Telefonía
Artículo publicado hoy en el Diario Ideal, edición de Jaén, página 21
Jesús de Nazaret cultivaba una estrecha amistad con Lázaro y sus hermanas Marta y María. Siempre que pasaba por el pueblo se hospedaba en casa de sus amigos. Llegó el momento en que Lázaro murió, las hermanas enviaron la noticia a Jesús, quien se hizo el remolón y apareció tres días más tarde, cuando el difunto estaba enterrado. Ambas mujeres se lo echaron en cara, pero el Señor les dijo que no se preocuparan porque su amigo estaba dormido. Así ocurrió el gran milagro de la resurrección de su amigo Lázaro, que dejó boquiabiertos a todos los numerosos presentes de aquel acontecimiento singular.
Un buen día explicaba este pasaje evangélico en la Misa. Un niño inocente levantó la voz y dijo: “Si hubiera habido teléfonos móviles, habría llegado mucho antes de morir”. No le faltaba razón a aquel rapazuelo. Jesús deseaba dejar clara su autoridad sobre la muerte y la vida.
La semana que termina nos ha traído la primera guerra abierta entre marcas de telefonía móvil, países enfrentados por mantener el control de la fabricación, empresas que espían secretos industriales y un disloque entre los millones de usuarios que no sabemos a qué carta quedarnos en este juego de toma y daca.
Hace unos días encontré en el buzón del domicilio un folleto escuálido, finucho, enano, y lo abrí de su bolsa de plástico. Era la reducción a la que ha llegado la edición de las páginas blancas y amarillas de la provincia de Jaén, que siempre crecía y engordaba cuando teníamos solamente el teléfono fijo y los móviles los veíamos en las películas.
En Jaén el servicio telefónico nació en la calle Cerón, siempre con el servicio de la operadora manual quien podía escuchar la conversación entre el llamador y el receptor, salvo que la supervisora la pillara y la pusiera de patitas en la calle. Durante la Dictadura de Primo de Rivera, el ministro de Hacienda don José Calvo Sotelo, unificó el servicio telefónico en una sola empresa: Compañía Telefónica Nacional de España.
A nuestra ciudad llegó el servicio automático, sin operadora por medio, a comienzos de los años cuarenta, cuando se abrió el edificio situado en la calle Roldán y Marín. Ahí permaneció hasta la construcción de la actual sede en Obispo Estúñiga. Hoy el mundo telefónico está como casi todo: liberalizado. El nacimiento de los terminales móviles ha supuesto el crecimiento de la competencia, donde la gente elige con plena libertad a quien adherirse para disponer de una línea con la que estar conectado para hablar o usar las ofertas de Internet. Tan comunicada está hoy la sociedad que nadie va por la calle, sino mirando su telefonino como dicen los italianos. Varios accidentes viarios han ocurrido con roturas de huesos y descalabros en la crisma. ¿Somos más felices con tanta telefonía?. Durante su vida pública Jesús de Nazaret siempre estuvo avisado y al tanto de todo lo que acontecía a su alrededor. No tuvo ningún móvil ni acceso a Internet. Con razón era el Hijo de Dios omnisciente y sapientísimo. Por lo tanto, tantos avances técnicos en la telefonía no nos hace más felices, a no ser que los usemos sin caer en la esclavitud del móvil, que hoy es una enfermedad mental tratada por los servicios de salud cerebral y anímica. Móvil con uso justo, sí. Esclavitud, no.
Tomás de la Torre Lendínez