Papa Francisco y Beato Liberio
Entra en las llagas de Jesús “hasta su corazón”
El pasado domingo, 18 de marzo, de ese domingo, antes de la oración del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco, comentando el evangelio, nos dijo:
En la imagen de Jesús crucificado se revela el misterio de la muerte del Hijo como supremo acto de amor, fuente de vida y salvación para la humanidad de todos los tiempos. En sus llagas hemos sido curados.
Puedo pensar: “¿Cómo miro el crucifijo?, ¿Como una obra de arte para ver si es bello o no? ¿O miro al interior, entro en las llagas de Jesús hasta su corazón? ¿Miro el misterio del Dios aniquilado hasta la muerte, como un esclavo, como un criminal? “no os olvidéis de esto: Mirad el crucifijo, pero mirarlo desde el interior. Está esta bella devoción de rezar un Padre nuestro a cada una de las cinco llaga: Cuando rezamos este Padre nuestro, tratamos de entrar a través de las llagas de Jesús, al interior, precisamente a su corazón. Y aquí aprenderemos la gran sabiduría del misterio de Cristo, la gran sabiduría de la Cruz.
El beato Liberio González Nombela de Torrijos
Al final de un Viacrucis que, con meditaciones, el beato Liberio publica en el año 1933, y que dedica a los generosos suscriptores de Culto y Clero de la parroquia de Torrijos (Toledo), encontramos estas Salutaciones a las cinco Llagas.
1. Te saludo, oh santísima llaga del pie izquierdo de mi Señor Jesucristo, y te pido, Señor, por ella me perdones mis ingratitudes y pecados, los que conozco y los que ignoro por inadvertencia o por olvido. De todos me arrepiento con profundísimo dolor, y propongo con tu gracia no volver a cometerlos. Padrenuestro y gloria.
2. Te saludo, oh santísima llaga del pie derecho de mi Señor Jesucristo, y te pido, Señor, por ella perdones las ofensas todas cometidas contra Ti por mi familia y por mi pueblo. Los méritos infinitos de tu Pasión y Muerte satisfagan por todas ellas, supliendo el exceso de tu clemencia los defectos de nuestra contrición. Padrenuestro y gloria.
3. Te saludo, oh santísima llaga de la mano izquierda de mi Señor Jesucristo, y te pido, Señor, por ella concedas tu indulgencia y perdón a los pecados de España. No olvides, Jesús, ni aun en las horas en que en ella se renueva tu agonía del Viernes Santo, que es la tierra visitada por tu Madre Santísima, y que cuenta con la promesa infalible de ser el reinado preferente de tu Divino Corazón. Padrenuestro y gloria.
4. Te saludo, oh santísima llaga de la mano derecha de mi Señor Jesucristo, y te pido, Señor, por ella perdones los pecados que contra Ti en todo el mundo se cometen. Recuerda, Jesús, que por todos los hombres moriste, y que en todos los lugares de la tierra se ofrece tu Cuerpo Sacramentado, como víctima de reconciliación. No solo de este mundo, perdido en la inmensidad de los espacios; de mil mundos mayores puede limpiar la escoria el fuego divino de tu Corazón. Padrenuestro y gloria.
5. Te saludo, oh santísima llaga del costado de mi Señor Jesucristo, y te pido Señor, por ella purifiques las almas de los fieles difuntos, que expían sus culpas, aguardando el momento de gozar de Ti. Al rasgarse tu pecho sacrosanto, se ha resuelto, para el hombre que anhela salvarse, la mayor dificultad. ¡Dichosa puerta de la gloria, que nos busca, nos llama y nos atrae, y que ya eternamente no se podrá cerrar! Padrenuestro y gloria.
El pasado domingo, 18 de marzo, de ese domingo, antes de la oración del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco, comentando el evangelio, nos dijo:
En la imagen de Jesús crucificado se revela el misterio de la muerte del Hijo como supremo acto de amor, fuente de vida y salvación para la humanidad de todos los tiempos. En sus llagas hemos sido curados.
Puedo pensar: “¿Cómo miro el crucifijo?, ¿Como una obra de arte para ver si es bello o no? ¿O miro al interior, entro en las llagas de Jesús hasta su corazón? ¿Miro el misterio del Dios aniquilado hasta la muerte, como un esclavo, como un criminal? “no os olvidéis de esto: Mirad el crucifijo, pero mirarlo desde el interior. Está esta bella devoción de rezar un Padre nuestro a cada una de las cinco llaga: Cuando rezamos este Padre nuestro, tratamos de entrar a través de las llagas de Jesús, al interior, precisamente a su corazón. Y aquí aprenderemos la gran sabiduría del misterio de Cristo, la gran sabiduría de la Cruz.
El beato Liberio González Nombela de Torrijos
Al final de un Viacrucis que, con meditaciones, el beato Liberio publica en el año 1933, y que dedica a los generosos suscriptores de Culto y Clero de la parroquia de Torrijos (Toledo), encontramos estas Salutaciones a las cinco Llagas.
1. Te saludo, oh santísima llaga del pie izquierdo de mi Señor Jesucristo, y te pido, Señor, por ella me perdones mis ingratitudes y pecados, los que conozco y los que ignoro por inadvertencia o por olvido. De todos me arrepiento con profundísimo dolor, y propongo con tu gracia no volver a cometerlos. Padrenuestro y gloria.
2. Te saludo, oh santísima llaga del pie derecho de mi Señor Jesucristo, y te pido, Señor, por ella perdones las ofensas todas cometidas contra Ti por mi familia y por mi pueblo. Los méritos infinitos de tu Pasión y Muerte satisfagan por todas ellas, supliendo el exceso de tu clemencia los defectos de nuestra contrición. Padrenuestro y gloria.
3. Te saludo, oh santísima llaga de la mano izquierda de mi Señor Jesucristo, y te pido, Señor, por ella concedas tu indulgencia y perdón a los pecados de España. No olvides, Jesús, ni aun en las horas en que en ella se renueva tu agonía del Viernes Santo, que es la tierra visitada por tu Madre Santísima, y que cuenta con la promesa infalible de ser el reinado preferente de tu Divino Corazón. Padrenuestro y gloria.
4. Te saludo, oh santísima llaga de la mano derecha de mi Señor Jesucristo, y te pido, Señor, por ella perdones los pecados que contra Ti en todo el mundo se cometen. Recuerda, Jesús, que por todos los hombres moriste, y que en todos los lugares de la tierra se ofrece tu Cuerpo Sacramentado, como víctima de reconciliación. No solo de este mundo, perdido en la inmensidad de los espacios; de mil mundos mayores puede limpiar la escoria el fuego divino de tu Corazón. Padrenuestro y gloria.
5. Te saludo, oh santísima llaga del costado de mi Señor Jesucristo, y te pido Señor, por ella purifiques las almas de los fieles difuntos, que expían sus culpas, aguardando el momento de gozar de Ti. Al rasgarse tu pecho sacrosanto, se ha resuelto, para el hombre que anhela salvarse, la mayor dificultad. ¡Dichosa puerta de la gloria, que nos busca, nos llama y nos atrae, y que ya eternamente no se podrá cerrar! Padrenuestro y gloria.
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