Antífona de entrada D-PII.2/4 Esdras 2,36s
por Alfonso G. Nuño
Alegraos en vuestra gloria, dando gracias a Dios, que os ha llamado al reino celestial. Aleluya (4 Esd 2,36s).
Esta otra antífona de entrada de este domingo está tomada de la literatura intertestamentaria. Son pocos los casos en que las antífonas no estén tomadas de la Sagrada Escritura, uno de ellos es éste.
Nos pone en disposición hacia lo que es la Eucaristía. Asistir a ella es responder a la llamada al reino celestial, es vivirlo ya en esta vida, es estar en la gloria divina, por tanto, momento celebrativo y de alegría y lugar para la acción de gracias y la alabanza.
Dios quiere que seamos felices, que vivamos alegres, pero la alegría no es una finalidad directa, sino que es emanación de la que sí lo es. Dios nos ha creada para la divinización, es decir, nos llama a ella. Por eso, el mandamiento principal es el amor. Dios es amor y lo divino es amar. Estamos llamados al amor porque nuestra vocación es la filiación divina. Y, cuando esto es real en nuestra vida, entonces somos felices.
Todo lo cual es posible en la gloria de Cristo resucitado. Esa es nuestra gloria y, por ello, donde nuestra alegría es plena, donde los discípulos se llenan de dicha (cf. Jn 20,20). Y como tanto la llamada como la respuesta y realización de ella son un don de Dios, la alegría verdadera es pareja a la acción de gracias. Lo que nos trae la alegría no lo podemos conquistar, sino que se nos da para que vivamos la vida recibida.
"Hay más dicha en dar que en recibir" (Hch 20,35). Le damos a Él nuestra miseria y nos da su divinidad.
[Aquí tenéis un comentario a la Antífona de comunión]
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