Viajamos hacia el pasado
"En esta vida, ustedes creen que viajan inexorablemente hacia el futuro. Pero no es cierto.
A medida que cumplimos años, todos estamos mucho más cerca de ver a nuestros abuelos, padres y amigos de la infancia que murieron. Nos encontraremos con ellos y ese pasado perdido, fosilizado en el tiempo, volverá con más belleza de la que tuvo, porque se habrá purificado del mal y de la oscuridad, de las arrugas, los llantos y las enfermedades.
Viajamos hacia un pasado feliz y dichoso porque viajamos hacia la recuperación de todos nuestros amores nobles, limpios y sinceros. Esa infancia feliz, quienes la tuvimos, asoma como un amanecer a la vuelta de los años.
Tiene todo esto un sentido cósmico muy interesante, porque también cuando contemplamos el cielo vemos estrellas del pasado, cuya luz nos llega ahora. Muy probablemente, esas estrellas hoy ya no existen más.
El pasado que dejamos atrás volverá, no lo dude. Hacia él se dirige toda vida en este mundo. Y en él encontraríamos todo el mal que hemos hecho si el buen Dios no nos perdonase. El infierno es perderse en un pasado sin perdón y repetir eternamente los pecados cometidos. O mirar eternamente nuestro oscuro pasado mientras nos alejamos a la velocidad de la luz de la Misericordia de Dios.
Si lo piensa usted bien, el Paraíso no está detrás, perdido en la bruma de los siglos, sino delante; volamos hacia él mientras vivimos y a él llegaremos, tras la purificación necesaria, para entrar en aquella luminosa inmortalidad corporal del Bello Principio.
-¿Y saludaremos a Adán y Eva?
-Claro. Nos esperan delante, en el glorioso pasado primigenio.
-¿Volveré a ser joven?
-Naturalmente. ¿No me está viendo a mí?
El monje se alejó por el sendero. Regresó al poco y dijo:
-El momento presente certifica la bondad o la maldad del pasado. Vigile, pues, porque todo se sabrá cuando muera. Vigile, porque lo que no existe en absoluto es el futuro. Lo cual, por cierto, es un alivio grande para sus angustias y depresiones".