conferencia episcopal francesa, Bernard Podvin, quien destaca en ella que es «una obra maestra de paz y de testimonio espiritual».
El guión recoge las dudas e inquietudes de los monjes, sus reflexiones sobre lo que debían hacer, las relaciones entre ellos ante esta situación, y con la gente de la localidad, que les quería enormemente, y con los terroristas que les amenazaban con la muerte si no cerraban el convento y se iban.
Pero no es sólo la perfección formal del film lo que está logrando esta espectacular acogida: es sobre todo «la emoción viva del acontecimiento en sí mismo, porque el recuerdo de Tibéhirine ha permanecido en nuestra memoria», afirma monseñor Podvin. Y así es: a pesar de que antes y después de esa matanza los cristianos en el mundo han sufrido muchas otras, probablemente ésta sea la que más haya perdurado en el recuerdo, y tuvo además un influjo decisivo en la actitud del gobierno argelino hacia su problema islamista.
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