Las tres de la tarde. Noticia de última hora: Cristo ha muerto
por Guillermo Urbizu
Las 3. O las 15:00 p.m. La hora en que murió Cristo. Mi teléfono me avisa. Ave Crux! Por un instante me traslado al Calvario. Agonía de Dios Hijo. Prácticamente solo. Estertores. El cielo se pone de luto. Convulsiones de la tierra y de Su Cuerpo. Último suspiro. Las 3 de la tarde. Las almas en desbandada. Sólo Su Madre, María, y Juan, y algún legionario rezagado que asiste al espectáculo de la Redención en primera fila de Sangre. Y yo, que quiero estar allí, aunque esté en medio de la calle y en los albores del siglo XXI. ¡Padre! ¡Hijo! Intento hacerme cargo. Es el bautizo de la historia. El centro del tiempo: el vórtice eterno de todo. Ruedan las piedras por la ladera, sopla muy fuerte el viento. Un claxon me distrae. La Cruz está empapada de homicidios y tortura. Violencia sistemática, desalmada, irracional. Y la paz de esta muerte, y la muerte de la muerte. El Verbo de Dios ha dejado de respirar. Las manos en los bolsillos del abrigo. Miradle. Me llaman la atención esas gotas de sangre que tiemblan y caen como a cámara lenta sobre el mundo donde camino. El alma del hombre está llena de contusiones y llagas y vértigos, como este Cuerpo suspendido en esos clavos de hierro retorcido. Las 3 de la tarde. Tengo esa devoción, que me avisa del desastre y de la única esperanza posible. Camino por una calle de mi ciudad, y tengo frío. Es la hora. ¡Despierta alma! Cristo te espera. Espera el consuelo de tu pensamiento y de tu fe. Antes de morir quiso mirarte y que le miraras. El Gólgota. Entonces ya supo que estabas al llegar, que acudirías, que una alarma de tu teléfono XpressMusic te avisaría de Su agonía todos los días. Y unas palomas se arremolinan en el aire. Ave Crux! Esa cruz que quieren quitarnos del corazón y de la vista. Esa cruz que algunos quieren borrar, para dejarnos una historia sin alma. Y sin memoria, y sin herencia. Y sin resurrección, y sin Poesía. Y sin cultura. Y sin rastro alguno de Amor. ¡Qué lastre es el hombre para el hombre! ¡Cómo pesa la iniquidad, la inquina! ¡Y cómo brilla la blancura de Cristo muerto! Marfil o nácar. Nieve. ¡Nieva! Se ha vaciado entero de Sí, en nosotros, en mí. Era el sacrificio necesario. Hostia. Espíritu. Son las 3 de la tarde. ¡Dios! ¡Padre!
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