Conmemoración en la Capilla del Santo Cristo de Lepanto de la Catedral de Barcelona
83º aniversario de la inmolación del Obispo Irurita
A las doce del mediodía del pasado 3 de diciembre, fiesta de San Francisco Javier, patrón de Navarra y paisano de nuestro inolvidable Obispo Mártir, el siervo de Dios Manuel Irurita Almandoz, sus devotos diocesanos se reunieron en la Catedral de Barcelona para celebrar la Santa Misa en su memoria, en el 83º aniversario de su muerte martirial.
La ceremonia tuvo lugar, como viene siendo tradicional, en la capilla de la venerada imagen del Santo Cristo que en la proa de la nao capitana de la armada cristiana salvó a la Cristiandad en la batalla de Lepanto, y que monseñor Irurita en 1932 quiso trasladar desde el deambulatorio a la primera capilla de la Catedral, imagen bajo la que dispuso ser enterrado, lo más cerca posible del Sagrario.
Antes de la Santa Misa se recordó a los asistentes que no nos reuníamos a rezar por nuestros mártires, pues por ellos no se reza como por los demás difuntos, sino que nos disponíamos a rogar a los mártires que intercedan por nosotros, y pidan al Espíritu Santo que nos otorgue el don de fortaleza que a ellos les trasmitió, y que precisamos en nuestros procelosos tiempos, que se van pareciendo cada vez más a los que tuvo que afrontar el Obispo Manuel en los años 1930 a 1936 de su pontificado en Barcelona.
El birrete del siervo de Dios, preciada reliquia colocada sobre su tumba, presidía su lápida, con su escudo episcopal, circundado por el lema Oportet Illum regnare (Es necesario que Cristo Reine, 1 Corintios 15, 25), lema que monseñor Irurita quiso llevar a término durante su pontificado, lo que le suscitó persistente odio de sus enemigos y opositores.
Presidió la Santa Misa el consiliario de Hispania Martyr Mn. Antonio José Gómez Mir, Párroco de San Jorge, asistido por Mn. Rafael Méndez, Párroco de Nuestra Señora de los Ángeles, de Mn. Ramón Batlle Párroco de San Raimundo de Peñafort, y de Mn. Carlos Mas de Xaxars, ex rector de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, Patrona de Barcelona, ordenando la cuidada liturgia el Canónigo Arcipreste de la Catedral, Iltre. Sr. D. José Vives Trabal.
En su homilía Mn. Gómez Mir, recordó las palabras del Obispo Irurita el 11 de abril de 1931, en vísperas del advenimiento de la República, en su Pastoral de las fiestas jubilares de Montserrat:
¡Cataluña! Tú te sientes mal, desasosegada, y piensas hallar remedio en un cambio de postura. Pero, ¿a qué lado te quieres cambiar? Vuélvete a tu Virgen; en sus brazos maternales hallarás a Jesús, que es tu única salvación. He aquí el mejor cambio de postura que te conviene. Todos los demás no te darán la salud; como a un enfermo de huesos dislocados, de nada le servirán los cambios de postura en la cama, mientras los huesos no vuelvan a su lugar.
Y subrayó la actualidad de su pastoral de 13 de noviembre de 1934, tras los sucesos de octubre en Cataluña, en la que dijo:
El Adviento es tiempo propicio para procurar el Reinado del Corazón de Jesús… Debemos suspirar por Jesús, pedirle que venga a nuestras almas y que venga también a la sociedad estableciendo su Reinado de amor... “pidamos al Corazón de Jesús por intercesión de María Inmaculada, cuya fiesta no sin designio especial se ha puesto al principio del Adviento, que salve a España, que la saque del cautiverio de la masonería, que la libre del laicismo, especialmente del laicismo docente… Preparemos el camino al Señor, con una confianza sin límites en su Providencia y con una desconfianza total en nuestras propias fuerzas… Hagamos nosotros lo poco que nos corresponde; lo demás lo hará Jesús por María. Y el triunfo total no se hará esperar.
Tras la Santa Misa se procesionó por el claustro de la Catedral hasta la capilla dedicada a la memoria de los 930 sacerdotes, religiosos y religiosas, y de los fieles de esta Diócesis, sacrificados por su fe durante el trienio 1936-1939, donde se hallan ya depositadas reliquias de los mártires beatificados en esta Catedral el 10 de noviembre de 2018.
Se rezó allí la novena a la Santísima Trinidad editada en 1945, con licencia eclesiástica, en la que, tras el texto del Breviario Romano, común de Mártires se lee: “Este santo combatió hasta la muerte por la ley de Dios y no tuvo miedo de las palabras de los impíos”, se pide “que, si ha de ser para la mayor gloria de Vuestra Augusta Trinidad y bien de nuestras almas, veamos a Mons. Irurita sublimado al honor de los altares”.
Tras el rezo del responso, se salió por la puerta del claustro que da al Palacio episcopal, en cuyo muro se halla la estatua del obispo Irurita inaugurada hace 76 años, a cuyos pies se depositó una ofrenda floral. Ante su imagen se recordaron las palabras que Mn. Salvador Nonell (E.P.D.) fundador de Hispania Martyr pronunció sobre el Obispo Manuel Irurita en este lugar el 3 de diciembre de 1996:
Un día, cuando llegue la hora de Dios, -que llegará sin duda- el Magisterio oficial de la Iglesia Católica, fallará solemnemente el pleito establecido desde el principio de aquella gran persecución, entre los amigos y los enemigos de nuestros mártires.
Y recordó su consigna:
No seamos ni optimistas ni pesimistas. El optimismo, fundado en que, por nuestras propias fuerzas, y expulsando a Dios de la vida social, podremos gozar de paz y concordia, es una engañosa tentación diabólica del que se rebeló diciendo “non serviam”. Pero, el pesimismo es un insulto a Dios providente que nos ha prometido su reinado en el mundo.
José Javier Echave-Sustaeta (sobre estas líneas) dijo que los mártires vuelven a estar de actualidad, y acabamos de celebrar el jubileo del centenario de la Consagración de España al Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, en que bajo su imagen se lee la promesa que hizo al Beato Bernardo de Hoyos en 1734: Reinaré en España. Afirmó que en el pasado siglo el Corazón de Jesús comenzó ya su reinado en España mediante los 1.915 mártires ya elevados a los altares, y que no concedió gracia semejante a ninguna otra nación, y que su sacrificio nos propició un largo periodo de paz social. Pero añadió que los mártires no han agotado su misión en el pasado, sino que con sus túnicas blancas teñidas con la sangre del Cordero, están en torno a su trono, urgiéndole su pronta venida a reinar, y son prenda de prometedor futuro cristiano profetizado para nuestra España, a pesar de los negros nubarrones que hoy la ensombrecen, pero que el Señor puede disipar en un instante, cuando lo disponga. Y recordó que, como augurio y primicia, en el presente año 2019 el Rey de los mártires ha regalado a los catalanes un signo esperanzador: los dos últimos mártires seglares de la persecución religiosa en España que la Iglesia nos ha propuesto como ejemplo para nuestros tiempos, son paisanos nuestros: el beato Mariano Mullerat Soldevila médico y alcalde de Arbeca, y Joan Roig Digle de la F.J.C.C. de Masnou, pendiente sólo de fijar fecha de beatificación.
Terminó el acto cantando bajo la imagen del Obispo Irurita y ante el asombro de viandantes, el Crec en un Deu que nuestros mártires entonaron ante el pelotón de fusilamiento, y proclamando su último grito de esperanza que expresaron gozosos: ¡Viva Cristo Rey!
[Se cantó en la consagración de la Basílica de la Sagrada Familia en Barcelona, durante la visita a España, en 2010, de Benedicto XVI. Es muy popular en Cataluña].
Dos parientes de monseñor Irurita asistieron a la ceremonia de la Catedral. La doctora Dª. María Isabel Lobo Satué, sobrina nieta del siervo de Dios (bajo estas líneas, a la izquierda), que con el catedrático forense Francisco Etxeberria participó en 1999 en la extracción de muestras de sus restos mortales de su sepulcro en la capilla del Cristo de Lepanto para su identificación mediante la prueba de ADN mitocondrial, cuyo resultado, remitido a Roma, fue de un 99,9% de identidad con los de sus hermanas Raimunda y Regina Irurita Almándoz, lo que confirmó su identidad frente a las falacias propaladas hasta hoy por quienes se oponen a su beatificación.
En la otra foto D. Koldo Larrea, sobrino nieto del Obispo (sobre estas líneas, a la derecha) por línea materna que atesora importantes reliquias y escritos de su familiar mártir.