Jueves, 21 de noviembre de 2024

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El alcance de un si

El alcance de un si

por Un alma para el mundo

El alcance de un sí

 

En la página W. Opus Dei, Carlos Aixela publica un extenso, y clarividente  artículo, en el que destaca con nitidez el alcance del SI de un matrimonio contraído con amor sincero. Traigo aquí uno de los párrafos que puede hacer pensar a muchos que tienen el proyecto de casarse, o ya están casados y el amor se tambalea. Animo al lector a que entre en la página indicada y lo lea completamente.

 

 

Desde esta luz, la vocación matrimonial aparece como algo bien distinto de «un impulso hacia la propia satisfacción, o un mero recurso para completar egoístamente la propia personalidad»[12]. Sin duda, la personalidad solo se despliega verdaderamente cuando uno es capaz de entregarse a otra persona. La vida matrimonial, además, es fuente de muchas satisfacciones y alegrías; pero a nadie se le escapa que trae consigo también problemas, exigencias, decepciones. No se le escapa a nadie y, sin embargo, qué facil es “escaparse” de esa cara menos bonita del amor: qué facil es desdeñar las migas de pan duro.

Un contraste puede ayudar a considerarlo. Por un lado, la perfección sin tacha de ciertas celebraciones de bodas, estudiadas hasta el último milímetro para dar toda la solemnidad posible a un evento único en la vida, y quizá también para afianzar el prestigio social de la familia. Por otro, el desencanto y el descuido que fácilmente pueden filtrarse a la vuelta de los meses o de los años, ante la imperfección de la vida familiar en su despliegue cotidiano: cuando surgen problemas, cuando se descubren los defectos de la otra persona, y uno y otro parecen incapaces de hablar, de escucharse, de curar heridas, de derrochar cariño. Puede nublarse entonces el «sentido vocacional del matrimonio», por el que se sabían llamados a dar lo que son… a ser padre, madre, marido, mujer… de vocación. Y qué lástima entonces: una familia a la que Dios querría feliz, aun en medio de las dificultades, se queda solo a medio camino, “aguantando”. La novedad que estaba queriendo nacer en el mundo con su amor mutuo, con su hogar… la novedad, la verdadera vida, parece entonces estar en otra parte. Y sin embargo está a la vuelta de la esquina, aunque la esquina esté algo desconchada, como acaba por sucederle a cualquier esquina, que simplemente está pidiendo un poco de cariño y atención.

El día en que un hombre y una mujer se casan, responden «sí» a la pregunta acerca de su amor recíproco. Sin embargo, la verdadera respuesta llega solo con la vida: la respuesta se debe encarnar, se debe hacer a fuego lento en el “para siempre” de ese sí mutuo. «Uno siempre responde con su vida entera a las preguntas más importantes. No importa lo que diga, no importa con qué palabras y con qué argumentos trate de defenderse. Al final, al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida (…): ¿Quién eres?… ¿Qué has querido de verdad? (…) Uno al final responde con su vida entera»[13]. Y ese sí de la vida entera, conquistado una y otra vez, se va volviendo cada vez más profundo y auténtico: va transformando la inevitable ingenuidad de los inicios en una inocencia lúcida, pero sin cinismo; en un «sí, cariño» que sabe, pero que ama.

Carlos Aixela

 

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