Grandes paradojas del SXXI
por Cuestión de vida
He estado oyendo en un podcast sobre los «sacamantecas». Se entrevistaba a una periodista e historiadora, Natalia Monje sobre su libro «Mala cosecha. Archivos aterradores de la historia de España.»
Parece ser que lejos de ser un mito, era una realidad y hay muchos casos documentados sobre el tema. Existía la creencia de que la tuberculosis se curaba con grasas sacadas de niños y había gente muy pudiente que pagaba cantidades enormes por obtenerlas y criminales sin escrúpulos dispuestos a proporcionárselas.
Y claro, nos escandaliza, ¿quién no iba a escandalizarse? Pues resulta que ahora hacemos exactamente lo mismo. Con el pánico a enfermar y morir, que en estos momentos raya, si no sobrepasa, la paranoia, pensamos que una vacuna realizada con niños humanos asesinados vamos a burlar a la muerte. Poco importa que funcione la vacuna o que funcionaran los ungüentos, cosa muy cuestionable en ambos casos, pero es que, aunque sí funcionara ¿no es exactamente igual de aberrante y escandaloso?
Sigue hablando en este libro de las personas que tenían cualquier tipo de deformidad: hermanos siameses unidos, enanismo, hirsutismo, microcefalia, Síndrome de Proteus..., eran expuestas como espectáculo público y esto nos escandaliza. ¡Cómo no! Recuerdo cuánto me impactó la película del «hombre elefante», cuando gritaba con desesperación ¡soy un ser humano! Pero resulta que el asesinarlos antes de nacer no es escandaloso, sino que es progreso, total les ahorramos una vida de sufrimiento... ¿o no?
Puestos a recordar películas me acuerdo de una sobre los esquimales «Nanouk, el esquimal» (en España se llamó «Los dientes del diablo») en la cual se narraba su forma de vida. En ella se ve que cuando la madre de la protagonista se hace mayor se convierte en una carga «no hay sitio para bocas inútiles» y se la dejaba en el hielo para que se la zampara alegremente el oso polar «la carne debe morir para que la carne pueda vivir». ¡Qué espanto! Cuanto lloramos por la pobre abuela que, calculando la edad de la hija, igual era de mi edad. Qué incivilizados estos esquimales.
Y, sin embargo, aprobamos una ley de eutanasia para deshacernos de los débiles y de los ancianos y de algunos niños si no cumplen el estándar y esto, incluso en contra de su voluntad, puesto que en Holanda han aprobado que se les puede dar la sedación en la comida porque resulta que ¡es que se resisten! ¡cómo puede ser! ¡mira que son insolidarios!
Nos escandalizamos de los matrimonios forzados de niñas y con razón, creo que los abusos en la infancia es de las cosas más terribles y destructivas que se le pueden hacer a una persona, pero... resulta que no tenemos problema ninguno en dar clases de sexualidad y masturbación a niños desde los 4 años, proponer a los niños que exploren su cuerpo y se toquen entre ellos desde los 8 y que tengan relaciones desde los 12. Es distinto, claro, pero igualmente destructivo y aberrante, eso sí, parece que no nos escandaliza tanto.
Termino con una comparación que ya se ha hecho muchas veces. Nos escandaliza que durante un tiempo a las personas de raza negra no se las considerara humanas, igual que no se consideraba humanos a los judíos en el tercer Reich. Ciertamente son episodios terroríficos de la historia, pero... ¿y un bebé por nacer no es igual de humano? ¿por qué les negamos la indiscutible humanidad? Nos escandaliza que existiera la esclavitud y que un ser humano pueda ser propiedad de otro, pero, ¿no nos escandaliza que un bebé sea propiedad de su madre y puede decidir si nace o no en función de su «deseo»? O peor aún... que sea propiedad del Estado y sea este quien decide quien vive y quien muere, eso sí, todo lo hacen por nuestro bien y por nuestra salud ¡faltaría más!
Todas las épocas de la historia de la humanidad tienen sus luces y sus sombras, pero creo que esta es la más hipócrita y la más deshumanizada que hemos vivido. Pero, como siempre, tenemos una verdad inmutable, La Verdad, el Evangelio de Jesucristo y está la guía definitiva: la sacralidad de la vida humana, la dignidad de cada persona, cuerpo, alma y espíritu.