Tu matrimonio como Dios lo pensó
Sin máscaras. Comentario para Matrimonios: Juan 10, 22-30
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EVANGELIO
Yo y el Padre somos uno.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 22-30.
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado, es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».
Palabra del Señor.
Sin máscaras.
Si somos Suyos, nadie nos arrebatará de Su mano. Que sí, que existe el demonio y es muy listo, que existe la fuerza de la concupiscencia, pero que el Señor es infinitamente más fuerte y no me va a soltar. A veces permitirá que se acerque el maligno para probar mi amor, para crecer, para que no me vuelva un soberbio, para dar testimonio de que Él me salva, pero no me soltará de Su mano si permanezco agarrado a ella.
Aterrizado a la vida Matrimonial:
Andrés: Lola, el Señor me enseña a ser esposo y he aprendido que es clave que sepas que siempre me tendrás.
Lola: Gracias, Andrés. Saber esto nos da confianza en el amor de Dios y también me da confianza en nuestro amor. Qué importante es poder descansar en ti, saber que puedo ser quien soy, tal como soy, contigo.
Andrés: Es verdad que el mundo está lleno de personas que llevan máscaras y de alguna forma te intentan forzar a que uno lleve también la suya. Pero en casa podemos ser quienes somos porque nos amamos tal como somos. Siempre estaré aquí amándote.
Lola: Gracias Andrés. Lo eres todo para mí.
Madre,
Que como el Señor, no nos soltemos de la mano que nos une y no nos suelta, Su mano. Alabado sea siempre y por siempre.