Señor Ministro de Educación, ¿qué quieren ustedes?

Querido Sr. Ministro: Dicen Uds. que quieren un pacto de estado. Sí, pero ¿en qué línea? Naturalmente que hace falta un pacto de estado porque la situación no es precisamente halagüeña. No tengo los datos sobre la situación de nuestros jóvenes en cuanto a rendimiento escolar, comportamiento con respecto a los profesores, nivel de gamberrismo en clase y fuera de clase; y, sobre todo, en lo que respecta a la comparación con los demás alumnos de la Comunidad Europea. Leí que no están, ni mucho menos, en los primeros lugares; más bien, en lo que antes llamábamos, en el pelotón de los torpes.

Naturalmente que la culpa no es toda del Gobierno; hay un ambiente generalizado de falta de valores, de búsqueda del placer inmediato, hay un abuso de drogas, de sexo, de malos ejemplos recibidos de los mayores y, en muchos casos, los jóvenes son víctimas de grandes traficandes que les llevan a deshumanizarse cuando caen en sus redes.

Creo que nuestra sociedad debiera reflexionar muy seriamente sobre esta situación; y en la sociedad entramos, entre otros, Gobierno e Iglesia. Pero de manera especial, entran los padres que deben ser los primeros educadores de sus hijos a quienes todos, también Gobierno e Iglesia, debemos máximo respeto y cuyos derechos debemos respetar y fomentar todos.

Las deficiencias que pueda haber por parte de la Iglesia en su ayuda y colaboración, les agradeceríamos que las manifestasen, tanto en los diálogos institucionales que pueda haber, como públicamente. De lo que se trata es de que, en bien de los niños y de los jóvenes aunemos esfuerzos para subsanar las deficiencias.

Por mi parte, le ofrezco algunas sugerencias al Sr. Ministro para que, al legislar sobre la educación, no pierdan el tiempo y, sobre todo, para que legislen de cara al fomento de valores que hoy están de baja y que son fundamentales, si queremos una sociedad de progreso, pero no de un progreso hacia la muerte sino hacia la vida; porque hay quienes se auntocalifican como progresistas, pero ¿hacia dónde?

En función de la meta a la que queramos llegar habrán de arbitrarse los medios; y los medios que está queriendo implantar nuestro Gobierno, no son medios para la vida sino para la muerte. Y las nuevas leyes que se van implantando no deben ser leyas para la muerte sino para la vida. Aquí está en juego el futuro de nuestra sociedad.

Pero a la hora de legislar, si quieren un diálogo, para que sea serio habrá de ser fructífero; y, para que lo sea, hay que ir a los puntos clave; si lo que intentan es imponer sus puntos de vista, que es lo que están haciendo, no digan que quieren dialogar; porque en las reuniones que se han tenido no admiten nada serio que proponen los llamados. Lógicamente, las reuniones que se van haciendo no tienen resultados positivos que cabría esperar; primero, porque no entran en las cuestiones de fondo, y segundo, porque lo que quieren que sea diálogo, es una parodia porque lo que intentan es imponer sus criterios y dar ante la sociedad la sensación de que la ley es fruto del diálogo.

Algunos de su partido dicen que lo que debe hacer la Iglesia es colaborar con el resto de las instituciones en superar los desafíos que se le presentan a la sociedad española. Tienen toda la razón del mundo. Y siguen diciendo que en la sociedad democrática hay unos valores comunes a creyentes y no creyentes como la tolerancia y el pluralismo. Y también es cierto, pero ¿ya no hay otros valores? ¿No está el valor de la verdad, del bien común, del respeto a la vida como primer bien a tutelar? ¿No está el valor de la responsabilidad ni el del servicio desinteresado? ¿No está el valor de la dimensión religiosa y del respeto debido a las distintas creencias?

Naturalmente que la tolerancia y y el pluralisma son valores a tutelar, pero éstos que hemos apuntado ¿no son los básicos en los que se han de fundamentar la tolerancia y el pluralismo? ¿o es que no quieren ni siquiera oír hablar de ellos aunque sean los que estructuran la vida social? ¿Por qué nunca se les ocurre, no ya fundamentar todo en Dios, sino ni siquiera hablar de Él y parece que, incluso les molestan las imágenes?

Lo que habrá que ver es qué entienden por colaborar; no creo que lo entiendan como aceptar y dar por bueno todo lo que Uds. hacen; pero, por lo que se ve, parece que opinan así. En cuanto a esos valores comunes, lo mismo que en cuanto a la verdad de los mismos, hay que encontrarlos en un clima de diálogo. La Iglesia hace años que lo está pidiendo y se le están dando largas. (Continuará).

José Gea