Navidad de esperanza
Navidad fue siempre un tiempo de tregua en las guerras, una pausa en la que incluso los cañones callaban. El hombre volvía, aunque fuera sólo por unas horas, a la inocencia perdida y al recuerdo de una infancia familiar donde todo era mejor, aunque eso sólo estuviera en su imaginación. Por eso me hubiera gustado dedicar esta reflexión semanal a evocar este espíritu de paz y desear a todos una Navidad feliz y santa.
Por desgracia, tampoco esta semana han cesado las noticias que nos han sobresaltado. La más destacada, por la polémica que ha desatado, ha sido la ligada a la publicación de un libro de la Comisión Bíblica internacional, en el que se reflexiona sobre la naturaleza humana. 10 de sus 300 páginas han estado dedicadas a la cuestión de la homosexualidad. Un diario italiano ha hecho un ejercicio típico de mal periodismo y ha sacado algunas frases de contexto, según las cuales la Iglesia aceptaría el ejercicio de la homosexualidad como una forma normal y legítima de llevar a cabo las relaciones sexuales, y consideraría desfasadas las interpretaciones basadas en el Génesis, en el Levítico y en San Pablo que condenaban esas relaciones. El revuelo, como es natural, no se hizo esperar. La inmensa mayoría de los medios de comunicación del mundo se hicieron eco de esa información, quizá por no tener acceso al libro o por no molestarse en constatar si eso era verdad o no. En realidad, lo que el texto dice es que entre los teólogos hay quien piensa así. Es decir, se limita a constatar la existencia de una corriente de opinión que el propio libro califica de disidente con la doctrina oficial de la Iglesia. El revuelo que se ha armado ha sido tal que el propio secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe ha tenido que intervenir para negar cualquier cambio en lo concerniente a la aceptación de los matrimonios homosexuales. Aunque no se refirió a los actos homosexuales en cuanto tales, se supone que si se sigue rechazando la equiparación de las uniones gay con los matrimonios, se seguirá también considerando pecado el ejercicio de esas relaciones, que no tendrían lugar por lo tanto dentro de un matrimonio sino fuera del mismo.
La semana ha tenido también otros “incidentes”, como la petición del Papa a un grupo de niños de un colegio para que no inviten a hacerse cristianos a sus compañeros judíos o musulmanes y que se limiten a dar un testimonio que sea atractivo y que les haga desear la conversión. Por último, ha estado el tradicional mensaje a la Curia vaticana, en el que, entre otras cosas, el Pontífice ha vuelto a criticar a los que él llama “rígidos” porque no aceptan los cambios que el propio Papa está proponiendo.
Hemos conocido momentos oscuros en la larga historia de la Iglesia. Pensemos en aquella primera nochebuena, cuando una jovencísima doncella debió dar a la luz a su primer y único hijo, en una no muy limpia cueva. Ella, María, es nuestro modelo de esperanza. Las tinieblas terminarán por desaparecer y veremos, cuando Dios quiera, de nuevo la luz del sol brillando con fuerza. Mientras tanto, que la esperanza nos mantenga alegres y llenos de paz, aunque, como decía San Juan de la Cruz, todavía siga siendo de noche.
Feliz y santa Navidad. Con María. Como María.