Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

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Los condones no impiden el contagio de enfermedades

por Estamos en Sus Manos

Me he encontrado con esta carta del presidente del Pontificio Consejo para la familia, que me ha dejado profundamente impresionado, sobre todo por la poca difusión que ha tenido. Lo reproduzco a continuación, porque pienso que es algo que debería ser dado a conocer ampliamente, por lo mucho que esta en juego.

LOS VALORES DE LA FAMILIA
CONTRA EL SEXO SEGURO

Una reflexión de Su Eminencia

el Cardenal ALFONSO LÓPEZ TRUJILLO
Presidente del Pontificio Consejo para la Familia
1 de diciembre de 2003

Introducción

 

1. Los medios de comunicación han difundido la noticia de mi entrevista a la BBC, que tuvo lugar el pasado 12 de octubre de 2003, con motivo del 25º aniversario del servicio episcopal del Papa Juan Pablo II, Obispo de Roma. En dicha ocasión respondí a diferentes preguntas durante más de una hora, especialmente aquellas concernientes a la familia. Sin embargo, sorprendentemente, lo que se vio de toda esta entrevista en el programa Sex & The Holy City de la serie Panorama de la BBC, fueron tan sólo tres secuencias, cada una de ellas de una duración inferior a medio minuto, cuyas respuestas eran, ciertamente, mucho más completas. El propósito del programa era, aparentemente, una crítica deliberada y sistemática a la Iglesia católica por una supuesta contribución a la muerte de personas, al no permitir el uso de preservativos para la prevención de la difusión del VIH/SIDA.

 

Los obispos de Inglaterra y Gales se han quejado a la BBC, justamente, por este programa que, junto con otro, ha sido considerado “sesgado y hostil a la Iglesia católica”, así como de “haber ofendido a muchos católicos… Durante décadas la BBC ha merecido [y] gozado de una reputación mundial por su corrección y objetividad, especialmente en las Noticias e información diaria. Esta reputación está desvaneciéndose progresivamente”[1]. Muchas personas y grupos manifestaron también su disgusto con este programa incluido en la serie Panorama, de la BBC[2].

 

En esta entrevista yo advertía sobre el “sexo seguro”, declarando que uno no puede hablar, verdadera y objetivamente, de una total protección usando el condón como profiláctico[3], no sólo en lo que concierne a la transmisión del VIH/SIDA (virus de inmunodeficiencia humana, causa del síndrome de inmunodeficiencia adquirida), sino de bastantes otras ETS (enfermedades de transmisión sexual). Yo subrayaba que para controlar la pandemia es necesario promover una conducta sexual responsable inculcada mediante una auténtica educación sexual respetuosa de la dignidad del hombre y la mujer, y que no los considere meros instrumentos de placer y objetos “para ser usados”. Dije también que tal conducta sexual tiene lugar sólo en el amor conyugal, asumiendo las responsabilidades del matrimonio, en cuanto donación de sí mismo, recíproca, exclusiva y total, de un hombre y una mujer en una comunidad de amor y vida.

 

En consecuencia, mi posición era absolutamente clara contra el llamado sexo desordenado y la promiscuidad, favorecida hoy por ciertas medidas políticas permisivas y por ciertos medios de comunicación.

 

Por esto, yo recordaba a la audiencia que la Iglesia enseña una posición moral válida para todos, creyentes y no creyentes. Y también propuse que los Ministerios de Salud exijan etiquetas en los paquetes de preservativos, como se hace con los cigarrillos, donde se diga, que la protección ofrecida por éstos no es total, y que los riesgos son, ciertamente, significativos[4]. Para poner de manifiesto que el nivel de protección ofrecida por el preservativo contra el VIH/SIDA y las ETS no es suficiente, me refería también al resultado de investigaciones científicas. Merece, en este sentido, ser también considerado que el virus del SIDA es 450 veces menor que el espermatozoide, así como que hay otros riesgos respecto a diferentes factores en la estructura del condón y en su empleo en la actualidad[5].

 

Las críticas de la Iglesia católica sobre el preservativo en las campañas de prevención del SIDA

 

2. La Iglesia católica ha criticado repetidamente los programas de promoción de preservativos como una prevención total, efectiva y suficiente del SIDA. Diversas Conferencias Episcopales en todo el mundo han expresado su preocupación al respecto. La Conferencia Episcopal de Obispos Católicos de Sudáfrica, Botswana y Swazilandia afirma categóricamente que “respecto a la difusión y promoción indiscriminada de preservativos como un arma, inmoral y equivocada, en la batalla contra el VIH/SIDA: - El uso de preservativos es contrario a la dignidad humana. - Los preservativos cambian la belleza del acto de amor en una búsqueda egoísta de placer mientras se rechaza la responsabilidad. – Los preservativos no garantizan protección contra el VIH/SIDA. - Los preservativos pueden ser incluso una de las principales razones de la difusión del VIH/SIDA. Además de la posibilidad de que los preservativos sean defectuosos o mal usados, contribuye al desplome del autocontrol y del respeto mutuo”[6].

 

La Sub-comisión para la familia y la vida de la Conferencia Episcopal Española dijo que las campañas que promovieron el preservativo en España para una supuesta detención del VIH/SIDA son gravemente irresponsables por tres motivos: “porque inducen a engaño, porque ocultan información y porque no colaboran a la prevención, sino a una mayor difusión de las conductas de riesgo, ya que implican que las autoridades sanitarias están dando su visto bueno a las conductas y estilos de vida que son responsables de la epidemia”[7].

 

La Conferencia Episcopal de las Filipinas ha sostenido que, a pesar de que “un encuentro con gente infectada con el VIH/SIDA debe ser un momento de gracia – una oportunidad de ser nosotros para ellos presencia compasiva de Cristo, tanto como ellos son para nosotros experiencia de Su presencia”, en todo caso, “la dimensión moral del problema del VIH/SIDA nos urge a adoptar una decidida visión negativa de la distribución de condones como aproximación al problema”. Además “como sucede con la anticoncepción, también en la prevención de la infección del VIH/SIDA, el uso del preservativo no es una sana aproximación al problema”[8].

 

Precedentemente, los Obispos de los Estados Unidos dijeron, en una declaración de 1987 que “… la abstinencia fuera del matrimonio y la fidelidad en el matrimonio, así como evitar el abuso de las drogas intravenosas son el único medio moralmente correcto y médicamente seguro para prevenir la difusión del SIDA. Las prácticas del llamado sexo seguro son, en el mejor de los casos, sólo parcialmente efectivas … Como ha sido puesto de manifiesto por la Academia Nacional de las Ciencias en su estudio sobre el SIDA, ‘Muchos aducen que es más preciso referirse a sexo ‘más seguro’, porque es mucho todavía lo que desconocemos y sería irresponsable garantizar que una particular actividad sea absolutamente segura”[9].

 

3. Yo pensé que la posición de la Iglesia y sus motivos eran ya bien conocidos. Me preocupa mucho que la gente, especialmente los jóvenes, sea inducida a error al ofrecérseles una total protección, a pesar de que no haya tal protección total. Soy consciente de la inmensidad de la pandemia y, manteniendo simultáneamente los niveles - diferentes aunque complementarios - entre lo que es moral y lo que es meramente sanitario, he tratado de expresarme sobre la necesidad, no sólo de contener la continua expansión de esta pandemia, sino también de prevenir a los usuarios de condones de infectarse pensando que es imposible que esto suceda, lo cual, hasta ahora, ha tenido consecuencias letales.

 

Hay personas en riesgo de contaminarse aunque piensen que sus relaciones sexuales, desde el punto de vista sanitario, son totalmente seguras. ¿Cuántos caen víctimas de este error? Al menos hasta cierto punto, hubieran tomado una actitud diferente de haber recibido una válida y objetiva información. Ciertamente, gran número de fuentes proporcionan una información correcta sobre la ineficiencia del preservativo, pero, aparentemente, muchos de ellos no alcanzan publicidad. El sólo hecho de que este debate haya hecho dudar a la gente de la eficiencia de los preservativos en prevenir la enfermedad, al menos hasta un cierto punto, me parece que es un oportuno servicio. Invito al lector a reflexionar sobre ello, a pesar de la invitación a la promiscuidad que representan las campañas de “sexo seguro” y la distribución de enorme cantidad de profilácticos que han difundido aún más la pandemia y agravado el problema de la infección[10].

 

Estos son precisamente los puntos que quiero considerar en esta reflexión, con la ayuda de información que ha recogido de diversos lugares. No tengo razones para dudar de la experiencia de personas e instituciones de reconocida competencia en estas materias. La posición de la Iglesia es, en verdad, humana y responsable; supone una llamada  al completo respeto por la libertad y la dignidad de la persona humana. La familia sufre sobre todo en los países pobres. No puede tolerarse más el hecho de que las familias y los jóvenes estén a menudo mal informados y con seguridades falsas. Está claro que si he escrito estas reflexiones es porque es estrecha la relación entre la familia y la procreación, así como también porque la familia, interpelada por los preservativos y otros anticonceptivos, pertenece a nuestro campo de trabajo. Al describir los cometidos del Pontificio Consejo para la Familia, la Constitución Apostólica Pastor bonus establece que “Se esfuerza para que se reconozcan y defiendan los derechos de la familia, incluso en la vida social y política; también apoya y coordina las iniciativas para la defensa de la vida humana desde su concepción y las referentes a la procreación responsable”[11].

 

Como dice un Padre de la Iglesia “No debemos avergonzarnos de las cosas que Dios ha creado”. No sólo no debemos avergonzarnos de las cosas que Dios ha creado, sino que debemos también defenderlas, puesto que todo cuanto él ha creado es bueno. La sexualidad humana, el amor conyugal, la responsabilidad, la libertad, la salud corporal: se trata de dones de Dios que tenemos que atesorar.

 

Preocupación de algunos moralistas ante estudios que indican una posible no total protección contra la transmisión del SIDA y de ETS

 

4. Antes dije que pienso que la posición de la Iglesia y los fundamentos de mis afirmaciones eran ya bien conocidos. Por otro lado, puede ser posible también que dicha posición no sea aún bien conocida a muchos, como se pone de manifiesto en campañas concretas donde aspectos científicos se mezclan con ciertos intereses económicos de los productores de preservativos, y con una “ideología” del poder contra los pobres, alineado con el “control de la población”.

 

Un bien conocido y autorizado moralista, Dionigi Tettamanzi, hoy Cardenal de Milán, se ocupó de esto en su voluminoso libro, Nuova bioetica cristiana, publicado el año 2000. Claramente muestra que el preservativo usado como profiláctico no puede garantizar el llamado “sexo seguro”. “El Ministerio de la Sanidad [de Italia], mediante la Comisión Nacional para la lucha contra el SIDA, proporciona frecuentemente a los jóvenes y a cuantos están interesados, esta información ‘la posibilidad de contagio aumenta cuantas más sean las relaciones no protegidas; por esto, si no estás seguro de tu pareja, usa siempre el preservativo’[12]. Pero el preservativo, verdaderamente, ¿es el remedio eficaz para oponerse al contagio? Resulta necesario hacer algunas reflexiones críticas. a) La primera reflexión es de índole propiamente sanitaria. Se dice que el profiláctico se usa como medio ‘defensivo’, como ‘barrera’ para no contagiar y no ser contagiado con las relaciones sexuales. Pero lo que está en juego, es decir, la tutela de la salud (y de la vida), de uno mismo y de otro, exige un cuidadoso análisis crítico de la eficacia real de tal medio defensivo o barrera. Pueden considerarse aquí dos tipos de eficacia. Primeramente una eficacia ‘técnica’ ¿en qué medida el profiláctico ‘preserva’ del riesgo de contagio? En ambientes científicos se reconoce abiertamente que los preservativos no son seguros al cien por ciento, en efecto: se habla, por lo general, de una media de un 10-15% de ineficacia, porque los virus del SIDA son mucho más “filtrantes” que el esperma[13]. Ya a nivel de eficacia ‘técnica’  nos debemos interrogar sobre la seriedad científica y la consiguiente seriedad profesional acerca de las campañas de profilácticos. Se corre un gran riesgo de ‘engañar’ a la gente con la propaganda del ‘sexo seguro porque protegido’, mientras que éste no lo es, o no lo es tanto como se cree. La ilusión es tanto o más peligrosa y grave cuanto mayor es la exigencia de que las personas ‘en riesgo’ o con relaciones sexuales promiscuas no difundan el contagio (ni a la pareja, ni, eventualmente, a la descendencia presente y futura)”[14].

 

5. Otro moralista italiano, Elio Sgreccia, actualmente obispo y Vice-Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, escribió que las campañas basadas sólo en la distribución gratuita de preservativos “pueden volverse no sólo falaces, sino incluso contraproducentes y favorecedoras … del abuso de la sexualidad; en todo caso carecen de contenidos verdaderamente humanos y de responsabilización global de la conducta”[15]. Bastantes otros moralistas y expertos se han ocupado también de estas cuestiones, como Lino Ciccone y Jacques Suaudeau, algunos de los cuales son citados en esta reflexión.

 

El Cardenal Tettamanzi observa también, más adelante en su libro, que es totalmente inaceptable que el Estado organice y promueva la campaña de “sexo seguro”, debido a la falta de eficiencia de los preservativos como “barrera” contra la infección y, especialmente a causa del peligro de un uso irresponsable de la sexualidad. Por ejemplo cuando un soldado recibe un condón, él sabe que debe evitar el contagio, pero al mismo tiempo es inducido a pensar que toda forma de sexo es lícita. A estas consideraciones se debe añadir un riesgo adicional a la libertad individual de elección: el de que la campaña de “sexo seguro” se sustenta de tal manera que se ejercen indebidas presiones a la juventud y al público en general, lo cual, junto a la ilusión de una eficiencia de los preservativos, equivale a una imposición[16]. Hay aquí una paradoja, puesto que el Estado, que se proclama neutral, permite la propaganda activa y la difusión de anticonceptivos, ¡mientras que si adoptara una campaña educativa sobre los valores (incluso higiénicos) de la fidelidad conyugal sería acusado de confesionalidad![17]

 

La misma preocupación en círculos no eclesiásticos

 

6. La preocupación concerniente a que los preservativos no provean una total protección contra el SIDA y las ETS no es completamente nueva, ni se limita a círculos de la Iglesia. La Dra. Helen Singer-Kaplan, fundadora del Human Sexuality Program en el Weill Cornell Medical Center de la Universidad de Cornell (Nueva York, Estados Unidos), escribió en su libro The Real Truth about Women and AIDS: “Confiar en los preservativos es coquetear con la muerte”[18]. Una revista médica holandesa declaraba que “la práctica enseña que hay una gran necesidad de un método de prevención, sea del SIDA que del embarazo. Desgraciadamente, la gente no sabe aún que este método no puede ser el preservativo”[19]. En las décadas de los 80 y 90, las preguntas sobre la protección real ofrecida por los preservativos suscitaron estudios de microscopía electrónica del material de látex, una cuestión relacionadas con el hecho de que el virus del SIDA sea aproximadamente 25 veces menor que la cabeza del espermatozoide, 450 veces menor que la longitud del mismo, y 60 veces menor que la bacteria de la sífilis[20].

 

En 1987, Los Angeles Times publicó un artículo intitulado Condom Industry Seeking Limits on U.S. Study[21], en el que se decía que “la industria de los preservativos ha lanzado una intensa campaña para debilitar, retrasar o concluir, si es posible, un estudio financiado por el Estado de Los Angeles respecto a la efectividad de los preservativos en la transmisión del virus del SIDA … La investigación representa un nuevo elemento de una serie de cuestiones suscitadas respecto a la capacidad de los preservativos de prevenir confiadamente la difusión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH)”[22]. Dos años después el mismo articulista escribió en el artículo 4 Popular Condoms Leak AIDS Virus in Clinical Tests, que “Cuatro tipos de condones de entre las marcas más populares en la nación [Estados Unidos], permitieron el escape de virus del SIDA, en las pruebas realizadas en laboratorio por la UCLA [Universidad de California, Los Angeles], induciendo a los investigadores a advertir  a los usuarios que no todos los preservativos son igualmente efectivos en la prevención de la difusión de la enfermedad … Destaca que, entre los miles de preservativos probados, el estudio haya encontrado que un 0,66% de los mismos – más de uno cada 200 – haya fallado, dejando escapar aire o agua, rompiéndose en las pruebas de resistencia a la tensión, ofreciendo así un paso al virus del SIDA”[23].

 

Como resumen de éste y otros estudios, el Dr. John Wilks decía, el 17 de noviembre de 2003, en una “Carta al Director” del The Australian: “El periódico Los Angeles Times informó en 1989 que cuatro marcas de preservativos, de entre las más populares [en los Estados Unidos] permitieron un escape del virus del SIDA en las pruebas de laboratorio realizadas por la UCLA, … Carey y otros informaron que partículas del tamaño del VIH habían atravesado, en pruebas simuladas, 29 tipos de preservativos de látex presentes en el comercio, de entre una muestra de 89 diferentes (en Sexually Transmitted Diseases, 1992) …Voeller informó que el traspaso de partículas del tamaño del virus ocurrió en diferentes marcas de preservativos de diversas fechas de confección, con una tasa entre el 0,9% y el 22,8% (en Aids Research and Human Retroviruses, 1994). Lyttle y otros informaron de que en condiciones experimentales, el 2,6% de preservativos de látex permitieron alguna penetración vírica …(en Sexually Transmitted Diseases, 1997)”. En otra prueba efectuada con la marca de preservativos Trojan®, sólo en el 30% de las muestras se encontró que la membrana carecía de defectos[24].

 

Por otra parte, un periódico británico informó que “la organización [Organización Mundial de la Salud] dijo que el uso ‘consistente y correcto’ del preservativo reduce el riesgo de infección por VIH en un 90%. Puede haber rotura o deslizamiento de preservativos … “[25]. Incluso la International Planned Parenthood Federation suministró una tasa elevada de fallo, al declarar que “el uso del preservativo reduce aproximadamente en un 70% el riesgo total, entre el sexo no protegido y la completa abstinencia sexual. Esta estimación es consistente con los datos de muchos estudios epidemiológicos”[26].

 

Hay que decir que el restante 10-30% de estas cifras, que representan una proporción de fallo, es relativamente alta, teniendo en cuenta que estamos ante una enfermedad como el SIDA que es potencialmente mortal, especialmente si se compara con la alternativa que suministra una protección absoluta contra la transmisión sexual de la misma: la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad a la esposa de uno. Puesto que el SIDA es una seria amenaza, cualquier información inadecuada basada en seguridades falsas sobre el uso del preservativo sería una grave irresponsabilidad.  Por esto mismo, un esfuerzo continuado en presentar una correcta, clara y completa información evitando toda ambigüedad y confusión está llamada a ser, no sólo un beneficio para el público general, sino también se sitúa en orden a contribuir a cuantos sinceros y generosos esfuerzos se dedican a prevenir la pandemia del SIDA y de las otras enfermedades de transmisión sexual.

 

El Resumen conclusivo del trabajo Scientific Evidence on Condom Effectiveness for Sexually Transmitted Disease (STD) Prevention

 

7. La literatura médica citada más arriba, así como un buen número de otros estudios, han abierto muchas cuestiones respecto a la efectividad del condón en la prevención de enfermedades de transmisión sexual. En efecto, los días 12-13 de junio de 2000, cuatro agencias gubernamentales de los Estados Unidos con responsabilidades en la investigación sobre preservativos, su regulación, recomendaciones para su empleo y programas de prevención en VIH/SIDA y ETS, co-patrocinaron un encuentro de debate y estudio “para evaluar las evidencias publicadas en el establecimiento de la efectividad de los preservativos de látex masculinos en la prevención de VIH/SIDA y otras ETS”. Las cuatro agencias fueron las Agencia de Desarrollo Internacional  de los Estados Unidos (USAID), la Administración de Alimentación y Fármacos (FDA), los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) y el Instituto Nacional de Salud (NIH). Un resumen final de los trabajos de este encuentro (Workshop Summary: Scientific Evidence on Condom Effectiveness for Sexually Transmitted Disease (STD) Prevention), fue preparado posteriormente por el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas y el Departamento de Salud y Servicios Humanos, y fue publicado el 20 de julio de 2001[27].

 

El centro de atención de este encuentro de debate y estudio fue “el preservativo de látex en la prevención del VIH/SIDA y ETS en la penetración pene-vagina”. “Representantes de las agencias co-patrocinadoras y otros expertos fueron interpelados y debatieron”, figurando entre los mismos expertos en “ETS, anatomía del tracto genito-urinario, contracepción, preservativos, ciencias de la conducta, epidemiología, medicina y salud pública”. “El encuentro examinó sólo una bibliografía homogénea [un total de 138 contribuciones], puesto que estos estudios habían sido objeto de una previa evaluación científica independiente antes de su publicación”. 42 otras contribuciones adicionales fueron citadas en el resumen final[28].

 

Dicho resumen final (Workshop Summary) explicaba que la evidencia científica disponible indica que el preservativo reduce el riesgo de VIH/SIDA en un 85%[29]. Esto significa que permanece un 15% de riesgo. El encuentro estudió también de manera particular la transmisión de otras infecciones genitales, y la conclusión normal que se desprende es que este estudio demostró que o no hay ninguna protección con el uso del condón, o que hay datos insuficientes para confirmar la reducción de riesgo. Las enfermedades estudiadas fueron las siguientes: gonorrea (causada por la Neisseria gonorrhoeae), infección por clamidias (Chlamydia trachomatis), tricomoniasis (Trichomonas vaginalis), herpes genital (virus del Herpes simplex, o VHS), chancro (Haemophilus ducreyi) y sífilis (Treponema pallidum)[30]. Se dio una especial atención en las conclusiones al virus del papiloma humano (VPH) y en las conclusiones se establece claramente que “no hay evidencia de que el preservativo reduzca el riesgo de infección por VPH …”[31]. El virus del papiloma humano es una importante ETS asociada al cáncer de cuello uterino, que mata cada año en los Estados Unidos más mujeres que el VIH/SIDA[32].

 

No hay hoy tal cosa como un 100% de protección ante el VIH/SIDA u otra ETS mediante uso del preservativo. Este dato no debe permanecer desconocido, puesto que muchos usuarios, incluyendo jóvenes, piensan que el condón ofrece una total protección.

 

En relación a estos hallazgos presentados en el resumen final, el Instituto Católico de la Familia y los Derechos Humanos hizo un reportaje, Physicians Groups Charge US Government with Condom Cover-up, declarando que “grupos que representan a más de 10.000 médicos acusaron a los Centros para el Control y Prevención de la Enfermedad, del Gobierno de los Estados Unidos de estar encubriendo investigaciones del proprio Gobierno que muestran que los preservativos no protegen a la gente de muchas enfermedades de transmisión sexual”. Según este informe, estos grupos exigen que “ … el CDC ha ocultado sistemáticamente y tergiversado información médica fundamental concerniente a la inefectividad de los preservativos para prevenir la transmisión de ETS. El rechazo del CDC de reconocer investigaciones clínicas ha contribuido a la epidemia masiva de ETS”[33].

 

8. En un artículo posterior a este resumen final[34], cuatro miembros del grupo de expertos, junto con otros expertos, prosiguieron analizando aspectos y temas derivados de este resumen final, tales como la definición de términos[35], prevención de riesgo (p. ej. se provee a una protección absoluta o total) frente a reducción de riesgo (p. ej. se provee a una protección parcial)[36], acumulación del riesgo, factores que influencian la efectividad del condón[37] e implicaciones para la salud pública.

 

En su artículo Fitch y otros, subrayan que el factor de riesgo acumulado es verdaderamente significativo. “Por ejemplo, una intervención que es efectiva en un 99,8% para un episodio singular de relación sexual puede dar una tasa de fallo por acumulación del 18% con 100 exposiciones”[38]. De manera similar, basados en un artículo de la International Planned Parenthood Federation (IPPF), “el riesgo de contraer SIDA durante el llamado ‘sexo protegido’ se aproxima al 100% a medida que el número de relaciones sexuales se incrementa”[39]. IPPF es una institución que promueve todas las formas de “control de nacimientos”.

 

En consecuencia, hay que tener en cuenta no sólo el riesgo de cada uso singular del preservativo, sino también el riesgo que se incrementa dramáticamente a largo término. Esto significa que el sexo seguro se vuelve una ruleta rusa cada vez más peligrosa con el repetido uso del condón.

 

Fallo del preservativo y embarazo

 

9. Muy relacionado con la eficiencia del preservativo en la prevención de la transmisión de VIH/SIDA y ETS es la eficiencia en la prevención del embarazo. La OMS explica que el uso perfecto del condón no previene siempre el embarazo. “La tasa estimada de embarazos con uso perfecto del preservativo, esto es, aquella efectuada entre quienes informan de un uso tal y como debe ser usado (es decir, en modo correcto) y en cada acto o relación sexual (o sea, en modo consistente), es del 3% en 12 meses”[40]. Es innecesario decir que el uso típico del preservativo, que incluye un uso perfecto e imperfecto (por ejemplo, que no se use en todos y cada uno de los actos o relaciones sexuales, o que sea usado en modo incorrecto) es mucho menos efectivo en la prevención del embarazo. “La tasa de embarazo con un uso típico puede ser mucho más alta (10-14%) que con un uso perfecto, pero esto es debido principalmente a su uso inconsistente o incorrecto, no al fallo del preservativo”[41].

 

En efecto, el embarazo a pesar del uso de preservativo está bien documentado, con un índice de Pearl cercano a un 15% de fallo en mujeres durante el primer año de su uso[42]. Si puede haber embarazo a pesar del uso de preservativo ¿no debería concluirse lógicamente que el condón permite también la transmisión de HIV y ETS, puesto que los organismos causantes de enfermedades pueden están presentes en los espermatozoides, en el fluido seminal e incluso en otros sitios, como las superficies de la piel, que no están cubiertas por el condón? Es más, se tiene que considerar que una mujer puede quedar embarazada sólo durante sus días fértiles (5-8 días cada ciclo, aproximadamente, tomando en consideración el periodo vital del esperma en el interior de su cuerpo), mientras que el VIH y las ETS pueden transmitirse cualquier día.

 

Fallo del preservativo y de su material de látex

 

10. Las consideraciones hechas más arriba sobre estos estudios que  apuntan a fallos del preservativo, no se limitan argumentos teóricos. Que los condones tienen defectos no es sólo una teoría, sino que lo confirman experiencias de la vida real en el mundo real. Uno puede, por ejemplo, creer que el condón está en perfectas condiciones, es decir, que presenta una superficie sin defectos, con lo que el material de látex puede ofrecer una alta protección contra el paso de partículas del tamaño del VIH. Sin embargo, cuando se ve el estado actual y real de los materiales de látex, en las unidades que se distribuyen, tales como los preservativos, la situación puede ser bien diferente.

 

Por ejemplo, una cierta permeabilidad y experimentos eléctricos indican que el látex puede permitir el paso de partículas mayores que el VIH[43]. Agujeros y zonas débiles de los condones han sido igualmente detectados durante experimentos, como puede verse en un artículo del 1988 en el sitio web de internet de la Food and Drug Administration de los Estados Unidos. “Los productores de preservativos realizan pruebas electrónicas para detectar agujeros y zonas débiles en todos los preservativos. Además, la FDA exige a los productores pruebas de agua para examinar los ejemplares de cada lote de condones, buscando pérdidas”. Si el test detecta una tasa de defectos superior al 4 por mil, se desecha todo el lote. El Departamento [FDA] fomenta también la realización de pruebas a la rotura de sus productos, mediante pruebas de inflado de aire, de acuerdo con las especificaciones de la Organización Internacional de Estándares [ISO]”[44]. Si se permiten cuatro preservativos defectuosos en cada lote de 1.000, deben haber cientos de miles de preservativos defectuosos circulando por el mundo, vendidos o distribuidos gratuitamente, y lo más probable es que estén contribuyendo a difundir el VIH/SIDA y las ETS. ¿Sabe esto el público? ¿Sabe el público que el riesgo se incrementa cuanto mayor es la frecuencia y la promiscuidad, considerando la acumulación de riesgo, como antes ha sido explicado?

 

El Cardenal Eugênio de Araújo Sales, ahora Emérito, y durante muchos años Arzobispo de la inmensa Archidiócesis de Río de Janeiro, declaró recientemente en un artículo periodístico que muchos lotes de preservativos (algunas de las principales marcas) fueron retirados del mercado en Brasil durante 1999, 2000 y 2003, debido a fallos en diferentes tests y  al descubrimiento de que se trataba de productos falsificados[45]. Según el Cardenal Araújo Sales, se retiraron en 1999, 1.036.800 unidades del preservativo Prudence®, la tercera marca en el Brasil, debido a que no superó las pruebas efectuadas por el INMETRO, el Ministerio para el Desarrollo, Industria y Comercio Exterior. Antes incluso de que el Cardenal Araújo Sales hiciera estos comentarios, el grupo de consumidores Civitas International declaró que “en 1991 el Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (IDEC) publicó un estudio en el que se informa de que cinco de cada siete marcas de preservativos en Brasil, incluyendo la primera marca nacional, Jontex®, producida por Johnson & Johnson, no superaron pruebas internacionales de seguridad”[46].

 

11. Los preservativos, además de los posibles defectos de producción, pueden sufrir deterioro durante su transporte, manipulación y almacenamiento e, incluso, degrado tras su compra por el usuario final. En mayor o menor medida, se han propuesto que factores como los siguientes, pueden contribuir al deterioro del látex (y, en consecuencia, al fallo del condón): exposición a la luz solar, el calor (incluso el calor corporal, cuando se guardan en bolsillos o carteras), la humedad, la presión atmosférica, el uso de ciertos espermicidas e, incluso del ozono atmosférico[47]. Asimismo el condón puede sufrir daño físico inmediatamente antes de su uso, o durante el mismo, como el contacto con objetos punzantes o afilados, o incluso las uñas.

 

El sitio web de internet de la Food and Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos avisa de que “los consumidores deben asegurarse de que el paquete de preservativos no esté dañado, y controlar que no haya deterioro en ninguno de los condones, así como que estén debidamente enrollados para su uso. El condón no debe usarse si es viscoso o crujiente, descolorido o tiene agujero alguno. Tampoco deben usarse preservativos después de su fecha de caducidad y si no la hubiera, después de transcurridos cinco años de la fecha de su confección. Cuando se emplean condones de látex debe usarse sólo lubricantes con base acuosa (por ejemplo de glicerina, o KY Jelly®), porque los lubricantes a base de aceites, como por ejemplo el petrolato, perjudican la goma natural”[48]. Si se toman tales precauciones – y debe tratarse de peligros reales para ello – entonces sería irresponsable, tratándose de un peligro mortal, tomar esto a la ligera.
 
Hay también condones de otros materiales, como el poliuretano, que son “comparables a los condones de látex en cuanto barrera al esperma y al virus VIH”, así como preservativos hechos de membranas naturales (de piel de cordero) “que son útiles en la prevención del embarazo, [pero que] no son de protección efectiva contra el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. Mientras el esperma no puede atravesar el material de piel ovina, pueden hacerlo, en cambio, pequeños microorganismos, que pueden atravesar estos preservativos, incluyendo el VIH”[49].
 
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