Un libro puede llevar a la fe
Un libro puede llevar a la fe
por Duc in altum!
Actualmente, muchas personas a lo largo del mundo comienzan a darse cuenta de la importancia de practicar la lectura para ampliar los horizontes, entretenerse y saber un poco más. Tanto que en lugares como los aeropuertos, es muy frecuente encontrarnos con muchas personas que están leyendo en lo que esperan la salida de su vuelo.
En la búsqueda de Dios, un libro puede marcar el comienzo y el soporte necesario para avanzar en la fe, en la vida espiritual que, en un contexto a menudo marcado por las prisas y el estrés, resulta una opción que permite aprender a vivir mejor. Por eso, decimos que un libro puede llevar a la fe. Así les pasó a personajes como Santa Teresa de Ávila. Ella, emprende la reforma del Carmelo, animada, en gran medida, por los libros que llegaron a sus manos.
De lo anterior, se desprenden tres cosas:
En la búsqueda de Dios, un libro puede marcar el comienzo y el soporte necesario para avanzar en la fe, en la vida espiritual que, en un contexto a menudo marcado por las prisas y el estrés, resulta una opción que permite aprender a vivir mejor. Por eso, decimos que un libro puede llevar a la fe. Así les pasó a personajes como Santa Teresa de Ávila. Ella, emprende la reforma del Carmelo, animada, en gran medida, por los libros que llegaron a sus manos.
De lo anterior, se desprenden tres cosas:
- Impulsar el desarrollo innovador de las casas editoriales que, entre sus obras, incluyen aquellas que tienen que ver con la fe. En la Iglesia, existen muchas y, en medio de los cambios de paradigma, es necesario mantenerlas actualizadas, ofreciendo, entre otros servicios, la posibilidad de comprar vía Internet, además de diversas opciones de formato (impreso o digital).
- Escribir cosas profundas. No todo libro llena. A veces, se le presta más atención a la portada que al contenido del propio libro. Hay que cuidar el diseño gráfico, pero también ser capaces de ver más allá.
- Aprovechar los ratos libres para ser autodidactas, abriéndonos a textos que también nos ayuden en nuestra vida espiritual. A través de ellos, Dios, como buen pedagogo, acompaña, aclara y abre otras perspectivas en la comprensión del Evangelio.
En el trabajo con los jóvenes, a veces, solo basta darles un buen libro para que se aclaren y entren en contacto con las grandes preguntas. Siempre hay que tener material disponible y no con el objetivo de “lavarles el cerebro”, sino para que descubran otras fuentes que, en un momento dado, les permitan ver el sentido de la fe y de la Iglesia en el mundo de hoy. Nosotros, no podemos hacer que una persona crea, pues eso le toca al Espíritu Santo, pero sí preparar el terreno, ofrecer los medios disponibles, acompañar los procesos y dejar en libertad a las personas para que su decisión sea madura y personal.
Y los que hemos aceptado la fe, no debemos quedarnos atrás, “oxidados” por la falta de tiempo que mina nuestras convicciones, sino volver constantemente a lo esencial y es que, en realidad, las lecturas de los santos, así como otros textos, ayudan a despertar, asimilando puntos que, muchas veces, se van entendiendo en retrospectiva, porque crecemos en la profundidad propia de la fe, además de ampliar nuestra cultura.
Y los que hemos aceptado la fe, no debemos quedarnos atrás, “oxidados” por la falta de tiempo que mina nuestras convicciones, sino volver constantemente a lo esencial y es que, en realidad, las lecturas de los santos, así como otros textos, ayudan a despertar, asimilando puntos que, muchas veces, se van entendiendo en retrospectiva, porque crecemos en la profundidad propia de la fe, además de ampliar nuestra cultura.
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